La dieta de la cocaina deja cuerpazo.
La dieta de la heroina deja pelazo.
Bueno, bueno, bueno, parece que todo cobra sentido. Ahí se los dejo. Muy equilibrada del coco no parece que estuviera en su día. Nuestros amigos de Gordos.com arrojan un poco de luz sobre el origen de este extraño y estremecedor vidrio.
Mercedes García Paine: "soy feliz porque estoy viva"
Es obesa mórbida aunque ve el final del calvario que, desde los 20 años, le reta a base de kilos, bulimias y depresiones. Pero se manifiesta y siente feliz
Mercedes, 27 años, licenciada en Periodismo y educadora social, ha tenido la valentía de contar su pulso a la muerte en 'El reto de vivir' su libro autobiográfico que desnuda descarnadamente los pormenores de su enfermedad
-Dices que eres feliz después de todo. ¿Por qué?
-Porque estoy viva
Malagueña, grande, con una altura que deslumbrada a sus compañeras de colegio, Mercedes García Paine empezó a engordar muy pronto y empezaron sus preocupaciones, sus complejos y sus humillaciones. Sólo el estímulo de esa familia malagueña le abrió los ojos y azuzó una voluntad a prueba de bombas.
-Ha sido una sucesión de dietas -las he probado todas- que acabó por trastornar mi organismo. Sufres muchísimo y te desesperas. Con 15 años perdí 30 kilos pero a los dos meses había engordado otros 40. Hacía deporte, mi pasión, trataba de hacer vida normal pero era imposible. Llegué a los 168 kilos.
Mercedes García iniciaba una larguísima carrera contra la desesperación. Cuando las dietas no funcionaban, su carácter amable y abierto abría camino a la dejadez, el aturdimiento y el rechazo a sus más fieles consejeros, su familia y pocos, muy pocos amigos de verdad.
Abatida pensó en la probablemente única solución a sus males: la gastroplastia, una intervención quirúrgica delicada, con un porcentaje de riesgo preocupante y máxime en su exagerado caso.
Su familia dijo
'no' de principio, pero Mercedes que, a pesar de todos los avatares de su particular vida, estaba a punto de licenciarse en Periodismo e iniciar una fructífera relación laboral, no se iba a dejar vencer por la justa prevención de su padre, médico por cierto.
-Confié mi vida a don José Luis de Dios. Me abrieron desde el esternón al ombligo y de costado a costado. Me redujeron el estómago. Entre roturas óseas, intervenciones quirúrgicas y demás acontecimientos, llevo en mi cuerpo 1.000 puntos de sutura. Me operé.
Combinar el postoperatorio con el final de la carrera fue otro 'reto de vivir' de Mercedes García Paine. Tuvo crisis, más de una, cogió, como perdió, kilos. Las dolencias internas son punto y aparte, ese estómago nuevo era víctima de frecuentes úlceras y disfunciones.
El corazón, único rincón de la anatomía de Mercedes, intocado, también sufría lo suyo. Pero el milagro -el resultado del tesón- balbuceó: Mercedes empezaba a adelgazar y se abría el túnel del final de la cuenta atrás.
-El valor de las cosas no está en el tiempo que duran sino en la intensidad con que suceden. Por eso durante mi enfermedad han existido momentos inolvidables, cosas inexplicables y personas incomparables.
Mercedes siempre escribe notas en su diario. El larguísimo proceso de su obesidad mórbida estaba impreso en cuartillas y su cuñado, Miguel Janer, periodista y escritor, le propuso escribir un libro sobre sus vivencias. A la segunda petición, lo consiguió.
-¿Escribir todos estos padecimientos no es desnudarse ante la opinión pública?.
-Sí, pero estoy convencida de que puede ser útil y no sólo para los obesos mórbidos sino para cualquier enfermo, hasta los depresivos. Es la historia de quien está abatida y desea fervientemente salir del abismo, quien recibe un empujón y lucha por vencer a la muerte. Esta experiencia es válida para cualquier enfermo.
-Dices que ves el final a tus sufrimientos pero no estás curada del todo.
-Lo veo muy cerca. ¿Quién iba a decirme hace pocos años que hoy sería directora de Marketing del Club Melilla Baloncesto, jugadora en el equipo senior femenino y coordinadora de la cantera, al margen de entrenadora de cuatro equipos alevines?
Una reflexión no exenta de agradecimiento en las páginas de 'El reto de vivir':
“Si algo me han inculcado mis padres es sacrificio,paciencia ante las tempestades y tenacidad contra su lucha; por eso no dejo de levantarme tantas veces como me reta la salud y la vida, pese a todo soy feliz y creo sinceramente que la vida merece la pena ser vivida”.