Marques de Rabotieso
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- 2 Mar 2005
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Hamijos, me gustaría compartir con vosotros una experiencia bonita que tuve la suerte de documentar en imágenes.
Me pilló cerca de Valdelinares.
Dos días antes cene kebab, supongo que influiría en el proceso.
La noche anterior me tiraba pedos de muerte, con holor a muerte y fuertes de sonido. Dejé a la novia apestada. Creando un microclima fétido que perdudaria toda la noche. Y me siento orgulloso.
Antes de dejar la habitación del hotel rural quise ser precavido y cague porque me imaginaba que no acabaría bien el día con esos pedos tan extraños y entrañables a la vez. Cague normal y ya me fui tranquilo para pasar un día de nieve. Confianza ciega.
Después de comer, nos vamos en busca de nieve. Ya casi llegando me tiré unos cuantos pedos bastante sospechosos, con buen holor, de los que te dejan claro que algo no va bien pero como había cagado antes sin incidencias estaba tranquilo.
En el último pedo ya me salió un poco de caldo, lo que ya sospechaba que podría acabar mal la cosa.
Sigo conduciendo con la esperanza de que el retortijon desapareciera, pero cada vez era más intenso. Cada vez me encontraba peor, pálido, con dificultad para moverme. Me costaba hasta hablar.
Ya tenía claro que tenía que echar fuera al demonio que llevaba dentro. Aclaro que soy un culo fino y no soy de los que cagan por ahí como si nada.
Me aparqué en la cuneta y justo había una cuesta abajo que allí decidí que sería el nido para poner el huevo.
Os juro que no podía ni andar, andaba como un pingüino, aparentando el culo, no podía aguantar más.
Mi novia, que la he enseñado el noble arte de las cerderias, cacas y pedos, se vino detrás mío para ver lo que soltaba, ya que presenció todo el proceso, y coño,también era algo romántico.
Me baje los pantalones y a los dos segundos me tire un pedazo de pedo acompañado de un buen chorro de mierda que se estampó con violencia en la nieve. Olia a muerte, a cáncer de colón, a gloria.
Mire al frente y vi a lo lejos gente haciendo el gilipollas arriba de una montaña. Ojalá me hayan visto, porque una hazaña así no se ve todos los días.
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