Bici, culo y mercromina

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Benito

"Gracioso" a base de fórceps
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13 Jul 2003
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Corria 1995, por aquel entonces, estaba bastante de moda hacer el monguer con la bici de cross, los que no podiamos por razones monetarias acceder al cadillac de hacer trucos con la hermana fea del vehiculo de Indurain, esto es, la "monty"

Trialsbike20-2003.jpg


Siempre habia algun idiota, que era el que menos se metia en el half pipe, que tenia la bici de 100.000 pelas, y tu, con tu bmx del pryca, partias casco tras casco tirandote por aquel semitubo infernal, que para mas inri, en algunos casos era de madera y te levantabas del suelo que parecias un cactus de las astillas.


En mi caso, yo me tire unas cuantas veces con un trasto infernal sin frenos por aquel bisel de alcantarilla gigante, dandome sendas ostias, pero hubo una que fue especial.

Era yo novato en esto de los "bicivoladores" cuando me acontecio, que recien visitada la gasolinera para inflar las ruedas, me fui a tirar la primera vez a mi propia desgracia gravitatoria. No hace falta explicar, que como los comienzos son duros, el mio no lo iba a ser menos, de manera que me dispuse al suicidio, coloque el pedal en el "copi" y al girar el manillar para tirarme, se me engancho la sudadera, y la bici bajo sola.

"Vaya mierda" llevareis pensando un rato, pero las leyes de la fisica son traicioneras y en esta ocasion, decidieron que el vehiculo sin motor, se fuera hacia el otro lado derecha, y volviera recta sin que yo me diera cuenta.

Cuando consegui soltar mi sudadera, intente bajar corriendo por el "half-pipe" para no quemarme al resbalar, y aqui vino mi compañera a recojerme, eso si, producto del ajetreo, llevaba el sillin haciendo el saludo nazi, el cual, procedio con profusion a impactarme en el asterisco, sumando mi velocidad de bajada, y la suya de subida.

Y en su vida, me cague, pero no metaforicamente. Producto del nerviosismo de tirarme de tan alto teniendo vertigo, estaba a punto de sacar la leña al patio y llamando tan ilustre invitada a mi puerta, no pudo hacer otra cosa que salir a preguntar "¿Quien?"

Ahi fue donde aprendi, que los pantalones anchos son un error, no hay como una prenda que te sujete las avalanchas, sin que te lleguen a aflorar por un tobillo, delante de gente que a los 14 fuma porros, se mete tripis y vende walkmans robaos.
 
Benito, con cariño, no se si soy yo o eres tú, pero sólo me he enterado de que te cagaste encima.

Yo me he abierto la cabeza varias veces (no es que relacione la frase anterior con esto) pero la más absurda de todas, fue de pequeño en el parque de atracciones, cuando los coches de choque iban rápido de verdad y yo no medía más de 1,20 metros.

Un mal viaje de un hijo de puta hizo que la inercia de mi ya por entonces voluminosa cabeza impactara contra el palo de las chispas (creo que es el nombre técnico) e instantáneamente empezara a salir sangre a borbotones de la misma. Tras la escena y dada mi dilatada experiencia con las heridas de sangre en esa zona, aparqué el coche en un lado de la pista y me quedé esperando a que la música terminara, pero un viejo me debió ver mala cara y al preguntarme qué me pasaba y enseñarle yo la mano ensangrentada se lanzó del coche en medio de la pista, como si yo necesitara su ayuda, y esquivando los coches con mayor agilidad que un recortador los toros, me sacó del mío y me llevó con mis padres.

Me cosieron la cabeza allí en el mismo parque y aún a día de hoy me arrepiento de no haber solicitado indemnizacion.

Podéis darme las gracias, ya que al poco tiempo fue cuando redujeron la velocidad de los coches y recortaron la felicidad de miles de niños y jóvenes. Yo soy proactivo.

Haced caso a Benito, dejad vuestro orgullo bien guardado como yo hice, y postead cabrones. Pensad que siempre habrá alguno posteando una mierda mayor que la vuestra y que en el 99% de las ocasiones ese alguien seré yo.
 
