Voy a dar mi puta mierda de opinión que no vale ni pa tomar por culo sobre las adicciones, que de eso sí controlo. De política, economía, sociedac, coronabicho, etc., no entiendo un culo, pero de adicciones, vive LOL que sí.
Me parece muy acertado el argumento del señor Demian cuando dice que lo primordial es querer dejarlo, eso está claro, lo que pasa es que, como dice también el señor Gintonic, muchas veces ese no es el primer y el último paso al mismo tiempo. En realidac, esto no se trata de una ecuación exacta, de un dos mas dos igual a cuatro, no, ni mucho menos, como mucho se puede uno aventurar a decir que no es lo mismo dejar la marihuana que el cabalino rampante, la farlopia o la priva. Los monazos son muy diferentes y atienden a diferentes grados de chunguez. Se trata más bien de cómo encajen las dos piezas del puzle, es decir, la drogaína en cuestión y la persona en cuestión, y sobre todo de la motivación que tenga la persona, esto yo creo que es lo más importante.
Un adicto que no tenga una motivación externa es mucho más difícil que se quite que uno que no la tenga. La mayoría de las veces la motivación externa es mucho más poderosa que la interna, ya que, el drogadisto tiene asumido que lo es y la mayoría de las veces le gusta serlo. Bueno, no es que disfrute con el hecho de saberse drogadisto, no es que se sienta orgulloso, es que simplemente le gusta la droga, lo sabe y no piensa dejarla porque se siente a gusto tomándola, ya sea por vicio o porque le quita las penas nonainoná. Es cuando existe esa motivación externa, la mayoría de las veces, cuando el mecanismo se pone en marcha.
Otra cosa que hay que tener en cuenta es que desengancharse implica mucho tiempo, y cuando digo tiempo estoy hablando de años. El que alardee de que lleva tres meses sin fumarse una platuki o sin meterse una loncha es un parguela, como decían los pistoleros del Eclipse. Ya tenemos la motivación (la mayoría de las veces externa) y el tiempo, a esto hay que añadir la cobertura social, o sea, amigos nuevos que no sean drogadistos y que acepten (o no se enteren) a un ex drogadisto. Esto es muy importante y muy dificil de conseguir, ya sea porque esos amigos nuevos veten al interfecto o porque este no consiga acoplarse a ellos después de tanta leña que lleva encima, tanto física como mental.
Repito, no existen fórmulas mágicas, programas realmente efectivos ni miracles, el rollo tiene que partir de uno mismo y después conseguir reunir al menos alguno e los factores antes citados. Pondré un ejemplo cercano a mí:
cmpi de talego. 32 años. Farlopérico y consumidor ocasional de jaco paco. Este nota, que llevaba cuatro años comidos a pulso, un day se enteró de que su señora madre estaba en las últimas debido a un ictus cerebral que le dejó medio cuerpo paralizado. Le quedaba muy poco para empezar a salir de permiso y el día que salió, lo primero que hizo fue ir a verla. La madre, con sus capacidades mentales muy mermadas, alcanzaba a recordar que su hijo era drogadisto y le preguntó con un hilo de voz además de con mucha pena si todavía seguía drogándose. El compi, mientras se mordía con fuerza el labio inferior, salió de la habitación de su madre a la cual cuidaban sus hermanas y rompió a llorar como un cabrón en el pasillo. Cuando volvió del primer permiso me dijo: "Hits, se acabó la puta droga", mientras yo le respondía: "¡Tes kí ya, no te lo crees ni tú, mamona!", y me reía al mismo tiempo. Me miró con ojos de "ya lo verás".
Durante los siguientes dos meses que pasaron hasta que volvió a salir de permiso le vi sudar, temblar, vomitar, pegarle puñetazos a la pared para que el dolor enmascarase un poco el mono y demás escenas desagradables de ver. Fue encadenando permisos hasta pillar el tercer grado y de ahí a la condicional, nunca volvió a probar la droga. Se puso delante de su madre y orgulloso le dijo que esa mierda se terminó, reforzó su discurso con unos análisis que se hizo en el medecino y por terceras personas sé que hoy en día sigue sin drogarse. Su madre falleció, pero le dio tiempo a ver que su hijo se había quitado de verdac. Él fue al entierro sacando mas pecho que un armao de la Macarena. A partir de ahí, se echó golfa, consiguió un trabajo, se fueron a vivir juntos y enderezó su vida.
La historia de este compi no pretende sentenciar que una vez te quitas de algo ya nunca más vas a volver a caer, pero en tal caso, es como cuando alguien empieza a tomar por primera vez. Es decir, se puede dejar de ser un adicto sobre todo con voluntad y motivación externa, otra cosa ya es que seas gilipollas para volver a ese mundo. Yo, por ejemplo, soy un sucnor que no tiene ni motivación externa suficiente ni intención de dejarlo, sobre todo la marihuana, pero poder, se puede, aunque el porcentaje sea mínimo, eso yes.
Para finalizar este tocho, dejo aquí un vidrio de un menda con el que me hubiese gustado toparme allí dentro: