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- 28 Jul 2003
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Es sabido por parte de algunos ilustrados que los pecados capitales han sido, a lo largo de la historia, tradicionalmente agrupados en siete: la avaricia, envidia, soberbia, lujuria, pereza, gula e ira.
Sin embargo, una vez arribados los tiempos contemporáneos y habiendo abarcado más de dos milenios de cristianismo, he de remarcar que en pleno año 2003, a puntito ya de alcanzar el venidero 2004, existe un octavo pecado capital merecedor de formar parte de tal listado de reprobables y censurables actitudes humanas: no es cascarse pajas ni comerse las uñas de los pieses, que comparado con éste se transforma en banal, no, es el repugnante e inexplicable hecho de ver en la tilivisión el satánico pograma de Antena Trex “el Diario de Patricia”.
Enjuta e hijaputa minimalista presentadora de poco más de metro y medio de altura vascuence, de ojos verduzcos y pelo largo, esta mequetrefe pre-cuarentona (que dicho sea de paso, me pone sepsualmente una barbaridad por eso del ajco que me impone), que convierte en merda todo lo que toca, es con toda probabilidad, el personaje público del mundo televisivo que más repulsión causa en mi persona. Ella, Patricia, y sólo ella es capaz de conducir un engendro de subproducto circense audiovisual dirigido a un sector de la población sin duda sumamente susceptible de ser denominado como gilipollas.
Este sector gilipollas de la población encuentra entretenido un espectáculo degradante en el que la pigmea vasca hace desfilar uno a uno, una serie de personajes invitados merecedores todos ellos de recibir una señora patada en los güevos (ovarios en los numerosos casos femeninos) calzado con botines de acero, por indignarse a aparecer a ojos de toda España, sentarse sobre un sillón de eskai de colores horteras comprado en el IKEA y ponerse a enumerar sus poblemas personales como si la enana y el público neo-bakala de sus espaldas fueran una suerte de psiquiatra sobre el que desahogar sus penas.
Son patéticos los invitados, son gilipollescas las cosas que cuentan y la forma paleto-hispánica en la que las exponen, y son de la otra esfera los temas que se tratan:
tíos que se creen feos, tías que se creen guapas, tíos que no soportan a su amigo/a y se ponen a llamarse cosas feas en direpto, tíos que no duermen, tíos orgullosos de no trabajar y de vivir de sus viejos (los cuales acuden al programa y se ríen, en lugar de echarles a patadas), tíos que la tienen pequeña, tías que les mola que las porculicen y se lo hacen saber a Patricia como quien dice que le gusta la paella de marisco, o peña que presume de particularidades portentosas como tirarse pedos al ritmo del “stayin alive” de los Bí-Yís o de ser capaces de lamerse la punta a si mismos del cipote. Todos ellos con la cultura de un ciempiés y empleando curiosas jergas barriobajeras que harían al propio Cervantes tirarse de los pelos de los testículos.
Al fin y al cabo, cuestiones de medio pelo que para que te interesen tienes que ser una de dos cosas: la primera, gilipollas; o la segunda, ciego, aunque un poco gilipollas también, porque coño, orejas tienes para saber lo que te estás tragando.
Todos ellos son además humillados en público y hace falta ser cazurro para ser tú el friki en cuestión al que le cursan la invitación a participar y no darte cuenta de que te están metiendo una encerrona para descojonarte de ti ante cientos de miles de espectadores. Y todo esto en un horario en el que se debería emitir la supuesta programación infantil como los extintos Espinete y Pérezgil; ahora no, los chavales al tiempo que devoran su bocata de Nocilla con el vaso Cola-Cao ya no lo hacen con la música de fondo de "Yo y mi llama" ni "Suave y azul", sino escuchando los poblemas de menstruación de una gorda quinceañera que cuando usa tanga se le pierde el tampón en la inmensidad de su entrenalgas.
Sin embargo, lo peor de todo esto es que tal muestrario de friks ha de tener un límite en el que se agote, por tanto y por mucho que lo nieguen los productores, han de recurrir a actores de segunda fila que por un par de billetes de los azules más chicos, rebajan su dignidad a hacerse pasar por adolescentes con problemas imposibles que solo alcanzan a creer los espectadores más próximos a la inteligencia de las zarigüeyas. Con respeto para los adoradores de estos seres roedores, claro. Con respeto, pero dejando claro que las zarigüeyas son ciertamente unos animales muy gilipollas, no lo olvidemos, asín que como ejemplo me viene al pelo.
Claro… ahora vendrá el típico comentario, no exento de razón, de muchos de los que se dignen a leer toda esta parrafada… “si tan bien te lo sabes, ¿será porque lo ves… no?” Míraleeeees que listos e inteligentes ellos… pues coño, tiene su explicación, y a continuación la confieso:
YO, el hombre que se esconde tras Pablo García López, que ni se llama Pablo ni se apellida García ni López ni pollas de Valdivieso, ayer, pequé, como un cabrón, y preso de un aburrimiento sin igual, aguanté más de diez minutos contemplando el pograma satánico en cuestión… y asín acabé como acabé, preso de un mojqueo de mil pares de cojones y con un arrebato de ética audiovisual pro-censura que dejaría asombrado al mismísimo Camilo José Cela en su época de censor durante el franquismo (que buenas pajas se haría el desgraciao con el material incautado…)
…pero me impuse a mi mismo la elaboración de este artículo a efecto de redimirme de mi bajeza moral exponiéndoles lo que ayer mismo se cocía en sus entrañas durante esos diez minutos para que juzguen por sí mismos…
Justo al conectar con el pograma en sín, acababa de hablar una rubia con gafas y cara de guindilla que aseguraba que era demasiado bella y que seguía buscando a su hombre ideal, pues era mujer exigente. Pero toda exigencia pareció esfumarse en el aire cuando telefoneó en directo un labrador cacereño con tono de cateto en do mayor que transformó su expresión estreñida en un profundo orgasmo sin necesidad de tocamiento alguno. Obviamente, se citó con el labrador para un próximo programa, a buen seguro nuevo éxito de audiencia.
Pero a continuación, ya que el programa iba sobre ello, salió a escena una morena pseudo-sudamericana con verruga sobre el labio incluida, que insistía no ya sólo en que estaba buena, sino en que cuando caminaba por la calle se sentía acosada como el David Bustamante en el patio de un colegio de niñas de la EGB. Yo alucinaba en colores porque la niña tenía de guapísima lo que yo de experto en numismática (que no sé qué coño es), pero el caso es que tenía un novio que, por no decir “feo de cojones”, ella calificó de normalito. E insistía en que el novio se había metido en mil peleas porque a ella le gustaba coquetear (otro nuevo eufemismo por evitar usar la sana y natural palabra “calientatrancas”) contra los que se la comían con los ojos.
La broma jachondísima que le gastó entonces al novio, en rigurosísimo direpto, fue, una vez sentado éste en el sillón de eskai, conectarle la imagen de, en otra sala, tres pavos comiéndole el cuello y los michelines a ella para tratar de picarle.
El pobre hombre, segurata de pro con tres pendientes de brillantes auténticamente falsos en una orejilla, quedó ciertamente traspuesto hasta que ella entró de nuevo en el plató y entre risas ji-ji-ji ja-ja-ja je-je-je le comentaba que todo era una broma (ah, pero, ¿la orgía no era de verdad…?) al panoli de su novio y acabó pidiéndole la mano en matrimonio. El trato para el segurata, estaba claro, era un chollo, a cambio de aguantar una broma de mierda le ofrecían meterla en caliente el resto de su vida con la de la verruga, asín que ni corto ni perezoso, aceptó. El caso es que quedó tan falso que en lugar de un beso se dieron la mano como dos jefes de estado no soviéticos, y ni los neo-bakalas del público aplaudieron.
A continuación, apareció en el plató la nueva invitada, que era una vieja no tan vieja (resulta que tenía 37 años, observen la foto…) ex-gorda que había perdido 70 kilos pero que se consideraba más atractiva en su época hipopotámica…
…en fin… vean fotos, comparen, y si encuentran algo mejor, no lo duden… llamen al Diario de Patricia. Si no les llama antes ella, claro está. ¿no me creéis? Consultad esto…
https://www.televecina.com/foros/viewtopic.php?p=530&highlight=#530
Asín va España, por chorizos como la Patricia...