Hace muchos muchos años, en un tranquilo verano en un pueblo castellano, habia un grupo de chicos persiguiendo a chicas en bici. Uno de ellos era yo...
Según fuentes consultadas post-ostia, yo pretendía agarrar a una chica por el pelo, o lo había conseguido ya...pero esta se giro y me tiro de la manga de la sudadera.
Total, que por la ley de la palanca volé por el aire y aterrice en mi cabeza.

Desperté en una cama, con el medico del pueblo y mis padres mirandome como si fuese un cadaver. Fue como despertar en mi propio velatorio. El golpe me dejo inconsciente y asi me llevaron a casa. El medico no tenia mas respuesta : esperar que despertase de mi "coma".
Creo que estuve como unas 6 horas inconsciente, y no recuerdo nada de aquel día.

Ya en el hospital me hicieron pruebas muy graciosas y me metieron en el tubo ese que da claustrofobia. De la ostia me había fracturado el parietal en dos, y la cosa era grave.
La fractura podría crecer hacia dentro y llegar al cerebro....para evitar esto había que literalmente abrirme la cabeza e introducir una "placa" que forzase el crecimiento hacia arriba de la fractura.
Si me lee algún medico tiene pleno derecho a reírse de la terminología empleada.

"Es fundamental que no te golpees la cabeza hasta la adolescencia" me dijeron los médicos. Así que pase el resto de mi niñez con pánico a que una simple colleja de intensidad me clavara cuatro astillas en el cerebro.
Mi mayor frustración fue no rematar nunca de cabeza jugando al fútbol.

Pero crecí, me hice un hombre y la fractura soldó correctamente. El día de mi ultima revisión anual el medico me dijo que ya no había ningún riesgo, que la soldadura de las dos partes del parietal era solida.
Así que fui todo contento a jugar mi primer partido de fútbol como el "nuevo Santillana". Por supuesto rematé con la nariz.
 
Estaba yo allá por 1996 en un carril de arena cercano a mi campo, bebiéndome tranquilamente un aquarius, cuando pasó por delante una pareja de viejos (viejo y vieja) paseando por dicho carril, en el mismo sentido de mi futura marcha, y les saludé, pues así de sociable soy.

Poco después, cuando retomé el camino, no sé cómo hostias lo hice pero me llevé al viejo por delante, y eso que fue en una recta (cuesta abajo, eso sí) sin demasiada pendiente y con una visibilidad de unos 300 metros. He de añadir que mi bici llevaba manillar de triatleta, con lo que el impacto tuvo que ser bastante importante.

Fue curioso, porque no recuerdo los dos o tres segundos anteriores al hostión, pero sí que justo antes de darle pude oler de cerca el típico olor a viejo en su ropa.

En fin, el resultado fue el viejo boca abajo en el suelo, cinco metros más adelante la bici, y otros cinco metros más adelante yo boca abajo, con la vieja gritando.

Me levanté despacio y fingiendo cierto gesto de dolor, porque no quería que, encima, vieran que ni siquiera me había hecho daño, pero lo cierto es que el subidón de adrenalina hacía que no sintiera absolutamente nada, pese a las heridas en brazos y piernas. Entonces la vieja levantó al viejo y éste empezó a decir palabras inconexas, en plan “no… esto no… carril de personas…. así no… esto no…”. A mí me daba igual que se hubiera quedado tonto, sólo quería ver que se ponía en pie y no tenía la columna rota.

En ese preciso momento, apareció mi vecino en su bici, y empezó a preguntarles a los viejos si necesitaban ayuda, que había visto de lejos el accidente y demás. Ellos ni le contestaron. Él por no enterarse de lo que le decía, supongo, y ella por tratar de descifrar qué cojones decía su marido. Lo que mejor recuerdo es cómo el vecino, a pesar de mirarlos fingiendo consternación, no dejaba de mirarme a mí de reojo, porque sabía que tanto él como yo estábamos despollándonos por dentro.

