cuellopavo
Frikazo
- Registro
- 23 Abr 2006
- Mensajes
- 14.944
- Reacciones
- 8.347
El Cid cabalga de nuevo
Este año se cumple el 800 aniversario del ‘Cantar del Mío Cid’, que narra el camino que emprendió el Campeador desde su destierro de Burgos hasta la Reconquista por tierras valencianas.
Vamos con un romance dedicado a un antepasado de ZP.
Las huestes de don Rodrigo
desmayaban y huían
cuando en la octava batalla
sus enemigos vencían.
Rodrigo deja sus tiendas
y del real se salía:
solo va el desventurado,
que no lleva compañía.
El caballo, de cansado,
ya mudar no se podía,
camina por donde quiere,
que no le estorba la vía.
El rey va tan desmayado,
que sentido no tenía;
muerto va de sed y hambre,
que de verle era mancilla;
iba tan tinto en sangre,
que una brasa parecía.
Las armas lleva abolladas,
que eran de gran pedrería;
la espada lleva hecha sierra
de los golpes que tenía;
el almete abollado
en la cabeza se hundía;
la cara lleva hinchada
del trabajo que sufría.
Subióse encima de un cerro,
el más alto que veía:
desde allí mira a su gente
cómo iba de vencida.
De allí mira sus banderas
y estandartes que tenía,
cómo están todos pisados,
que la tierra los cubría.
Mira por los capitanes,
que ninguno aparecía;
mira el campo tinto en sangre,
la cual arroyos corría.
El triste, de ver aquesto
gran mancilla en sí tenía;
llorando de los sus ojos,
de esta manera decía:
-Ayer era rey de España,
hoy no lo soy de una villa;
ayer villas y castillos,
hoy ninguno poseía;
ayer tenía criados,
hoy ninguno me servía,
hoy no tengo ni una almena
que pueda decir que es mía.
¡Desdichada fue la hora,
desdichado fue aquel día
en que nací y heredé
la tan grande señoría,
pues lo había de perder
todo junto y un día!
¡Oh muerte!, ¿por qué no vienes
y llevas esta alma mía
de aqueste cuerpo mezquino,
pues te lo agradecería?
Este año se cumple el 800 aniversario del ‘Cantar del Mío Cid’, que narra el camino que emprendió el Campeador desde su destierro de Burgos hasta la Reconquista por tierras valencianas.
Vamos con un romance dedicado a un antepasado de ZP.
Las huestes de don Rodrigo
desmayaban y huían
cuando en la octava batalla
sus enemigos vencían.
Rodrigo deja sus tiendas
y del real se salía:
solo va el desventurado,
que no lleva compañía.
El caballo, de cansado,
ya mudar no se podía,
camina por donde quiere,
que no le estorba la vía.
El rey va tan desmayado,
que sentido no tenía;
muerto va de sed y hambre,
que de verle era mancilla;
iba tan tinto en sangre,
que una brasa parecía.
Las armas lleva abolladas,
que eran de gran pedrería;
la espada lleva hecha sierra
de los golpes que tenía;
el almete abollado
en la cabeza se hundía;
la cara lleva hinchada
del trabajo que sufría.
Subióse encima de un cerro,
el más alto que veía:
desde allí mira a su gente
cómo iba de vencida.
De allí mira sus banderas
y estandartes que tenía,
cómo están todos pisados,
que la tierra los cubría.
Mira por los capitanes,
que ninguno aparecía;
mira el campo tinto en sangre,
la cual arroyos corría.
El triste, de ver aquesto
gran mancilla en sí tenía;
llorando de los sus ojos,
de esta manera decía:
-Ayer era rey de España,
hoy no lo soy de una villa;
ayer villas y castillos,
hoy ninguno poseía;
ayer tenía criados,
hoy ninguno me servía,
hoy no tengo ni una almena
que pueda decir que es mía.
¡Desdichada fue la hora,
desdichado fue aquel día
en que nací y heredé
la tan grande señoría,
pues lo había de perder
todo junto y un día!
¡Oh muerte!, ¿por qué no vienes
y llevas esta alma mía
de aqueste cuerpo mezquino,
pues te lo agradecería?