Quepassssa dixit
Nota: los friks citados, la de la verruga, el segurata y la vieja, son los de los afotos.
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Sin embargo, una vez arribados los tiempos contemporáneos y habiendo abarcado más de dos milenios de cristianismo, he de remarcar que en pleno año 2003, a puntito ya de alcanzar el venidero 2004, existe un octavo pecado capital merecedor de formar parte de tal listado de reprobables y censurables actitudes humanas: no es cascarse pajas ni comerse las uñas de los pieses, que comparado con éste se transforma en banal, no, es el repugnante e inexplicable hecho de ver en la tilivisión el satánico pograma de Antena Trex “el Diario de Patricia”.
Enjuta e hijaputa minimalista presentadora de poco más de metro y medio de altura vascuence, de ojos verduzcos y pelo largo, esta mequetrefe pre-cuarentona (que dicho sea de paso, me pone sepsualmente una barbaridad por eso del ajco que me impone), que convierte en merda todo lo que toca, es con toda probabilidad, el personaje público del mundo televisivo que más repulsión causa en mi persona. Ella, Patricia, y sólo ella es capaz de conducir un engendro de subproducto circense audiovisual dirigido a un sector de la población sin duda sumamente susceptible de ser denominado como gilipollas.
Este sector gilipollas de la población encuentra entretenido un espectáculo degradante en el que la pigmea vasca hace desfilar uno a uno, una serie de personajes invitados merecedores todos ellos de recibir una señora patada en los güevos (ovarios en los numerosos casos femeninos) calzado con botines de acero, por indignarse a aparecer a ojos de toda España, sentarse sobre un sillón de eskai de colores horteras comprado en el IKEA y ponerse a enumerar sus poblemas personales como si la enana y el público neo-bakala de sus espaldas fueran una suerte de psiquiatra sobre el que desahogar sus penas.
Son patéticos los invitados, son gilipollescas las cosas que cuentan y la forma paleto-hispánica en la que las exponen, y son de la otra esfera los temas que se tratan:
tíos que se creen feos, tías que se creen guapas, tíos que no soportan a su amigo/a y se ponen a llamarse cosas feas en direpto, tíos que no duermen, tíos orgullosos de no trabajar y de vivir de sus viejos (los cuales acuden al programa y se ríen, en lugar de echarles a patadas), tíos que la tienen pequeña, tías que les mola que las porculicen y se lo hacen saber a Patricia como quien dice que le gusta la paella de marisco, o peña que presume de particularidades portentosas como tirarse pedos al ritmo del “stayin alive” de los Bí-Yís o de ser capaces de lamerse la punta a si mismos del cipote. Todos ellos con la cultura de un ciempiés y empleando curiosas jergas barriobajeras que harían al propio Cervantes tirarse de los pelos de los testículos.
Al fin y al cabo, cuestiones de medio pelo que para que te interesen tienes que ser una de dos cosas: la primera, gilipollas; o la segunda, ciego, aunque un poco gilipollas también, porque coño, orejas tienes para saber lo que te estás tragando.
Todos ellos son además humillados en público y hace falta ser cazurro para ser tú el friki en cuestión al que le cursan la invitación a participar y no darte cuenta de que te están metiendo una encerrona para descojonarte de ti ante cientos de miles de espectadores. Y todo esto en un horario en el que se debería emitir la supuesta programación infantil como los extintos Espinete y Pérezgil; ahora no, los chavales al tiempo que devoran su bocata de Nocilla con el vaso Cola-Cao ya no lo hacen con la música de fondo de "Yo y mi llama" ni "Suave y azul", sino escuchando los poblemas de menstruación de una gorda quinceañera que cuando usa tanga se le pierde el tampón en la inmensidad de su entrenalgas.
Sin embargo, lo peor de todo esto es que tal muestrario de friks ha de tener un límite en el que se agote, por tanto y por mucho que lo nieguen los productores, han de recurrir a actores de segunda fila que por un par de billetes de los azules más chicos, rebajan su dignidad a hacerse pasar por adolescentes con problemas imposibles que solo alcanzan a creer los espectadores más próximos a la inteligencia de las zarigüeyas. Con respeto para los adoradores de estos seres roedores, claro. Con respeto, pero dejando claro que las zarigüeyas son ciertamente unos animales muy gilipollas, no lo olvidemos, asín que como ejemplo me viene al pelo.
