Torquemada2.0
El calzonazos del Xanadú
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Si, aunque este hilo tarde menos de un minuto en cerrarse, voy a hacer mi pequeño homenaje a las gestas de Caldereta, ese hacedor de loles que ha iluminado el casposo ambiente futboleril del balompié nacional.
Empiezo por el episodio más cateto y provinciano de su corta, pero intensa legislatura.
La presentación de la Saeta voladora.
Hace poco más de un año nuestro héroe tenía que dar una gran noticia al mundo, llamó a todo bicho viviente del periodismo nacional, pidió la comparecencia de sus ídolos deportivos de ayer y de hoy, y los instó para quedar en la T1 del aeropuerto de Barajas.
En una nublada mañana de octubre, presentó ante todos el flamante avión del Madrid que iba a traer la décima, ofreció un discurso, se deshizo en grandes elogios, descorchó champán y puso una cortinilla para que el verdadero propietario del ápodo de la Saeta, la corriera como si fuera la botadura de un barco en los astilleros. A lo grande, qué coño, que ya tenían avión con el escudo y todo.
Pero el pobre no sabía que ese artefacto con dos alas, aunque era un avión, no merecía la pompa que le estaban dando. Higuaín, había nacido más tarde que el aparato. Un MD-83, con más tiros que una peli de Chuck Norris, olvidado tres años en un desierto de Houston sin motores, hasta que Swiftair, una compañía de carga y de tercera, lo rescató por dos dólares, y le puso unos motores que se encontró en las rebajas. De ahí a España, de España a las Canarias, y de Canarias a Madrid para hacer un servicio de alta alcurnia, traer a la capital los inmigrantes de los cayucos que llegaban a las islas afortunadas. De vez en cuando hacía vuelos charter para touroperadoras.
No tardaría el aparato en darle las cenas a Caldereta. Este tipo de avión hace más ruido que escocés comiendo garbanzos torraos, y tiene prohibido vuelos nocturnos en media Europa. Así les pasó, que después de unas eliminatorias en Bremen y Atenas, el equipo se tuvo que quedar a dormir fuera de nuestras fronteras porque al cacharraco no le daban permiso para operar de noche. Caldelol, un maestro en el arte de las excusas dijo que era para que los jugadores tuvieran un descanso reponedor
No sólo eso, la venta de palcos aéreos, una mina en la mente de algún desdichado, fue un absoluto fiasco, y al final los asientos reservados para estos menesteres fueron dedicados para llevar a lametraserillos de los medios como Roberto Gómez, al que su gordura no encajaba muy bien dentro de los estándares de la Saeta. Más tarde sería precursor de un artículo deleznable sobre el próximo avión del Madrid, lleno de mentiras, comparaciones sin venir a cuento, e inmundicia a manos llenas.
El triste final de la historia de amor con el avión fue cuando As divulgó unas fotazos de la Saeta en medio del África negra, con el escudaco del Madrid en el la cola, y en la bodega de carga con uniforme militar unos negracos, con el Ak-47 como equipaje de mano. Eran tropas de la ONU del Congo, pero dicen las malas lenguas que en un vuelo, Guti había detectado algo, se pasó todo el vuelo quejándose de que los asientos olían raro.
Afortunadamente para el antimadridismo no trajo la décima, un último servicio que hubiera honrado eternamente a la Saeta. Pero al final se quedó todo en un gesto folklórico, palurdo y provinciano del Real Madrid, porque aviones en uso y disfrute, que no propios ya disponían varios equipos de la Liga como Espanyol, Mallorca y Sevilla, que no armaron el taco como los madridistas, y en su caso eran aparatos, bastante más modernos y eficientes.
Empiezo por el episodio más cateto y provinciano de su corta, pero intensa legislatura.
La presentación de la Saeta voladora.
Hace poco más de un año nuestro héroe tenía que dar una gran noticia al mundo, llamó a todo bicho viviente del periodismo nacional, pidió la comparecencia de sus ídolos deportivos de ayer y de hoy, y los instó para quedar en la T1 del aeropuerto de Barajas.
En una nublada mañana de octubre, presentó ante todos el flamante avión del Madrid que iba a traer la décima, ofreció un discurso, se deshizo en grandes elogios, descorchó champán y puso una cortinilla para que el verdadero propietario del ápodo de la Saeta, la corriera como si fuera la botadura de un barco en los astilleros. A lo grande, qué coño, que ya tenían avión con el escudo y todo.
Pero el pobre no sabía que ese artefacto con dos alas, aunque era un avión, no merecía la pompa que le estaban dando. Higuaín, había nacido más tarde que el aparato. Un MD-83, con más tiros que una peli de Chuck Norris, olvidado tres años en un desierto de Houston sin motores, hasta que Swiftair, una compañía de carga y de tercera, lo rescató por dos dólares, y le puso unos motores que se encontró en las rebajas. De ahí a España, de España a las Canarias, y de Canarias a Madrid para hacer un servicio de alta alcurnia, traer a la capital los inmigrantes de los cayucos que llegaban a las islas afortunadas. De vez en cuando hacía vuelos charter para touroperadoras.
No tardaría el aparato en darle las cenas a Caldereta. Este tipo de avión hace más ruido que escocés comiendo garbanzos torraos, y tiene prohibido vuelos nocturnos en media Europa. Así les pasó, que después de unas eliminatorias en Bremen y Atenas, el equipo se tuvo que quedar a dormir fuera de nuestras fronteras porque al cacharraco no le daban permiso para operar de noche. Caldelol, un maestro en el arte de las excusas dijo que era para que los jugadores tuvieran un descanso reponedor
No sólo eso, la venta de palcos aéreos, una mina en la mente de algún desdichado, fue un absoluto fiasco, y al final los asientos reservados para estos menesteres fueron dedicados para llevar a lametraserillos de los medios como Roberto Gómez, al que su gordura no encajaba muy bien dentro de los estándares de la Saeta. Más tarde sería precursor de un artículo deleznable sobre el próximo avión del Madrid, lleno de mentiras, comparaciones sin venir a cuento, e inmundicia a manos llenas.
El triste final de la historia de amor con el avión fue cuando As divulgó unas fotazos de la Saeta en medio del África negra, con el escudaco del Madrid en el la cola, y en la bodega de carga con uniforme militar unos negracos, con el Ak-47 como equipaje de mano. Eran tropas de la ONU del Congo, pero dicen las malas lenguas que en un vuelo, Guti había detectado algo, se pasó todo el vuelo quejándose de que los asientos olían raro.
Afortunadamente para el antimadridismo no trajo la décima, un último servicio que hubiera honrado eternamente a la Saeta. Pero al final se quedó todo en un gesto folklórico, palurdo y provinciano del Real Madrid, porque aviones en uso y disfrute, que no propios ya disponían varios equipos de la Liga como Espanyol, Mallorca y Sevilla, que no armaron el taco como los madridistas, y en su caso eran aparatos, bastante más modernos y eficientes.
