Arrigo Sacchi y el limbo del opinólogo

Registro
14 Dic 2004
Mensajes
2.012
Reacciones
2
Aquí posteo el artículo de Luis Ventoso poniendo el dedo en la llaga....



NO EXISTE niño que no haya pasado por el pegajoso trance. Unos parientes, a los que que veías muy de tarde en tarde, aparecen por casa. Como gesto de cariño, te retuercen y besuquean los mofletes y te lanzan la gran pregunta social de los adultos: «Y tú, neniño, ¿qué quieres ser de mayor?». Los críos de los años 70, incluso los bajitos, lo teníamos claro: «Yo quiero ser Iríbar».

Los chavales de los 80 querían ser Alaska, (o Mario Conde, o Butragueño). Los niños de los 90 soñaban con convertirse en Bill Gates (y los más balas, en Bart Simpson). Hoy, si entras en una escuela y emites el «¿qué queréis ser de mayores?», los infantes te responden a coro: «¡Arrigo Sacchi!».

Resulta complejo idear un oficio más admirable que el que tenía Arrigo Sacchi en el Bernabéu. Florentino Pérez fichó hace justo un año al entrenador italiano, de 58 años, para un cargo esotérico: «Director de fútbol». El estratega que en su día había revolucionado el calcio con el Milán firmó un contrato indefinido y muy bien remunerado. A cambio, le aguardaban tareas directivas de alta exigencia: ver los entrenamientos desde la grada (lo cual no es asunto menor, dadas las temperaturas crudas de Madrid y la desprotección craneal radical del transalpino); chapurrear con Luxemburgo en un una mezcla comanche de castellano, portugués e italiano; conspirar horas y horas con el siempre anodino Butragueño; transmitirle los cotilleos del vestuario al presidente y poner en riesgo el control del colesterol visitando los restaurantes más onerosos de Madrid.

Sacchi resumía a la perfección un perfil de ejecutivo que comienza a imperar en las empresas: el opinólogo, un cargo carente de tarea concreta. Si todo va mal, el opinólogo se luce ante sus superiores indicando las miserias de los que curran, aunque, eso sí, siempre sin aportar soluciones alternativas. Si las cosas van bien, el opinólogo dedica su tiempo a intentar hacer ver que todo marcha rodado merced a sus buenos consejos.

Pero como la condición humana es cruel y no admite la felicidad perpetua, Sacchi ha perdido el favor de Florentino. El asunto merece una lectura teológica: ¿no tendrá que ver la caída en desgracia del gran opinólogo italiano con el descubrimiento vaticano de que el limbo ya no existe?
 
Ostia! Yo pensaba que lo de trance era por ese estilo musical.
 
Arriba Pie