En fin, lo peor fue la sensación de maldad por mi parte que le quedaría al viejo tras haberle dado el costalazo de su vida después de haberle saludado tranquilamente cinco minutos antes en plan "ya te cogeré en cuanto me beba esto, hijo de puta".
 
Hablando de miedos, una vez, en plena pubertad, estaba en (atento pulga) ariza, con mi familia, visitando a una prima de mi abuela o yo que se.

El caso, es que alli estaba yo, un gafirulense con chandal Reybol, que no habia salido de mi ciudad, rodeado de cerdos y garrulos que no sabias con cuales habia que taparse la nariz y con cuales hablar.


El caso es que como, misteriosamente suele suceder en el norte, a la edad que a mi me estaba brotando el bigotillo este mexicano que llevan los gangsta con redecilla en csi, a las tias de alli, lo que les estaba brotando era el tercer anfiteatro de pelo de coño, mas negro que la parte de atras del iphone 3gs de darth vader.


Yo, en mi estulta inocencia, me dedique los primeros 1,3 dias a hacerme tiragüitos, y pasarlo pirata, hasta que ya, pletorico de reirse de mi, uno de los adlateres de marcial, me invito a irme con ellos a su peña, que estaban en fiestas.

No se si muchos sereis de ciudad, pero para los que si, aun teniendo entrenamiento ruso bebiendo, la gente de pueblo esta a otro nivel, y yo por aquel entonces no me habia tomado ni un champan en mi vida, asique pense "Guateque guateque", acepte la invitacion y me presente alli con el pelo engominao, camiseta de puma, vaqueros y unos nauticos.


A los 20 minutos estaba echando la rava, porque me dieron de fumar un puro, que me dio un mareo de tres pares. Una hora despues, jugaban a "parece que ties frio" y trataban de calentar a la victima a puños en el hombro (obviamente MI hombro).

Pero gracias al señor, rato despues de todos estos se subieron al piso de arriba a ponerse CIEGOS de coño, dejandome a mi con 6 copas de whisky entre pecho y espalda, 65 kg y 15 años, al lado de una gorda, que si no llega a ser por que el sofa hacia belcro de la mierda que tenia, orbito a su alrededor, alli tiraos.


No se ni como, ni porque, pero sabe dios cuando, tome consciencia de mi mismo, abri los ojos y alli estaba, el rinoceronte con el que me habian abandonado, masturbandose con mi cabeza(mi nariz no es como la de sir ano, pero vamos, que si nado a espalda doy sombra).

Ya de perdidos al rio, embrutecido por el primer pestazo a coño sudao, me comi aquello como si fueran 3 black lotus, para deleite del publico "todo dios" y cuando ya se habian ido todos menos uno, que llevaba frito desde que hicieron el edificio, me dijo "metemela".

Tampoco es que me pusiera muy nervioso, total, con la que me habia caido ya, que podia pasar?

Intento calzarsela, claro, sin tener ni puta idea, cada vez que no acierto la tia diciendo "por el culo luego"... ya al rato se la enchufo, empiezo a empujar, a sudar, se me caen las gafas me voy, miro el reloj... 1 : 30 segundos tarde, y con aquel orco.

Lo de follarle el culo y el dia que rebaje aquella "mi mejor marca" lo dejo para otro dia.
Edito: putos emoticnos...
 
Hostias con la bici tengo varias:


La típica de vivir en un pueblo pequeño y al estar acostumbrado a que no vengan coches, doblar la esquina sin mirar a toda leche y casualmente estamparte contra el coche de los únicos ancianos conductores de mas de 80 años, con su coche que tiene aun más años que ellos, y salvar la vida gracias a que no conducen a velocidades mayores de 10 km/h.


La típica de ir dos en una bici, tu amigo en el sillin y tu haciendo el esfuerzo por los dos, y que al hijoputa malnacido de él se le ocurra ponerse a hacerte cosquillas justo cuando estas bajando una cuesta y te has soltado una mano del manillar para rascarte algun picor en algun sitio que no recuerdo, dando como resultado la consabida hostia que ofrece traumatismos y exfoliación abrasiva a tutti. Ni que decir tiene que mi amigo estaba sano y salvo por haber saltado justo antes de la bici y mientras yo pegaba alaridos de dolor me preguntaba si estaba bien con una expresión de trollface.jpg que le da más gracia a la historia pero que en realidad es un añadido ficticio.


