PicaRa ·_.
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Uno de los muchos enfrentamientos de la Guerra de Sucesión Española, sin
embargo esta batalla se tiene por crucial. Tuvo lugar cerca de la localidad
española de dicho nombre, en el 25 de abril de 1707.
La Guerra comenzó por la disputa por la corona de España entre dos
pretendientes de distintas casas nobiliarias. El trono quedó vacante tras la
muerte de Carlos II "El Hechizado" sin descendencia, y miembros de las
familias de los Habsburgo austríacos y los Borbones franceses reclamaron ser
los legítimos herederos al trono. Debido a los grandes intereses políticos,
geoestratégicos y económicos existentes, todas las potencias europeas
tomaron parte en las confrontaciones de esta guerra, que se libró en varias
partes del continente desde 1701 a 1714.
En el teatro de operaciones en España, los partidarios del Archiduque Carlos
de Habsburgo se hicieron con Madrid, pero hubieron de evacuarla por la falta
de apoyo que recibieron en Castilla; la mayoría de sus ciudades se
declararon adeptas a la causa borbónica, y sus hombres engrosarían pues las
filas de los regimientos de Felipe V.
En 1707 llegaron a las cercanías de la localidad valenciana de Almansa los
dos grandes ejércitos de los bandos en conflicto.
Por un lado, las tropas del ejercito del Archiduque Carlos de Austria,
formadas en su mayoría por ingleses, holandeses y portugueses, sumando un
total aproximado de 24.000 hombres, al mando de Galway y el Marqués de Las
Minas, que a la vista de la batalla, ordenaron a sus tropas posicionando la
infantería en el centro y la caballería en las alas, con núcleos de infantes
entre los jinetes
Las tropas Borbónicas, partidarias de la causa de Felipe de Anjou, estaban
constituidas por unos 28.000 soldados hispanofranceses agrupados en 44
batallones y 57 escuadrones, a las órdenes del duque de Berwick. Ante la
llegada de sus enemigos, el duque opuso un frente formado por dos líneas de
infantería en el centro y caballería en el ala derecha, mandada por el duque
de Pópoli. Las mejores tropas de los borbónicos eran los nuevos regimientos
de la Guardia Real.
La batalla comenzó con un intenso fuego de artillería descargadas por las
baterías de ambos ejércitos.
Los infantes aliados comenzaron a avanzar por el centro, siendo repelidos
por la caballería de Pópoli, que luego cargó contra la derecha enemiga,
abatiendo a la primera formación de fusileros; sin embargo la segunda
aguantó el envite, contraatacó, y la caballería hubo de retornar a sus
líneas, hasta donde llegaron los soldados aliados, quienes deshicieron la
primera línea de fusileros españoles, que se retiraron, junto a la
caballería, al amparo de la segunda línea de franceses, que contuvieron el
ataque aliado mientras los españoles se reagrupaban en retaguardia y
contraatacaban de nuevo, franceses y españoles, aniquilando a toda la
derecha aliada.
Tras esto, los aliados realizaron por el centro un ataque tan brutal que
aniquiló la primera línea de infantería borbónica, y deshizo la segunda, de
tal forma que sus elementos se vieron empujados o bien a replegarse hacia
sus propios flancos, o a huir del campo de batalla hacia atrás. El ímpetu
del avance aliado partió en dos el frente hispanofrancés.
Sin embargo, la consecuencia de tal penetración fue que la mayoría de tropas
del Archiduque de Habsburgo se introdujeron imprudentemente entre las filas
de los borbónicos, superiores en número. Berwick aprovechó tal circunstancia
dirigiendo sus nutridos flancos hacia la cuña enemiga, mientras ordenaba a
la caballería de Amezaga, situada en el flanco izquierdo, cargar sobre la
retaguardia enemiga para cerrar la trampa.
Galway hubo de replegar a sus tropas precipitadamente, que huyeron en
desbandada sufriendo muchísimas bajas, pero no las suficientes como para
considerar que el enfrentamiento fuese aún definitivo; al término de la
jornada gran cantidad de los suyos se atrincheraron en los altos de
Cauderete.
Sin embargo, al día siguiente, los borbónicos pudieron comprobar cuanto
habían diezmado a sus enemigos: los 12.000 aliados atrincherados que
quedaron se rindieron a los hispanofranceses.
Los partidarios del Archiduque perdieron la batalla, unos 18.000 hombres, y
con ellos gran parte de las esperanzas en que su pretendiente ocupara en
breve el trono de España por un enfrentamiento decisivo en la Península
Ibérica. Los borbónicos pagaron el violento asalto inicial de los aliados
con unas 3.500 bajas, pero verían como Felipe V quedaba más consolidado como
soberano español, pues aunque sus enemigos peninsulares habían sido
derrotados y habían perdido la iniciativa, aún no estaban vencidos.
La guerra todavía proseguiría varios años más, y más batallas habrían de
librarse aún tanto en España como en el extranjero.
