Recuerdo una vez que se me abrazó una gorda en plena Calle Larios, al menos olía bien, y no sé, era raro, era como abrazar dos días a la vez sintiendo el aliento de una sólo. Poco me faltó para sugerirle si me la podría chupar un poco. Faltaron décimas de ternura, hoy podría contarlo aquí.