Artículos de opinión en la prensa escrita

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22 Jul 2011
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Hoy mi padre me ha dado a conocer un análisis del País sobre los problemas de la izquierda que me ha parecido de lo más acertado y espero que el hilo sirva para conocer otros artículos de opinión de la prensa que den para debate o simplemente apunten algún detalle interesante.

No todos tenemos acceso a los diferentes diarios y de esta manera se puede estar al día. Una especie de resumen de la prensa desde la perspectiva de tipos que desde la coherencia y la racionalidad serían mejores políticos que los que desgraciadamente nos gobiernan.


Partidos políticos: El sexo de la izquierda | Opinión | EL PAS

El sexo de la izquierda, de Víctor Lapuente

A fuerza de insistir en los derechos de unos grupos, ha dejado de ser vista como representante de la sociedad en su conjunto

A diferencia de los ángeles y los partidos de derechas, la izquierda tiene sexo. Se declara feminista, como el PSOE desde Zapatero; o quiere feminizar la política, como Podemos. La izquierda ha ganado etiquetas. Además de socialista, es ecologista, feminista y defensora de las minorías. Esta diversidad ofrece oportunidades, pero también riesgos.

Por una parte, la izquierda se ha adaptado a los cambios sociales que han diezmado a su electorado clásico, los trabajadores varones. No se puede vivir de la nostalgia y, en el siglo XXI, la defensa de la igualdad debe incorporar consideraciones culturales, de género, o de orientación sexual. La izquierda hace bien en proponer medidas contra la discriminación de cualquier colectivo en cualquier frente: escuela, trabajo o esfera privada.

Pero todo lo bueno que tienen estas políticas integradoras lo tiene de malo el discurso político que las acompaña. Este es el telón de Aquiles de la izquierda contemporánea. A fuerza de insistir en los derechos de unos grupos, la izquierda ha dejado de ser vista como representante de la sociedad en su conjunto. Ha caído en lo que Bo Rothstein, para Europa, y Mark Lilla, para EEUU, denuncian como la política de la identidad. La izquierda enfatiza más las diferencias entre distintos grupos sociales que las semejanzas entre todos los ciudadanos.

La fallida campaña de Hillary Clinton es una seria advertencia para los progresistas en todo el mundo. Hillary sustituyó una visión general para el país por menciones a colectivos concretos: afroamericanos, latinos, LGTBI y, sobre todo, mujeres. En principio, parecía un buenmarketingpolítico. Singulariza tu producto. Pone nombre y apellidos, sexo y etnia, a tus potenciales clientes. Pero la política no es como la moda. Cuando apelas a un grupo concreto, alienas a otro. En este caso, al hombre blanco.

La izquierda en muchos países corre el peligro de deslizarse por la misma pendiente: que la defensa de políticas para los más desfavorecidos desemboque en un conflicto identitario. Para evitarlo, los progresistas tienen que ser como los ángeles, inteligentes y asexuados.
 
Enlazando con el anterior. Otro ejemplo de la basura moral que es la izquierda actual.

Adiós a una Siria libre

Adiós a una Siria libre
Luz Gómez

Hace año y medio que entre los políticos "realistas" occidentales se viene fraguando la tesis de que la solución a la guerra en Siria consiste en contentarse con aquello de "del mal, el menos". Y ya está aquí. Se llama Bashar Al Asad y ha puesto su bandera en el este de Alepo, ciudad dividida en dos en 2012 y símbolo de la revolución siria. Que el mal menor sea responsable del 80% de los 500.000 muertos y de los doce millones de desplazados y refugiados del país, de la puesta en marcha de la guerra civil que lo ha devastado y del arraigo del Estado Islámico en un cuarto de su territorio, poco importa ante los intereses de Rusia y su política de hechos consumados: Rusia ha convertido la guerra siria en una cuestión nacional, hasta el punto de que su ministro de Exteriores, Serguéi Lavrov, declaró antes de las elecciones estadounidenses que una nueva guerra fría podría estar a la vuelta de la esquina.

Estados Unidos y la Unión Europea a la zaga se han enredado durante meses en una cadena de concesiones a las exigencias de Rusia para emprender algún tipo de negociación que dé una salida política al conflicto. Las condiciones de Rusia han crecido al ritmo del avance de las tropas del Al Asad, apoyadas sin disimulo por el Ejército de Moscú. Y lejos de haber conseguido algo, la proverbial prudencia de Kerry se ha convertido en proverbial impotencia ante el cambio de rumbo de la guerra. Si hace dos años Al Asad apenas controlaba un cuarto del territorio del país, hoy la situación se ha revertido por completo, excepto en lo que atañe a las regiones bajo control del Estado Islámico.

