Libros Canto a mí mismo, de Walt Whitman.

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5 Sep 2005
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Poeta estadounidense cuya obra afirma claramente la importancia y la unicidad de todos los seres humanos. Su valiente ruptura con la poética tradicional, tanto en el plano de los contenidos como en el del estilo, marcó un camino que siguieron posteriores generaciones de poetas de su país. Nació el 31 de mayo de 1819 cerca de Huntington (Nueva York). Fue el segundo de nueve hermanos, hijo de un carpintero. El poeta se sintió siempre muy próximo a su madre. Cuando contaba cuatro años de edad, su familia se trasladó a Brooklyn, donde asistió a una escuela pública durante seis años, antes de trabajar como aprendiz en una imprenta. Dos años más tarde, se mudó a la ciudad de Nueva York, donde trabajó como impresor, pero regresó a Long Island en 1835 para dar clases en distintas escuelas del condado. Entre 1838 y 1839 publicó un periódico, el Long-Islander, en Huntington; aburrido por su estilo de vida, volvió a Nueva York y trabajó como periodista. Se convirtió en asistente asiduo de teatros y, lector omnívoro como fue siempre, de librerías. Durante esos años escribió poemas y cuentos muy poco originales para distintas publicaciones, así como discursos políticos, por los cuales los demócratas de Tammany Hall le permitieron dirigir varios periódicos de corta tirada y vida. Fue editor del famoso Brooklyn Eagle durante dos años, pero perdió su puesto por apoyar al partido Free-Soil. Tras un breve periodo en Nueva Orleans, regresó a Brooklyn, donde intentó publicar un periódico en la órbita del Free-Soil. Después de pasar varios años desempeñando los más diversos trabajos, incluido el de constructor inmobiliario, empezó a escribir una poesía totalmente distinta de la que se estaba escribiendo, y se dedicó por completo a tal actividad.

En 1855, Whitman publicó la primera de las innumerables ediciones de Hojas de hierba, un libro de poemas cuya principal novedad era un tipo de versificación no usado hasta entonces, y que se alejaba radicalmente del que el poeta había utilizado en los poemas sentimentales que escribió en la década anterior. Puesto que en esta obra alababa el cuerpo humano y glorificaba los gozos de los sentidos, se vio obligado a sufragar él mismo los gastos de su publicación, y a colaborar en las tareas de imprenta. Su nombre no aparecía en la portada de esta edición, pero sí un retrato suyo en camiseta, con los brazos en jarras y el sombrero ladeado, en actitud desafiante. En un largo prefacio, el autor saludaba el advenimiento de una nueva literatura democrática -acorde con el pueblo-, sencilla e irreductible, escrita por un nuevo tipo de poeta afectuoso, potente y heroico, que conduciría a los lectores a través de la poesía con la fuerza de su magnética personalidad.

El poema:

https://www.juridicas.unam.mx/publica/librev/rev/derhum/cont/56/pr/pr33.pdf


LA DISCUSIÓN COMENZARÁ EL DÍA 20 DE JULIO
 
Como no podía ser menos los norteamericanos disfrutan siendo innovadores y Whitman lo es abiertamente. Ya no lo digo porque nos pinten a este poeta como el inaugurador del versolibrismo, eso era algo que iba a caer por su propio peso en alguna vanguardia, sino porque en este poema apenas captamos las tendencias del género en Europa. Allí habían varias vertientes en la poesía, la neoclásica, la romántica, la parnasiana pendiente de la belleza y forma de la obra; y aunque el realismo ya estaba en la literatura gracias a las novelas, en la poética se seguía haciendo lirismo.

Whitman demuestra en "El canto de sí mismo" que es un autor preparado, hay retazos de ciencia, de mitología y sobre todo de su América. Para mí es el canto de un filántropo, se coloca asímismo como protagonista pero en realidad no es un acto de egoísmo sino de participación en el que converge toda la humanidad, el obrero, el urbanita, el desgraciado o el tipo feliz. Y es una invitación a la comprensión y al optimismo. Aperturista y valiente por el puritanismo imperante en aquella sociedad.

El poema no baja de ritmo, gracias a que está lleno de enunciados, esto es, siempre que se puede no se recurre a las frases subordinadas, la entonación entonces no decae. Hay un uso continuo de la anáfora, palabras que se repiten continuamente al inicio de cada verso en las estrofas ( y en otros casos también al final) para darle énfasis a la lectura, para que no decaiga la intensidad.

Quisiera destacar una metáfora al principio del poema que me ha hecho mucha gracia, la pongo en inglés porque el link inicial que nos pusiste se fue al carajo:

For every atom belonging to me as good belongs to you


Y ahora leemos el enunciado de Antoine de Lavoisier:

La materia no se crea ni se destruye, simplemente se transforma
 
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