La foto (nunca mejor dicho) era esa, la cerda en pelotas, a cuatro patas, chupándole la porra a un desconocido que se ha traído de un bar a las cinco de la madrugada el cual está puesto de cubatas y de coca, y mientras tanto sus hijos vestidos de comunión, mirando a su madre comerse una picha maloliente de estar to la noche meando por los garitos. Con sus Rosarios, sus Biblias, sus peinados para la ocasión y sus sonrisitas posadas.