cuellopavo
Frikazo
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Primero fueron los pesados discos de laca negra de 78 revoluciones, enfundados en cartoncillos y que se guardaban en libros similares a un álbum fotográfico. Después llegaron los LP de 33 revoluciones y media, más ligeros, mayor calidad de sonido y con veinte minutos de duración por cada lado.
Al menos para la música popular, el disco se estandarizó en diez o doce canciones, el número que correspondía al pago de derechos de autor. Pero el rock y sus exploraciones sonoras, terminaron por desquiciar el formato, ya sea diseccionando los temas en “partes” o bien componiendo canciones que superaban los 15 minutos.
El hambre creativa de los músicos reclamó entonces más espacio, y el sonido no tuvo más remedio que hacinarse en más de un disco. Fue así que el primer disco doble propiamente roquero llegó gracias al genio de Bob Dylan en 1966. Se tituló Blonde On Blonde, un estrujante ejercicio de buen blues y rock and roll.
Dos años después, los Beatles nos sorprenderían con su disco homónimo –más conocido como el Álbum Blanco- que en un inicio se iba a titular "Casa de Muñecas." De aquí sale la metalera Helter Skelter (que dicen influyó a Charles Manson para matar) así como Dear Prudence que versionó años después Siouxsie and The Banshees, entre otras canciones que ya todos conocemos.
Los Rolling Stones grabaron también su doble de estudio en 1972, el grandilocuente “número uno” tanto en Estados Unidos como en Reino Unido Exile on Main Street. Se trata de dieciocho composiciones que abarcan un amplio abanico de influencias, como el blues, el soul y el gospel. Qizás la más famosa es Tumbling Dice; al menos nunca falta en sus conciertos.
El que no puede faltar es, por supuesto The Wall, para algunos la obra maestra de Pink Floyd –por encima del Dark Side of the Moon- aunque para otros no fue más que un capricho churrigueresco de Roger Waters. Como sea, se trata del disco más vendido de la década de los setenta (en mi adolescencia era básico en las fiestas) y del que surgió una película de la que se rescataban sorprendentes escenas de animación.
Para los que nos tocó la época “grunge”, el Mellon Collie & The Infinite Sadness de Smashing Pumpkins nos obsequió verdaderos himnos generacionales llenos de melancolía, ya sea con guitarras distorsionadas o incluso hasta con orquesta sinfónica. Está dividido en dos partes, Dawn to Dusk y Twilight to Starlight, y ambas merecen la pena.
Pero mi gran favorito y que podría colocar como el mejor doble de la historia (con todo y las pedradas que seguramente recibiré) es sin duda London Calling, una soberbia colección de influencias punk, reggae, rockabilly y hasta pop. Por cierto que The Clash todavía se dio el lujo de lanzar Sandinista!, un disco triple igualmente variado aunque no tan bueno como su predecesor.
Otros dobles clásicos no tan obvios podrían ser Goodbye Yellow Brick Road de Elton John, que además de la clásica Bennie & The Jets incluye Candle in the wind que en 1997 sufriera –a mi parecer- una mala adaptación como homenaje a Lady Di.
Más reciente es el Stadium Arcadium de 2006, donde los Red Hot Chili Peppers exploran en 28 tracks ese sonido funk-punk (por llamarlo de alguna manera) que les ha caracterizado, aunque sin el genio de discos anteriores.
Por cierto -aunque espero equivocarme- en la actualidad, la creatividad, ya no digamos para producir un disco doble sino uno que valga la pena como para disfrutarlo de principio a fin, brilla por su ausencia. Es triste comprar un compacto sólo por uno o dos sencillos y retener el resto como mero relleno. Tales carencias las ha aprovechado por ejemplo el iPod; es preferible recopilar las favoritas a comprar un CD que no vale la pena en su totalidad.
Como sea, espero que os animéis a postear vuestros favoritos y defenderlos con argumentos.
Al menos para la música popular, el disco se estandarizó en diez o doce canciones, el número que correspondía al pago de derechos de autor. Pero el rock y sus exploraciones sonoras, terminaron por desquiciar el formato, ya sea diseccionando los temas en “partes” o bien componiendo canciones que superaban los 15 minutos.
El hambre creativa de los músicos reclamó entonces más espacio, y el sonido no tuvo más remedio que hacinarse en más de un disco. Fue así que el primer disco doble propiamente roquero llegó gracias al genio de Bob Dylan en 1966. Se tituló Blonde On Blonde, un estrujante ejercicio de buen blues y rock and roll.
Dos años después, los Beatles nos sorprenderían con su disco homónimo –más conocido como el Álbum Blanco- que en un inicio se iba a titular "Casa de Muñecas." De aquí sale la metalera Helter Skelter (que dicen influyó a Charles Manson para matar) así como Dear Prudence que versionó años después Siouxsie and The Banshees, entre otras canciones que ya todos conocemos.
Los Rolling Stones grabaron también su doble de estudio en 1972, el grandilocuente “número uno” tanto en Estados Unidos como en Reino Unido Exile on Main Street. Se trata de dieciocho composiciones que abarcan un amplio abanico de influencias, como el blues, el soul y el gospel. Qizás la más famosa es Tumbling Dice; al menos nunca falta en sus conciertos.
El que no puede faltar es, por supuesto The Wall, para algunos la obra maestra de Pink Floyd –por encima del Dark Side of the Moon- aunque para otros no fue más que un capricho churrigueresco de Roger Waters. Como sea, se trata del disco más vendido de la década de los setenta (en mi adolescencia era básico en las fiestas) y del que surgió una película de la que se rescataban sorprendentes escenas de animación.
Para los que nos tocó la época “grunge”, el Mellon Collie & The Infinite Sadness de Smashing Pumpkins nos obsequió verdaderos himnos generacionales llenos de melancolía, ya sea con guitarras distorsionadas o incluso hasta con orquesta sinfónica. Está dividido en dos partes, Dawn to Dusk y Twilight to Starlight, y ambas merecen la pena.
Pero mi gran favorito y que podría colocar como el mejor doble de la historia (con todo y las pedradas que seguramente recibiré) es sin duda London Calling, una soberbia colección de influencias punk, reggae, rockabilly y hasta pop. Por cierto que The Clash todavía se dio el lujo de lanzar Sandinista!, un disco triple igualmente variado aunque no tan bueno como su predecesor.
Otros dobles clásicos no tan obvios podrían ser Goodbye Yellow Brick Road de Elton John, que además de la clásica Bennie & The Jets incluye Candle in the wind que en 1997 sufriera –a mi parecer- una mala adaptación como homenaje a Lady Di.
Más reciente es el Stadium Arcadium de 2006, donde los Red Hot Chili Peppers exploran en 28 tracks ese sonido funk-punk (por llamarlo de alguna manera) que les ha caracterizado, aunque sin el genio de discos anteriores.
Por cierto -aunque espero equivocarme- en la actualidad, la creatividad, ya no digamos para producir un disco doble sino uno que valga la pena como para disfrutarlo de principio a fin, brilla por su ausencia. Es triste comprar un compacto sólo por uno o dos sencillos y retener el resto como mero relleno. Tales carencias las ha aprovechado por ejemplo el iPod; es preferible recopilar las favoritas a comprar un CD que no vale la pena en su totalidad.
Como sea, espero que os animéis a postear vuestros favoritos y defenderlos con argumentos.