La típica de ir con la bici como un anormal y hacer la gracia de al encontrarte con una amiga que viene de frente a pie, ir a por ella para que se piense que la vas a atropellar y que ella se aparte antes de que os la pegueis. Sin embargo no cuentas con que ella esta muy confiada de que tu te vas a apartar antes porque no tienes cojones de abalanzarte con la bici sobre ella. Como consecuencia de esto, ninguno de los dos se aparta del camino del otro, y la amiga acaba en el hospital con un brazo roto (igual era una pierna pero da igual) y preguntandote por que motivo le habias hecho eso, y al no saber que decir por lo chocante (:lol:) de la situación, tenertela guardada por siempre con un rencor que salta a la vista cuando me la cruzo por ahí.
 
Yo todavía recuerdo cuando, de niña, ascendía por una larguísima ladera urbanizadas del cerro en el que vivía, junto con varios gatos y perros callejeros, a pie con mi pequeña bicicleta rosa y negra sin rueditas auxiliares (ya entonces pensaba que era cosa de maricones), y cuando llegaba a la cima y veía esa larga, larguísima ladera descendente... sentía un escalofrío cular y me montaba rauda y veloz en la bici para tirarme al "vacío": los pies volando, sin apoyarse en los pedales, las manos sujetando firmemente, sin miedo, los manillares, el viento alzando todo lo alzable en mí... velocidad cada vez más vertiginosa, el fin cerca: la esquina mortal cerca, cada vez más cerca. ¡Pies en pedales! Un leve giro de muñeca... las ruedas me seguían la corriente, y ¡et voilà!, sin reducir la marcha, sin apretar una mierda los frenos, conseguía girar en la esquina y seguir como si nada por la calle perpendicular.

No, nunca me llevé hostia alguna, lo siento. Pero eso no importa. Lo que importa es que en esos momentos sentía una confianza tal que no podía dejar de sorprenderme al ver cómo mi hermana mayor, al intentar imitarme, siempre se llevaba las hostias que debí llevarme yo.

¡Bendita infancia, que nos da alas!
 
Yo caídas con la bici he tenido mil y una. No sé si achacarlas a mi torpeza, a la mala suerte, o simplemente a que si te pasas las 24 horas montando una, es inevitable pegarte una ostia de vez en cuando. Sin embargo la anecdota que acabo de recordar no tiene que ver con ningún ostión, sino con una de mis primeras (o puede que la primera) experiencias con la cerveza.

De pequeño me pasaba los veranos enteros en el pueblo de mi padre. Es tan pequeño que no tiene ni bar, ni tienda, ni ostias. No tiene nada. Pasar un mes allí supone transformar el cerebro en una máquina productora de las más diabólicas ocurrencias. A esto hay que sumarle que todos mis colegas de allí me sacaban tres o cuatro años, lo cual suponía que el mes que pasaba en el pueblo vivía a un nivel muy distinto del que solía llevar en la ciudad.

Una de tantas tardes cogimos las bicis y nos fuimos hasta el pueblo de al lado. Allí, uno de mis primos mayores, que ya había cumplido los dieciseis años, hizo acopio de cervezas y nos fuimos al campo a bebernoslas. Yo, que de aquellas tenía doce años, me enganché un ciego de la ostia, y cuando se nos acabó la birra tuve la genial idea de ir hasta otro pueblecillo en el que, según le había oído decir a mi abuelo, entre los restos de la iglesia medio derruida, podían encontrarse restos humanos de la peña que había ahí enterrada.