Salvo en el caso de Palestina, nunca antes la ONU había sido tan inoperante y menospreciada. El Consejo de Seguridad está bloqueado por Rusia con la aquiescencia de China, la Asamblea General está muda de impotencia y el enviado especial a Siria, Staffan de Mistura, es objeto de mofa por parte de Al Asad sin que haya consecuencias. De la UE nadie espera mucho en política exterior, y Al Asad lo sabe tan bien que el pasado 7 de diciembre despachó con un 'no' rotundo e inmediato el llamamiento de seis capitales occidentales a una tregua en Alepo para establecer un corredor humanitario por el que evacuar a la población. Al Asad, que ha sido acusado por Ban Ki-moon, el exsecretario general de la ONU, de cometer crímenes contra la humanidad, repitió que solo le vale la rendición incondicional de lo que considera sin matices “organizaciones terroristas”. Luego, ha tenido que callar y doblegarse ante la fuerza de Rusia, que le ha impuesto una tregua pactada con Turquía, su peor enemigo, ninguneando a Irán, su mejor aliado. Es más, el gobierno ruso, en clara provocación a Teherán, ha invitado a Arabia Saudí a la ronda de negociaciones que se espera comience a finales de enero en Astaná. Está por ver si la tregua consigue llegar a entonces o sucumbe, como es previsible, a los intereses encontrados de Rusia e Irán. De momento, prosiguen los bombardeos de las milicias proiraníes a los enclaves sitiados en los alrededores de Damasco.

En menos de un mes de ofensiva contrarrevolucionaria, Alepo ha caído, y con ella el futuro de una nueva Siria. El mal menor que ha elegido la comunidad internacional es el peor de los males para Siria, y por muchos motivos para el mundo. Los sirios se levantaron contra un régimen represivo que durante décadas (antes que el hijo estuvo el padre, Hafez Al Asad) les había privado de cualquier horizonte de libertad y bienestar; que, escudado en una vacua retórica antisionista, pretendía ocultar que nunca entró en sus planes recuperar el Golán, el territorio sirio ocupado por Israel en 1967; y que, a base de cárceles y torturas, había apagado sucesivos levantamientos populares. Caído el clan de los Mubarak y los Gadafi, Siria era, y es, el principal representante del patético concepto de “república monárquica árabe”. Ningún futuro les cabe a los sirios con Al Asad.

El mundo vuelve la cara ante el hecho de que Al Asad es el principal responsable de la militarización del conflicto y de su deriva yihadista. La guerra no surgió por generación espontánea, la guerra fue fruto de una planificación deliberada del régimen cuando en 2012 el arraigo del levantamiento popular amenazaba su continuidad. Las puertas de las cárceles sirias no se abrieron solas: los 2.000 presos yihadistas que salieron cumplieron con lo que se esperaba de ellos y pronto se reagruparon con sus camaradas de Irak gracias a unas fronteras de repente porosas. Y así nació la Organización del Estado Islámico de Irak y Siria, luego solo Organización del Estado Islámico cuando al nuevo “Estado” le surgieron colonias por el resto del mundo (Libia, Mali, Nigeria, Yemen, Afganistán). Las conquistas territoriales y los salvajes golpes de efecto del recién llegado transformaron de forma radical el conflicto sirio, tanto las estrategias de la oposición como la imagen de la guerra que se proyectaba hacia el exterior. Y la revolución siria agonizó entre las luchas intestinas de la oposición, la intromisión de las potencias regionales y una opinión internacional volcada en la lucha contra el “terrorismo internacional”. Pero no lo olvidemos: este Frankenstein tampoco nació solo, Al Asad es su padre.

Con la caída de Alepo, la guerra en Siria está decantada. Alepo es Madrid. Si en 1939 se había convertido en un lugar común entre la entonces no llamada “comunidad internacional” que Madrid no era una ciudad libre, que los “comunistas” la habían tomado, hoy el “Daesh” (denominación elegida por quienes prefieren asustar con el misterio en lugar de llamar a las cosas por su nombre: Organización del Estado Islámico) ocupa en el imaginario occidental el lugar de aquellos comunistas con cuernos. Por más que se repita que fueron las milicias rebeldes las que expulsaron a la Organización del Estado Islámico del este de Alepo en 2014, enfrentándose por ello con el entonces Frente al-Nusra (hoy llamado Fath al-Sham, tras haber roto sus lazos con al-Qaeda en julio pasado), a nadie le importa el destino de la resistencia civil y de los activistas revolucionarios que han caído con Alepo.

Y lo más grave de esta burda interpretación de la guerra siria es que en ella convergen la derecha y buena parte de la izquierda, sobre todo la que se tiene a sí misma por guardiana de las esencias. Marine Le Pen, presidenta del Frente Nacional francés, ha ido a ver a Al Asad, y también Javier Couso, eurodiputado por Izquierda Unida. Y en medio de este batiburrillo ideológico del capitalismo globalizado, al que ahora viene a sumarse el tándem Putin-Trump, se halla el ciudadano bienintencionado, que para salir del paso se refugia en las simplificaciones. Si la guerra siria ha logrado algo además de devastar un país y un pueblo, ha sido acabar de paso con el mito de la izquierda antiimperialista, atrapada hoy en una retórica neocolonial con acento ruso. Es un daño nada desdeñable ante los tiempos que se avecinan, tan necesitados de diques firmes contra el fascismo y la islamofobia.
 
