Sir Ringo Starr
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Bueno, ya que me han chapado un hilo que pensaba derivar un par de páginas después hacia lares más interesantes y todos merecemos una segunda oportunidad, voy a dedicar estos pocos kb que ustedes están leyendo a un tema que nos preocupa desde que le perdemos la vista:
LA FELICIDAD
Nos inculcan desde pequeños, a través de la televisión, de la escuela, de la literatura e incluso de nuestros propios familiares, que todo lo que aspiramos a alcanzar en esta vida es la felicidad, la alegría constante, una sensación de atontamiento que, no nos engañemos, no sumará las horas de un día al cabo del año.
¿Pero por qué se empeñan tanto en que seamos felices y en que son los únicos momentos que valen de la vida?
La felicidad nos distrae de lo verdaderamente importante a nivel científico y biológico: los avances y descubrimientos que allanen el terreno a nuestros hijos; pero desde que tanto se valora nos hemos convertido en robocs sorbeinfluencias: Vemos la tele, visitamos foros de nazis pederastas invertidos, entramos en chats a ligar con hombres que se hacen pasar por niñas, a veces leemos, escuchamos música mientras vamos en el metro... ¿y todo eso para qué? Pues para evitar el aburrimiento, queridos señores.
Mientras uno no se aburre, consume, recibe, atonta, no piensa, vegeta, pasa, quema un tiempo precioso que se podría haber invertido en fomentar las conexiones interneuronales, en descubrimientos sobre uno mismo o en avances en la vida social de cada uno, entre otras cosas.
Y es que el ser tonto, y el mediocre también, tiene la tremenda necesidad vital de estar distraido, en este mundo no se perdona ni se tolera el tiempo muerto, vago, y en seguida nos aburrimos.
Desde un punto de vista lógico, deberíamos fomentar ese aburrimiento en crear, en ser, en descubrir, no en mirar, ver, comprar y en definitiva ser expectador.
Yo, por lo menos, abogo por el aburrimiento.
(Gallifante al primero que diga que se nota en mis posts o algo similar)
LA FELICIDAD
Nos inculcan desde pequeños, a través de la televisión, de la escuela, de la literatura e incluso de nuestros propios familiares, que todo lo que aspiramos a alcanzar en esta vida es la felicidad, la alegría constante, una sensación de atontamiento que, no nos engañemos, no sumará las horas de un día al cabo del año.
¿Pero por qué se empeñan tanto en que seamos felices y en que son los únicos momentos que valen de la vida?
La felicidad nos distrae de lo verdaderamente importante a nivel científico y biológico: los avances y descubrimientos que allanen el terreno a nuestros hijos; pero desde que tanto se valora nos hemos convertido en robocs sorbeinfluencias: Vemos la tele, visitamos foros de nazis pederastas invertidos, entramos en chats a ligar con hombres que se hacen pasar por niñas, a veces leemos, escuchamos música mientras vamos en el metro... ¿y todo eso para qué? Pues para evitar el aburrimiento, queridos señores.
Mientras uno no se aburre, consume, recibe, atonta, no piensa, vegeta, pasa, quema un tiempo precioso que se podría haber invertido en fomentar las conexiones interneuronales, en descubrimientos sobre uno mismo o en avances en la vida social de cada uno, entre otras cosas.
Y es que el ser tonto, y el mediocre también, tiene la tremenda necesidad vital de estar distraido, en este mundo no se perdona ni se tolera el tiempo muerto, vago, y en seguida nos aburrimos.
Desde un punto de vista lógico, deberíamos fomentar ese aburrimiento en crear, en ser, en descubrir, no en mirar, ver, comprar y en definitiva ser expectador.
Yo, por lo menos, abogo por el aburrimiento.
(Gallifante al primero que diga que se nota en mis posts o algo similar)