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Gracias a De Re Militari
LAS kejas en el buzon de la derecha ¬¬
embargo esta batalla se tiene por crucial. Tuvo lugar cerca de la localidad
española de dicho nombre, en el 25 de abril de 1707.
La Guerra comenzó por la disputa por la corona de España entre dos
pretendientes de distintas casas nobiliarias. El trono quedó vacante tras la
muerte de Carlos II "El Hechizado" sin descendencia, y miembros de las
familias de los Habsburgo austríacos y los Borbones franceses reclamaron ser
los legítimos herederos al trono. Debido a los grandes intereses políticos,
geoestratégicos y económicos existentes, todas las potencias europeas
tomaron parte en las confrontaciones de esta guerra, que se libró en varias
partes del continente desde 1701 a 1714.
En el teatro de operaciones en España, los partidarios del Archiduque Carlos
de Habsburgo se hicieron con Madrid, pero hubieron de evacuarla por la falta
de apoyo que recibieron en Castilla; la mayoría de sus ciudades se
declararon adeptas a la causa borbónica, y sus hombres engrosarían pues las
filas de los regimientos de Felipe V.
En 1707 llegaron a las cercanías de la localidad valenciana de Almansa los
dos grandes ejércitos de los bandos en conflicto.
Por un lado, las tropas del ejercito del Archiduque Carlos de Austria,
formadas en su mayoría por ingleses, holandeses y portugueses, sumando un
total aproximado de 24.000 hombres, al mando de Galway y el Marqués de Las
Minas, que a la vista de la batalla, ordenaron a sus tropas posicionando la
infantería en el centro y la caballería en las alas, con núcleos de infantes
entre los jinetes
Las tropas Borbónicas, partidarias de la causa de Felipe de Anjou, estaban
constituidas por unos 28.000 soldados hispanofranceses agrupados en 44
batallones y 57 escuadrones, a las órdenes del duque de Berwick. Ante la
llegada de sus enemigos, el duque opuso un frente formado por dos líneas de
infantería en el centro y caballería en el ala derecha, mandada por el duque
de Pópoli. Las mejores tropas de los borbónicos eran los nuevos regimientos
de la Guardia Real.
La batalla comenzó con un intenso fuego de artillería descargadas por las
baterías de ambos ejércitos.
Los infantes aliados comenzaron a avanzar por el centro, siendo repelidos
por la caballería de Pópoli, que luego cargó contra la derecha enemiga,
abatiendo a la primera formación de fusileros; sin embargo la segunda
aguantó el envite, contraatacó, y la caballería hubo de retornar a sus
líneas, hasta donde llegaron los soldados aliados, quienes deshicieron la
primera línea de fusileros españoles, que se retiraron, junto a la
caballería, al amparo de la segunda línea de franceses, que contuvieron el
ataque aliado mientras los españoles se reagrupaban en retaguardia y
contraatacaban de nuevo, franceses y españoles, aniquilando a toda la
derecha aliada.
Tras esto, los aliados realizaron por el centro un ataque tan brutal que
aniquiló la primera línea de infantería borbónica, y deshizo la segunda, de
tal forma que sus elementos se vieron empujados o bien a replegarse hacia
sus propios flancos, o a huir del campo de batalla hacia atrás. El ímpetu
del avance aliado partió en dos el frente hispanofrancés.
Sin embargo, la consecuencia de tal penetración fue que la mayoría de tropas
del Archiduque de Habsburgo se introdujeron imprudentemente entre las filas
de los borbónicos, superiores en número. Berwick aprovechó tal circunstancia
dirigiendo sus nutridos flancos hacia la cuña enemiga, mientras ordenaba a
la caballería de Amezaga, situada en el flanco izquierdo, cargar sobre la
retaguardia enemiga para cerrar la trampa.
Galway hubo de replegar a sus tropas precipitadamente, que huyeron en
desbandada sufriendo muchísimas bajas, pero no las suficientes como para
considerar que el enfrentamiento fuese aún definitivo; al término de la
jornada gran cantidad de los suyos se atrincheraron en los altos de
Cauderete.
Sin embargo, al día siguiente, los borbónicos pudieron comprobar cuanto
habían diezmado a sus enemigos: los 12.000 aliados atrincherados que
quedaron se rindieron a los hispanofranceses.
Los partidarios del Archiduque perdieron la batalla, unos 18.000 hombres, y
con ellos gran parte de las esperanzas en que su pretendiente ocupara en
breve el trono de España por un enfrentamiento decisivo en la Península
Ibérica. Los borbónicos pagaron el violento asalto inicial de los aliados
con unas 3.500 bajas, pero verían como Felipe V quedaba más consolidado como
soberano español, pues aunque sus enemigos peninsulares habían sido
derrotados y habían perdido la iniciativa, aún no estaban vencidos.
La guerra todavía proseguiría varios años más, y más batallas habrían de
librarse aún tanto en España como en el extranjero.
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Gracias a De Re Militari
LAS kejas en el buzon de la derecha ¬¬