Pues tu novia, en lo que te dice, está en lo cierto. Pero es que precisamente ahí es donde radica la diferencia entre alguien con talento de aquél que nació con un don. Dice Víctor del Árbol, que es un escritor que no me gusta mucho pero cuyas charlas sí merecen ser oídas, argumenta que todos tenemos una cierta habilidad para la escritura. Al igual que ocurre con el dibujo o el deporte, todo ser viviente tiene un cierta cualificación, un talento, pero sólo llegan a explotarlo del todo aquéllos con la cabezonería suficiente como para escribir a diario estén inspirados o no; ésos serían los que tienen el don de la escritura.
A escribir sólo se prende escribiendo y leyendo mucho. Bueno o malo, da igual. Es algo sobre lo que hay mucho acuerdo entre los escritores profesionales. Al igual que a follar se aprende follando, uno domina las letras a base de echarle horas. No hay que buscar mecanismos secretos ni nada por el estilo, lo único que has de hacer es dedicar un rato cada tarde [2000 palabras es el mínimo que se exige a sí mismo Stephen King] sea el resultado productivo o no.
El principal problema es que la gente se piensa que escribir es algo complejo, una especie de proceso costoso que requiere de una concentración de la hostia y para el que es necesario una atmósfera especial que te permita utilizar expresiones raras. Escribir es mucho más sencillo que todo eso: sólo hay que tener una buena idea y hallar el pulso narrativo necesario para desarrollarla. Pero, casi siempre, los autores nóveles tienden al exceso. Cuando un muchacho está empezando verás que no escribe como una persona normal y empieza a rebuscar en su diccionario de sinónimos palabros extraños que encaja como puede generando una suerte de pastiche que canta mucho. Por cosas que no vienen al caso, alguna vez me he encargado de revisar un libro antes de que éste fuera publicado; la típica novela de debut que una editorial me pidió leer. El autor, al cual conocía, ponía en boca de presuntos adolescentes expresiones tan rebuscadas como cuan pequeña soy yo en el mundo, apenas una mota insignificante o me gustaría verte hoy mas no me va a ser posible. ¿Qué adolescente habla así en su día a día?
Hay que buscar la sencillez, la naturalidad; forzar las cosas rara vez funciona en la vida, menos aún lo hará en la literatura.
Y esto nos lleva a otro punto: saber poner límites y ser realista. Uno no puede pretender escribir una novela decente sin haber escrito antes un relato corto que entretenga, o un post en este foro. No es extraño toparte con alguien que te dice llevo 300 páginas de mi novela de debut y no sé por dónde seguir, tengo un vacío creativo. No, hijo, no, es que se te ha ido de las manos.
Hay mucha divergencia sobre cuál debe ser el proceso creativo a la hora de ponerse a escribir. King o Pratcher no planifican casi nada. Famosa es la analogía de King referente a escribir una novela y encontrar el fósil de un dinosaurio; él dice que, a partir de una pequeña idea germen [que, a veces, termina siendo anecdótica para la trama], se deja llevar según intuiciones y termina escribiendo un librazo de 500 páginas, como cuando encuentras una garra de un velociráptor y, a base de rascar y rascar, sacas a la luz todo el puto esqueleto. El segundo inventaba personajes, los perfilaba y, después, los ponía en situaciones complejas e imaginaba cómo podían actuar ante ellas, improvisando sobre la marcha.
Otros, sin embargo, lo necesitan tener todo absolutamente planificado. Martin, Reverte y muchos más trabajan de esa manera. Con esquemas, curvas de tensión narrativa y hasta despiece de capítulos y número de palabras y páginas.
Mi consejo es que, antes de nada, intentes encontrar tu estilo. No el que te gusta sino el que de manera más o menos natural tienes. Esto sólo se consigue, al principio, copiando. S.J. Perelman decía que el principal problema de los novatos era el miedo a copiar. Venía a comentar algo así como que los autores nóveles se veían a sí mismos como seres nacidos de la frente de Zeus, inspirados por su divinidad e incapaces de admitir no tener aún los recursos necesarios para escribir bien. Un juego que se suele proponer en cursos de escritura creativa es intentar escribir a la [inserte aquí el nombre del autor que se quiera]. Y, para eso, hay que haber leído mucho antes, no por mera diversión, que también, sino, sobre todo, para encontrar los recursos narrativos que el autor ha elegido o que le han surgido de manera intuitiva. En arte, en arquitectura, en música... cualquier referente siempre ha empezado copiando.
Por otro lado, debes distinguir entre relatos cortos y relatos largos. En uno corto lo importante son las acciones, en uno largo, los personajes. Es cierto que hay puntos intermedios pero más o menos esto es una verdad constatable.
Te propongo un juego, uno muy sencillo para que empieces. De los cuadros de Hooper que te salen como primera respuesta en Google al poner, literalmente, "cuadros Hooper" elige tres, los tres que te salga de la polla y, a partir de ellos y basándote en su contenido, intenta planificar una línea de guion, no más de 3 renglones y, si eres capaz, transforma esa idea en un relato de 5 páginas. Ésos son los tipos de trabajos que te van a mandar en cualquier curso de escritura [he hecho unos cuantos, a veces por gusto, otras por echar una mano al amigo que lo impartía].
Por supuesto, leer los libros en los que los autores hablan de su método puede ser interesante, pero son tan diversos que, al final, verás que cada uno tiene que encontrar el suyo propio. Aun así, De qué hablo cuando hablo de escribir [de Murakami] o Mientras escribo [de King] son dos clásicos.
PD.- Otra buena propuesta, por ejemplo, sería crearte un clon para el foro. Un personaje que no fuera, para nada, lo que eres tú y obligarte a escribir, cada día, al menos 3 posts de una extensión considerable. Otro de los errores comunes de escritores experimentados o no es que todos sus personajes hablen con el mismo tono y las mismas expresiones.