Corrupsoe, vuelve lo peor del ‘felipismo’
Era inevitable. Tenía que salir. Les diré a ustedes que cuando ayer leía en la portada de El Mundo las informaciones que implicaban a Pepiño Blanco con una trama de corrupción y cobro de comisiones ilegales en Ibiza, como agente autorizador, no me sorprendió nada. Blanco se ha querellado contra Roque López, ex secretario general de los socialistas baleares, quien, en definitiva, es el que le inculpa en sus conversaciones, y no el diario que se limita a reproducirlas, y ahora deberán ser los jueces los que decidan si hay o no delito en la actuación del número dos del PSOE. Pero, fíjense ustedes, la respuesta de Ferraz ha sido decir que todo forma parte de una venganza... Hombre, puede ser, pero ya saben que no se venga quien quiere, sino quien puede, y si estos pueden, será por algo, digo yo.
Lo de Ibiza Centre, que resulta que además de en Baleares también trabaja en la Andalucía de Chaves, se aventura como aquello de Filesa, o peor, a decir de quienes tienen información adicional sobre todo este asunto. Pero nada de esto puede sorprender, salvo por las prisas que estos chicos se han dado en volver a las andadas. No puede sorprender porque forma parte de la esencia de los cien años de honradez. La izquierda tiene una concepción patrimonialista del poder y de todo lo que conlleva, y por eso no nombra a personas independientes al frente de las instituciones, sino que las ocupa con personas fieles a la ideología y al partido.
Es lo que ha hecho Rodríguez en la CNMV. Con Conthe cometió el error de dejarse convencer por Solbes, el único socialdemócrata del Gobierno, para nombrar a un supuesto independiente que lo fue el día en que le llevaron la contraria..., pero ahora ha optado por la opción más decididamente opuesta a la independencia del citado organismo, y que más va a actuar en favor del desprestigio del mismo: nombrar a Julio Segura.
¿Qué tiene que ver lo uno con lo otro? Todo, porque lo de Ibiza es más de lo mismo. El felipismo ya nos enseñó la peor cara de la izquierda radical cuando salieron a la luz todos los escándalos de corrupción y crímenes de Estado que don Felipe González amparó desde la Presidencia del Gobierno, sin que aún sepamos la verdad de todo lo que hicieron durante esos trece años en el poder, ni cuánto dinero se llevaron. ¿Se acuerdan de que al poco tiempo de ganar las elecciones de 2004, la actual ministra de Cultura, Carmen Calvo, dijo aquello de que el dinero público no es de nadie? Ahora lo entienden, ¿verdad?
Salvo por un error de la doña, porque lo que tenía que haber dicho es que sí era de alguien, del PSOE. La izquierda no contempla la posibilidad de estar fuera del poder, salvo que sea por espacios cortos de tiempo. La primera legislatura de Aznar le sirvió al PSOE para reponer fuerzas, pero cuando el PP ganó por mayoría absoluta, la izquierda se puso a maquinar la manera de excluir al PP del sistema, y en ese empeño han venido trabajando desde entonces, incluso después de ganar las elecciones del modo en que lo hicieron, porque de lo que se trata es de que el PP no vuelva nunca a mas a pisar la alfombra roja del poder, pues ese es un derecho que les está reservado sólo a ellos.
Y por eso esta vez han tardado tan poco en mostrarse tal cual son. Ya sé que me dirán que también hay casos de corrupción en el PP. Cierto. Ningún partido político puede sustraerse del riesgo de que, en sus propias filas, surjan indeseables que hacen del servicio público una comunidad de intereses particulares. Las corruptelas, por desgracia, forman parte de un sistema que basa parte de su estructura política en la confianza de los ciudadanos en sus dirigentes, y esa confianza se ve a menudo, demasiado a menudo, traicionada por comportamientos reprochables.
Pero no es de eso de lo que estamos hablando. Eso se arregla con mejores leyes, y con una justicia eficaz, y aun así siempre habrá alguien que quiera burlar el sistema, y con eso habrá que convivir procurando que en el noble ejercicio de la política reine la excelencia. Lo que ponen de manifiesto tanto el caso de corrupción de Ibiza como el caso de la CNMV es que la izquierda, en lugar de caminar hacia una concepción liberal de la democracia, sigue instalada en esa concepción patrimonialista que denunciaba al principio de estas líneas, y cuando la izquierda cree que el poder y que las instituciones le pertenecen, no duda en ejercerlo vulnerando las reglas del juego y violando la ley. Lo hizo durante trece años de Gobierno de González, ¿por qué no volverlo a hacer ahora?.
¿Piensan ustedes que la Fiscalía Anticorrupción va a tomar cartas en el asunto y va a hacer caso de la denuncia contra Taguas-Sebastián-Arenillas por sus implicaciones en presuntos delitos de cohecho y tráfico de influencias en las sucesivas OPAs sobre Endesa? No, porque el PSOE controla a la fiscalía, y le falta poco para controlar a los jueces, y mientras los resortes del poder y de los organismos e instituciones encargados de velar por el buen funcionamiento de la democracia esté bajo su mando, la independencia, la neutralidad y el respeto a la ley y las reglas del juego democrático brillarán por su ausencia. Por el contrario, ya verán cómo, en respuesta a las informaciones de El Mundo el acoso al PP se hace más asfixiante y la utilización de todos los resortes del poder contra el primer partido de la oposición, aún más envolvente.