Lo que no me queda claro es si Putin es de izquierdas ó ultrasur.
Lo que está claro es que no empatizar mucho con el Islam

Ka®ma i libro del amol
 
HoEste es el telón de Aquiles de la izquierda contemporánea. A fuerza de insistir en los derechos de unos grupos, la izquierda ha dejado de ser vista como representante de la sociedad en su conjunto. Ha caído en lo que Bo Rothstein, para Europa, y Mark Lilla, para EEUU, denuncian como la política de la identidad. La izquierda enfatiza más las diferencias entre distintos grupos sociales que las semejanzas entre todos los ciudadanos.

THIS. Se ha acobardado, no ha querido meterterse en el meollo de la economía y se ha zambullido en el más cómodo debate de los derechos identitarios.....muchos de ellos apoyados por la derecha más ultraliberal, con lo que todo se confunde. Han hecho el trabajo sucio del divide y vencerás mientras algunos se llevaban los vítores y aplausos de grupos subvencionados. De nada me sirve que dos gays se puedan casar si viven en la precariedad constante, hay gays y mujeres cuyo pensamiento económico es ultraliberal y la izquierda no tiene nada que hablar con ellos y mis compañeras de trabajo tienen más en común conmigo, un hombre, que con varias zorras que escriben en columnas loas al libre mercado a la vez que presumen de feministas de la vida.

Y la derecha económica felicísma, descojonándose viendo como la izquierda sigue creyendo que los que explotan a los trabajadores son los mismo meapilas carcas de antaño y que con ese discurso identitario por lo menos les irritan y no se meten con la economía y los derechos de los trabajadores.

La fallida campaña de Hillary Clinton es una seria advertencia para los progresistas en todo el mundo. Hillary sustituyó una visión general para el país por menciones a colectivos concretos: afroamericanos, latinos, LGTBI y, sobre todo, mujeres. En principio, parecía un buenmarketingpolítico. Singulariza tu producto. Pone nombre y apellidos, sexo y etnia, a tus potenciales clientes. Pero la política no es como la moda. Cuando apelas a un grupo concreto, alienas a otro. En este caso, al hombre blanco.

Básicamente, el divide y vencerás. Porque es más fácil satisfacer necesidades particulares de grupos que los grandes problemas comunes. No deja de ser una forma de clientelismo.
 
Última edición:
NO VALE A TODO. by Mariano Gomà, Presidente de SCC




En los últimos cuarenta años España ha evolucionado a velocidad de vértigo pues nuestra tan anhelada libertad y democracia representó una explosión de ilusión colectiva en donde además pusimos los cimientos de nuestra convivencia como fue todo el marco legal y sobre todo la Constitución de 1978. Hoy, ya adentrados en el siglo veintiuno, España experimenta una situación convulsa en la que quizás por un cierto agotamiento de las formaciones políticas clásicas unido a la devastadora y cruel crisis de los últimos años; se ha desvelado por un lado la pobreza y precariedad de millones de personas y por otra parte los inaceptables escándalos de corrupción en todas las administraciones públicas.

Y como consecuencia necesaria han florecido nuevas formaciones políticas de corte radical y antisistema que han entrado en el escenario con sus grandes zapatos enarbolando la intención de poner patas arriba el sistema; y lo están haciendo en complicidad con el independentismo radical que gobierna Cataluña, que por supuesto está empecinado en demonizar todo aquello que huela a España, por el simple hecho de ganar adeptos a la causa del “prucés”, que no es más que el camino hacia el suicidio colectivo del Flautista de Hamelin.

Así las cosas, todos esos “terminators” de la convivencia y la paz social han descubierto el filón del antídoto como es la desobediencia a las leyes, la quema de la Constitución y su significado y el desafío a la legalidad, que conjuntamente con la burla a las decisiones judiciales, están llevando al país a un estado de perplejidad en el que, afortunadamente, la gente empieza a darse cuenta de la patraña criticando más toda esa suerte de insultos a la convivencia y pudiéndose evidentemente palpar la decepción en la opinión pública. Y más aún en las propias filas independentistas que están ya agotadas de tanta provocación y vacío discurso.

Somos una sociedad democráticamente joven pero no aceptamos que se nos trate de simples y sumisos. Sabemos que las leyes que entre todos hemos aceptado están para cumplirse y lo hacemos porque es nuestro deber aunque a veces no nos guste o sea lesivo para nuestros intereses personales; tenemos conciencia del bien y del mal y tememos y acatamos las decisiones de la madre justicia porque así nos lo impone la convivencia social. Y cuando a todo ello aparecen personajes además con responsabilidades políticas y de gobierno predicando con el ejemplo la desobediencia, la insumisión, la burla de la legislación y la provocadora actitud de quién se cree por encima de la verdad, debemos alzar alta y clara la voz, denunciando, condenando y apartando democráticamente de las poltronas a toda esa gente para que no nos sigan arrastrando a la jungla de la anarquía el desorden y el desgobierno.

Decididamente, no vale a todo.
 
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