La idea de hacernos con unos cuantos trozos de esqueletos nos pareció irresistible y para allá que fuimos. El caso es que la cerveza me estaba provocando unos gases espantosos, y en plena subida, cuando estaba esprintando a tope de fuerzas se me escapó un truñaco de los buenos. Al notar el peso extra dentro de mis pantalones, lejos de amilanarme, me entro la risa floja y empecé a gritarle a los demás: "¡Me he cagado, tíos, jajajaja, me acabo de cagar encima!".

Apuré hasta el pueblo sin apoyarme en el sillín, y cuando llegamos, todos me miraban bastante flipados. Ya ni nos acordábamos de los esqueletos.
"¿Y ahora qué vas a hacer?" me preguntaban mientras se despollaban. El alcohol me había desinhibido por completo, y además el pueblo estaba desierto. Había un coche aparcado en uno de los callejones, pero no se veía ni un alma, así que, ni corto ni perezoso, me quité los pantalones y los calzoncillos. La mierda estaba toda espachurrada, debido al movimiento del pedaleo. Con un movimiento rápido, lancé los calzones contra una de las paredes de la plaza y ahí se quedaron estampados.

Tras el deshueve general, me entró la duda: si me volvía a poner los pantalones, los mancharía de mierda. Si no, sería el sillín de la bici lo que acabaría manchado. Entonces vi que uno de mis compañeros le había cogido la bici prestada a un tontolaba del pueblo que nos caía mal a todos. Le dije que cogiese él mi bici, que ya llevaba yo la suya. Total que, con los pantalones al hombro, retomamos el camino de vuelta a nuestro pueblo.

Hice toda la ruta con mis partes al aire, restregando la mierda de mi ojete contra el sillín de la bici. Los que me acompañaban se mantenían alejados, porque el pestazo empezaba a resultar harto desagradable. Incluso se nos cruzaron un par de coches, que debieron flipar bastante con la escena, aunque por suerte ninguno era conocido, así que no había riesgos de que informaran del dantesco espectáculo.

Cuando ya estuvimos razonablemente cerca del pueblo, paré para ponerme los pantalones. El que llevaba mi bici me dijo que fuese yo a devolverle la bicicleta embadurnada de mierda a su legítimo propietario, que por muy mal que le cayera, no pensaba comerse ese marrón. Yo le dije que no se preocupara, que llevara mi bici a mi casa, que de lo otro ya me encargaría yo.

Total, que hice como que iba a mear mientras los otros arrancaban de nuevo, y cuando ya se alejaban, cogí la bici y la tiré por unos riscos que había al lado de la carretera. La bici se quedó ahí tirada y yo volví al pueblo andando, con cuidado de que el culo no rozara los pantalones para no mancharlos. Al llegar a casa, me cayó una buena bronca: que dónde había estado, que por qué me había traído la bici a casa el otro chaval, que por qué olía tan mal, blao blao blao.

Yo en cuanto llegué, cené y me eché a dormir. Al día siguiente, cuando me levanté, me pareció todo deliciosamente surrealista, y fue entonces cuando comprendí que mi relación con el alcohol iba a ser bastante curiosa.

Mi familia me dijo que el dueño de la bici que había despeñado había aparecido la noche anterior hecho una furia preguntando no sé qué de una bicicleta. Al final tuve que pedirle perdón y acompañarle a recuperarla. Para entonces, mis primos ya le habían contado que me había enganchado una buena curda el día anterior, y el tío se lo tomó a risas y tal. Lo único que me echó la bronca porque al caer, la bici se había abollado un poco. "Y encima se le ha cagado algún puto bicho en el sillín, no me jodas" me dijo.
 
Lise_Lotte rebuznó:
Yo todavía recuerdo cuando, de niña, ascendía por una larguísima ladera urbanizadas del cerro en el que vivía, junto con varios gatos y perros callejeros, a pie con mi pequeña bicicleta rosa y negra sin rueditas auxiliares (ya entonces pensaba que era cosa de maricones), y cuando llegaba a la cima y veía esa larga, larguísima ladera descendente... sentía un escalofrío cular y me montaba rauda y veloz en la bici para tirarme al "vacío": los pies volando, sin apoyarse en los pedales, las manos sujetando firmemente, sin miedo, los manillares, el viento alzando todo lo alzable en mí... velocidad cada vez más vertiginosa, el fin cerca: la esquina mortal cerca, cada vez más cerca. ¡Pies en pedales! Un leve giro de muñeca... las ruedas me seguían la corriente, y ¡et voilà!, sin reducir la marcha, sin apretar una mierda los frenos, conseguía girar en la esquina y seguir como si nada por la calle perpendicular.

