EL DESGRACIADO HOMBRE DE ESTRASBURGO
Casi en la frontera con Alemania (yo me dirigía a Polonia) me para un buen hombre una noche de frío y viento en un camión de puta madre -era transportista-. Hablamos un rato y yo me echo la manta y me duermo. Me despierto al rato porque le llaman por tlf. al hombre. Yo entiendo lo justo de francés pero vamos, al hombre le dijeron que su madre se había muerto.
Se puso a llorar como una maricona en un tramo de montaña donde no te puedes parar, tenía los ojos rojos y no paraba de cerrarlos, se le caían los mocos y gritaba como una furcia "Ma mere, ma mere!", y yo pensaba "Me cago tu mere hijo de puta, mira a la carretera que nos matamos"; le intenté consolar como pude, pero era una situación muy embarazosa, no sabía qué hacer y quería irme de allí.
Total que al final llegamos a un parador porque no podía seguir conduciendo. Yo bajé del camión, enrollé la manta y salí corriendo bosque a través mientras le escuchaba "Mon Dieu! J´aimerai ma mere beacoup beaocup!". Que lo consuele la zorra de su abuela.
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Jipi con un mancha de lefa en el pantalón y pose de guarra comepollas en trayectos interurbanos hace dedo para que la violen y la maten
Si bien fue una modalidad de viaje famosa allá por los 60-70, ahora el autostop parece relegado a situaciones anecdóticas, ya no es costumbre ni entre los pobres (que yo me pregunto cómo coño viajarán ahora los pobres, si es que viajan), y si a una zorrita joven le mentas lo de "hacer dedo" enseguida piensa en Bisbal y la intimidad de su cuarto.
Ahora la gente teme a los autoestopistas, y éstos a su vez a cualquiera que les recoja (Alcácer hizo mucho daño), los últimos años en que hice autostop la peña no quería ni hablar conmigo, me subían las ventanillas y los pestillos del coche, y a todo camionero de peloenpecho le han intentado atracar por lo menos una vez, por lo que la mayoría no recogen a nadie ya.
Pero mis momentos de autostó no me los quita nadie: las risas que me eché con el cartel de "RECÓGEME, CUENTO CHISTE DE LA VACA" cuando aquello estaba de moda (luego cuando me pedían que contara el chiste yo decía "MUUUU!!" y me miraban con cara de subnormales), y viajar de punta a punta del país con sopitas Knorr y robando fruta.
Canis haciendo dedo para ir a casa de su abuela a que les haga la merienda
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LOS CHICOS BELGAS
Me recogieron con un Renault en una gasolinera a la salida de Bruselas y empiezo a charlar con ellos y tal, muy majos, y de repente el que no está conduciendo me pone la mano en el muslo así de manera cariñosa (íbamos los dos atrás) y me empieza a hacer caricias. Yo me asusté –lógicamente- porque no sabes lo que pueden hacer dos petaculos belgas cuando tienen un ano sudao a su disposición, pero a fuerza de hablar y reirnos se me quitó la vergüenza y le comí el nardo (es muy excitante que te digan cosas guarras homosexuales en francés)
Cuando se corrió paramos y se cambiaron de asiento y entonces se la comí también al otro, que la tenía muy grande y su glande golpeaba en mi campanilla.
Estos gays recién comprometidos y tan liberales se iban de viaje de novios clandestino a Marsella y me dejaron en la puerta de la casa de mi tía. Yo les agradecí enormemente el trayecto, y me despedí de ellos deseándoles un feliz viaje de novios, con el regusto de dos clases distintas de semen en la boca (es algo así como la salsa de yogur griega pero menos refrescante y más embriagador)
Casi en la frontera con Alemania (yo me dirigía a Polonia) me para un buen hombre una noche de frío y viento en un camión de puta madre -era transportista-. Hablamos un rato y yo me echo la manta y me duermo. Me despierto al rato porque le llaman por tlf. al hombre. Yo entiendo lo justo de francés pero vamos, al hombre le dijeron que su madre se había muerto.
Se puso a llorar como una maricona en un tramo de montaña donde no te puedes parar, tenía los ojos rojos y no paraba de cerrarlos, se le caían los mocos y gritaba como una furcia "Ma mere, ma mere!", y yo pensaba "Me cago tu mere hijo de puta, mira a la carretera que nos matamos"; le intenté consolar como pude, pero era una situación muy embarazosa, no sabía qué hacer y quería irme de allí.
Total que al final llegamos a un parador porque no podía seguir conduciendo. Yo bajé del camión, enrollé la manta y salí corriendo bosque a través mientras le escuchaba "Mon Dieu! J´aimerai ma mere beacoup beaocup!". Que lo consuele la zorra de su abuela.
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Jipi con un mancha de lefa en el pantalón y pose de guarra comepollas en trayectos interurbanos hace dedo para que la violen y la maten
Si bien fue una modalidad de viaje famosa allá por los 60-70, ahora el autostop parece relegado a situaciones anecdóticas, ya no es costumbre ni entre los pobres (que yo me pregunto cómo coño viajarán ahora los pobres, si es que viajan), y si a una zorrita joven le mentas lo de "hacer dedo" enseguida piensa en Bisbal y la intimidad de su cuarto.
Ahora la gente teme a los autoestopistas, y éstos a su vez a cualquiera que les recoja (Alcácer hizo mucho daño), los últimos años en que hice autostop la peña no quería ni hablar conmigo, me subían las ventanillas y los pestillos del coche, y a todo camionero de peloenpecho le han intentado atracar por lo menos una vez, por lo que la mayoría no recogen a nadie ya.
Pero mis momentos de autostó no me los quita nadie: las risas que me eché con el cartel de "RECÓGEME, CUENTO CHISTE DE LA VACA" cuando aquello estaba de moda (luego cuando me pedían que contara el chiste yo decía "MUUUU!!" y me miraban con cara de subnormales), y viajar de punta a punta del país con sopitas Knorr y robando fruta.
Canis haciendo dedo para ir a casa de su abuela a que les haga la merienda
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LOS CHICOS BELGAS
Me recogieron con un Renault en una gasolinera a la salida de Bruselas y empiezo a charlar con ellos y tal, muy majos, y de repente el que no está conduciendo me pone la mano en el muslo así de manera cariñosa (íbamos los dos atrás) y me empieza a hacer caricias. Yo me asusté –lógicamente- porque no sabes lo que pueden hacer dos petaculos belgas cuando tienen un ano sudao a su disposición, pero a fuerza de hablar y reirnos se me quitó la vergüenza y le comí el nardo (es muy excitante que te digan cosas guarras homosexuales en francés)
Cuando se corrió paramos y se cambiaron de asiento y entonces se la comí también al otro, que la tenía muy grande y su glande golpeaba en mi campanilla.
Estos gays recién comprometidos y tan liberales se iban de viaje de novios clandestino a Marsella y me dejaron en la puerta de la casa de mi tía. Yo les agradecí enormemente el trayecto, y me despedí de ellos deseándoles un feliz viaje de novios, con el regusto de dos clases distintas de semen en la boca (es algo así como la salsa de yogur griega pero menos refrescante y más embriagador)