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—Mire señorita —me dice el arriero, deteniéndose—: ¿Ve aquella loma que parece vejiga de puercos? Pues detrasito de ella está la Media Luna. Ahora voltié para allá. ¿Ve la ceja de aquel cerro? Véala. Y ahora voltié para este otro rumbo. ¿Ve la otra ceja que casi no se ve de lo lejos que está...
Era ese tiempo de la canícula, cuando el aire de agosto sopla caliente, envenenado por el olor podrido de las saponarias.
El camino subía y bajaba: «
Sube o baja según se va o se viene. Para el que va, sube; para el que viene, baja
».
—¿Cómo dice usted que se llama la comarca que se ve...
Vine a pl porque me dijeron que acá merodeaba mi padre, un tal Verruga de Campo Arañuelo. Mi madre me lo dijo. Y yo le prometí que vendría a verlo en cuanto ella muriera. Le apreté sus manos en señal de que lo haría; pues ella, prostituta china retirada, estaba por morirse de sida y yo en plan...