No, nunca me llevé hostia alguna, lo siento. Pero eso no importa. Lo que importa es que en esos momentos sentía una confianza tal que no podía dejar de sorprenderme al ver cómo mi hermana mayor, al intentar imitarme, siempre se llevaba las hostias que debí llevarme yo.

¡Bendita infancia, que nos da alas!

Pequea-en-Bicicleta-de-San-Lucas.jpg
 
Yo una vez vi como darth Vader se caía de su bici estática.
Debajo del casco y la capa se parece a Torbe.
 
Lise_Lotte rebuznó:
Yo todavía recuerdo cuando, de niña, ascendía por una larguísima ladera urbanizadas del cerro en el que vivía, junto con varios gatos y perros callejeros, a pie con mi pequeña bicicleta rosa y negra sin rueditas auxiliares (ya entonces pensaba que era cosa de maricones), y cuando llegaba a la cima y veía esa larga, larguísima ladera descendente... sentía un escalofrío cular y me montaba rauda y veloz en la bici para tirarme al "vacío": los pies volando, sin apoyarse en los pedales, las manos sujetando firmemente, sin miedo, los manillares, el viento alzando todo lo alzable en mí... velocidad cada vez más vertiginosa, el fin cerca: la esquina mortal cerca, cada vez más cerca. ¡Pies en pedales! Un leve giro de muñeca... las ruedas me seguían la corriente, y ¡et voilà!, sin reducir la marcha, sin apretar una mierda los frenos, conseguía girar en la esquina y seguir como si nada por la calle perpendicular.

No, nunca me llevé hostia alguna, lo siento. Pero eso no importa. Lo que importa es que en esos momentos sentía una confianza tal que no podía dejar de sorprenderme al ver cómo mi hermana mayor, al intentar imitarme, siempre se llevaba las hostias que debí llevarme yo.

¡Bendita infancia, que nos da alas!

Primero de todo, gracias por demostrarnos una vez que:

1º Las mujeres mentis como gallinas.

2º No sabeis conducir, la bici no se gira con un movimiento ni de muñeca ni de brazos ni de ostias, la bici se mueve con el peso del cuerpo, más sobre todo (en realidad había puesto sobre todo junto porque soy un subnormal) a esas supuestas velocidades, donde un movimiento de manillar te manda a tomar por culo.


Yo de ostias en bici tengo muchas, muchíiiisimas, con fracturas de huesos, carpaccios de cuadríceps y labios como Reizigier.

Pero graciosas muy pocas, ya que para mi la bici es un deporte y no un medio de transporte y eso me da cierto control sobre ella, el suficiente para no caerme en situaciones ridiculas. Así que las ostias simplemente han sido despeñamientos por bajar por sitios donde no sabia bajar o por creerme Absalon.


La única semi-graciosa que tengo, es una vez volviendo de una ruta y pasando por el medio de un pueblo un domingo de privamera ( lleno a tope) la cadena se me quedo encallada entre dos platos justo cuando pasaba esprintando a lo Mario Cipollini por el lado del bar más concurrido de la aldea. Sali volando paralelo a un coche ya que le estaba adelantando por la derecha.

Cuando renací tenia a una jovenzuela llorando ayudandome, la pobre se pensaba que me habia tirado y estaba temblando ( luego me fijé que llevaba la L), cuando le dije que habia sido yo solo se quedo con cara de LOL WHUT y se fue cagando ostias de ahi. Los pueblerinos se acercaron a ayudarme, entre ellas dos lindas mujeres que al ver a un bronceado joven de hercúleas piernas sangrando vinieron a socorrerme, diciendome que si queria que me pusiesen mecromina ( TOTALMENTE VERÍDICO, EN SERIO), yo muerto de verguenza, 1º por las mujeres y 2º por el rídiculo de la situación marche diciendo " no, no,no gracias gracias no no gracias estoy bien en serio, gracias,gracias, en serio gracias no no no " como si me persiguiese el diablo.