Claro… ahora vendrá el típico comentario, no exento de razón, de muchos de los que se dignen a leer toda esta parrafada… “si tan bien te lo sabes, ¿será porque lo ves… no?” Míraleeeees que listos e inteligentes ellos… pues coño, tiene su explicación, y a continuación la confieso:
YO, el hombre que se esconde tras Pablo García López, que ni se llama Pablo ni se apellida García ni López ni pollas de Valdivieso, ayer, pequé, como un cabrón, y preso de un aburrimiento sin igual, aguanté más de diez minutos contemplando el pograma satánico en cuestión… y asín acabé como acabé, preso de un mojqueo de mil pares de cojones y con un arrebato de ética audiovisual pro-censura que dejaría asombrado al mismísimo Camilo José Cela en su época de censor durante el franquismo (que buenas pajas se haría el desgraciao con el material incautado…)
…pero me impuse a mi mismo la elaboración de este artículo a efecto de redimirme de mi bajeza moral exponiéndoles lo que ayer mismo se cocía en sus entrañas durante esos diez minutos para que juzguen por sí mismos…
Justo al conectar con el pograma en sín, acababa de hablar una rubia con gafas y cara de guindilla que aseguraba que era demasiado bella y que seguía buscando a su hombre ideal, pues era mujer exigente. Pero toda exigencia pareció esfumarse en el aire cuando telefoneó en directo un labrador cacereño con tono de cateto en do mayor que transformó su expresión estreñida en un profundo orgasmo sin necesidad de tocamiento alguno. Obviamente, se citó con el labrador para un próximo programa, a buen seguro nuevo éxito de audiencia.
Pero a continuación, ya que el programa iba sobre ello, salió a escena una morena pseudo-sudamericana con verruga sobre el labio incluida, que insistía no ya sólo en que estaba buena, sino en que cuando caminaba por la calle se sentía acosada como el David Bustamante en el patio de un colegio de niñas de la EGB. Yo alucinaba en colores porque la niña tenía de guapísima lo que yo de experto en numismática (que no sé qué coño es), pero el caso es que tenía un novio que, por no decir “feo de cojones”, ella calificó de normalito. E insistía en que el novio se había metido en mil peleas porque a ella le gustaba coquetear (otro nuevo eufemismo por evitar usar la sana y natural palabra “calientatrancas”) contra los que se la comían con los ojos.
La broma jachondísima que le gastó entonces al novio, en rigurosísimo direpto, fue, una vez sentado éste en el sillón de eskai, conectarle la imagen de, en otra sala, tres pavos comiéndole el cuello y los michelines a ella para tratar de picarle.
El pobre hombre, segurata de pro con tres pendientes de brillantes auténticamente falsos en una orejilla, quedó ciertamente traspuesto hasta que ella entró de nuevo en el plató y entre risas ji-ji-ji ja-ja-ja je-je-je le comentaba que todo era una broma (ah, pero, ¿la orgía no era de verdad…?) al panoli de su novio y acabó pidiéndole la mano en matrimonio. El trato para el segurata, estaba claro, era un chollo, a cambio de aguantar una broma de mierda le ofrecían meterla en caliente el resto de su vida con la de la verruga, asín que ni corto ni perezoso, aceptó. El caso es que quedó tan falso que en lugar de un beso se dieron la mano como dos jefes de estado no soviéticos, y ni los neo-bakalas del público aplaudieron.
A continuación, apareció en el plató la nueva invitada, que era una vieja no tan vieja (resulta que tenía 37 años, observen la foto…) ex-gorda que había perdido 70 kilos pero que se consideraba más atractiva en su época hipopotámica…
…en fin… vean fotos, comparen, y si encuentran algo mejor, no lo duden… llamen al Diario de Patricia. Si no les llama antes ella, claro está. ¿no me creéis? Consultad esto…
https://www.televecina.com/foros/viewtopic.php?p=530&highlight=#530
Asín va España, por chorizos como la Patricia...
Quepassssa dixit
Nota: los friks citados, la de la verruga, el segurata y la vieja, son los de los afotos.
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