Luego ya en frio, recordando la situación empezé a pensar que esas lindas mujeres no debian tener mecromina en el bolso precisamente, así que me tendrian que haber llevado a algún sitio a ponermel.....mi imaginación empezó a funcionar, me cagué para mis adentros y cayó una paja, y luego otra, y otra y otra.....

Hoy en dia aún sigo masturbandome recordando esas mujeres.
 
La mercromina da para hilo propio. Cómo ese invento del demonio pudo alcanzar la omnipresencia en los botiquines de toda España, valía tanto para heridas mortales como para simples rasguños. Lástima que luego saliera su devaluada prima la cristalmina y ahora haya sido condenada al ostracismo por el Betadine, qué grandes momentos, y qué de canceres de piel habrá causado y posteriormente habrán achacado al sol.
 
Yo en mi tierna adolescencia me ponia betadine en el acné de la cara para que se secarán más rapidamente.

Ahora no follo mucho.

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Toneti rebuznó:
Yo en mi tierna adolescencia me ponia betadine en el acné de la cara para que se secarán más rapidamente.

Ahora no follo mucho.

Para esos menesteres mejor el agua oxigenada, así al tiempo decolorabas cejas, flequillo y posible barba en caso de ser hombre, emanando un áurea aura que facilitaba el fornicio por aquel entonces, ya que las mujeres asociaban el color de la cara al del rey en las monedas de 100 pesetas, y todos sabemos que las mujeres buscan a alguien que, o bien tenga dinero o bien lo parezca.
 
Toneti rebuznó:
Primero de todo, gracias por demostrarnos una vez que:

1º Las mujeres mentis como gallinas.

2º No sabeis conducir, la bici no se gira con un movimiento ni de muñeca ni de brazos ni de ostias, la bici se mueve con el peso del cuerpo, más sobre todo (en realidad había puesto sobre todo junto porque soy un subnormal) a esas supuestas velocidades, donde un movimiento de manillar te manda a tomar por culo.

Es verdad, es que esa clase de ejercicios los realizaba a la tierna edad de siete y ocho años. Apenas recuerdo el "truco" -para mí era algo innato, inconsciente- que utilizaba para girar en esquinas a una velocidad de vértigo. Me has refrescado la memoria, gracias.

Ah, y yo soy SIEMPRE la excepción a la regla. Que conste. :D
 
La ostia más bonita que me pegue yo yendo en bici fue cuando era un tierno infante y no se me ocurrió otra cosa que frenar con el de delante mientras bajaba a toda leche por una cuesta.

Bici volando por un lado y yo por el otro. Con 12 años y ya un adelantado a los tiempos, ya que la bici impactó contra un escaparate haciendo un precioso "alunizaje" a lo Rumanol style.

Suerte que era domingo y no se entero casi nadie. Pille la bicicleta y la poca dignidad que me quedaba y fui desapareciendo en el horizonte dejando un reguero de sangre de mis arañadas piernas.
 
A parte de los típicos descorchones de rodillas y brazos, ahora ya no se ve a ningún crio en tal estado no se a que coño se dedican, mi mejor ostia y la mas grande que me dado en mi vida fue estrenando mi montabike que para mi edad me iba grande pero a mi me daba igual, fue cuando pedaleando todo feliz sin darme cuenta entre la hierbas choque con una piedra como la cabeza de demian de grande, yo al ir pedaleando de pie al mas puro estilo montañero y debido al golpe mis pies perdieron su superficie de apoyo haciendo que todo mi peso cayera sobre la barra chafando mis huevecillos, perdi la voz durante unos minutos, aun de vez en cuando me acuerdo de aquel desagradable y estúpido incidente.
 
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