Juvenal
Clásico
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- 23 Ago 2004
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Seguramente no les descubro nada nuevo si digo que hombres y mujeres se han gustado desde que el mundo es mundo y que el galanteo, el cortejo y la seducción se han ido sucediendo a lo largo de los siglos y han tenido que adaptarse a los diferentes usos y costumbres.
¿Te acuerdas, cari, de cuando nos conocimos?
Con frecuencia las normas sociales han constreñido, cuando no directamente han intendo suprimir la posibilidad de que un hombre y una mujer se conozcan. Sin embargo, de qué no es capaz el ser humano si le espolea el deseo o le anima el amor. Cada barrera interpuesta a la comunicación se ha ido soslayando mediante el uso de códigos secretos que han perdurado hasta nuestros días.
Intuyo cierto mosqueo en el tipo de la derecha
Así, ud., joven y apuesto mozo que suele frecuentar la iglesia, observa cómo a cierta distancia se abanica una joven de la que se halla prendado. Entre el silencio de las beatas y los latines del párroco, ella hace gestos con el abanico, ¿qué querrá decir la bella?
Y ud., hermosa dama a la que solemos ver en algún palco del teatro observando con unos anteojos la función, recibe un ramo de rosas de una forma y no otra, de un color y no otro. ¿Qué pretenderá decir el caballero que las envía?
Como ven, son situaciones habituales en la vida cotidiana. De abanicos, rosas y demás lenguajes y códigos secretos que pueda haber trata este hilo.
Comenzaremos desvelando el código femenino que regula el uso del abanico y los mensajes que se pueden expresar con el mismo.
Si una mujer se cubre la cara con el abanico medio abierto, nos quiere decir que tengamos cuidado pues nos espían y si lo cierra de golpe nos comunica que está celosa.
Cuando una mujer se dedica a contemplar las pinturas que adornan su abanico, podemos pisar el acelerador pues nos indica que le gustamos. En cambio, cuando se cubre del sol con el mismo, más vale que desistamos pues no le atraemos en absoluto.
La dema deseará hablar con nosotros si se pone a contar las varillas del abanico y nos hará entender que nos ama y sufre por ello si apoya el abanico por una extremidad en su corazón.
Una mujer casada se abanica despacio y una mujer que nos ame mucho se abanica rápidamente. Si se acuerda de nosotros se tocará la frente con el abanico cerrado o levantará sus cabellos con el mismo para pedir que no la olvides.
Enhorabuena, te dice que es toda tuya cuando deja caer al suelo el abanico;.y si se toca con él en la mano izquierda te pide que la ames.
“No sé si me convienes” es lo que te indica que ella toque con el abanico la palma de su mano. Si la ves en el balcón con el abanico cerrado, saldrá de la casa y al contrario, no la verás si ella deja el abanico en el balcón.
La dama se impacienta si golpea algún objeto con el abanico y si estamos mirando a otra nos dará un toque de atención en la cresta pasándose el abanico de una mano a otra.
Ella dirá “lo siento” al pasar su abanco por los ojos y si la ves que lleva el abanico a sus labios ya puedes imaginarte lo que quiere: que la beses.
Una mujer querrá conocerte si lleva el abanico en la mano izquierda.
Y así, de una manera ciertamente tosca y apresurada que ruego disculpen, hemos desvelado el lenguaje del abanico.
Pasemos ahora a hablar de lo que nos quieren decir las flores (el palabro concreto es floriografía) y por no hacer excesivamente prolija la narración nos limitaremos a hablar de las rosas, uno de los símbolos de Venus en la antigua Roma.
A despecho de los zurdos, una rosa entregada con la mano derecha simboliza más entrega y si se recibe también con la diestra expresa aprobación.
Cada color de rosa simboliza un aspecto determinado:
El blanco es el color de la pureza, la inocencia y el candor; y el negro expresa duelo o devoción rayana en la esclavitud.
Si su pareja le regala un ramo de rosas amarillas, ¡cuidado!, es un regalo envenenado. El amor agoniza y hacen su aparición los celos y la infidelidad. Como prenda de amor, sin duda el rojo es mucho más adecuado y si no tienen espinas, es señal de que nada se teme.
El rosa simboliza la gracia y la tolerancia y para indicar la pasión la flor adecuada es la naranja.
Así, si yo regalo una rosa naranja a una dama le estoy diciendo que entre nosotros dos sólo hay una ardiente pasión pero no un amor duradero.
Un tema sin duda interesante, del que hemos dado unas rápidas pinceladas.
¿Te acuerdas, cari, de cuando nos conocimos?
Con frecuencia las normas sociales han constreñido, cuando no directamente han intendo suprimir la posibilidad de que un hombre y una mujer se conozcan. Sin embargo, de qué no es capaz el ser humano si le espolea el deseo o le anima el amor. Cada barrera interpuesta a la comunicación se ha ido soslayando mediante el uso de códigos secretos que han perdurado hasta nuestros días.
Intuyo cierto mosqueo en el tipo de la derecha

Así, ud., joven y apuesto mozo que suele frecuentar la iglesia, observa cómo a cierta distancia se abanica una joven de la que se halla prendado. Entre el silencio de las beatas y los latines del párroco, ella hace gestos con el abanico, ¿qué querrá decir la bella?
Y ud., hermosa dama a la que solemos ver en algún palco del teatro observando con unos anteojos la función, recibe un ramo de rosas de una forma y no otra, de un color y no otro. ¿Qué pretenderá decir el caballero que las envía?
Como ven, son situaciones habituales en la vida cotidiana. De abanicos, rosas y demás lenguajes y códigos secretos que pueda haber trata este hilo.
Comenzaremos desvelando el código femenino que regula el uso del abanico y los mensajes que se pueden expresar con el mismo.
Si una mujer se cubre la cara con el abanico medio abierto, nos quiere decir que tengamos cuidado pues nos espían y si lo cierra de golpe nos comunica que está celosa.
Cuando una mujer se dedica a contemplar las pinturas que adornan su abanico, podemos pisar el acelerador pues nos indica que le gustamos. En cambio, cuando se cubre del sol con el mismo, más vale que desistamos pues no le atraemos en absoluto.
La dema deseará hablar con nosotros si se pone a contar las varillas del abanico y nos hará entender que nos ama y sufre por ello si apoya el abanico por una extremidad en su corazón.
Una mujer casada se abanica despacio y una mujer que nos ame mucho se abanica rápidamente. Si se acuerda de nosotros se tocará la frente con el abanico cerrado o levantará sus cabellos con el mismo para pedir que no la olvides.
Enhorabuena, te dice que es toda tuya cuando deja caer al suelo el abanico;.y si se toca con él en la mano izquierda te pide que la ames.
“No sé si me convienes” es lo que te indica que ella toque con el abanico la palma de su mano. Si la ves en el balcón con el abanico cerrado, saldrá de la casa y al contrario, no la verás si ella deja el abanico en el balcón.
La dama se impacienta si golpea algún objeto con el abanico y si estamos mirando a otra nos dará un toque de atención en la cresta pasándose el abanico de una mano a otra.
Ella dirá “lo siento” al pasar su abanco por los ojos y si la ves que lleva el abanico a sus labios ya puedes imaginarte lo que quiere: que la beses.
Una mujer querrá conocerte si lleva el abanico en la mano izquierda.
Y así, de una manera ciertamente tosca y apresurada que ruego disculpen, hemos desvelado el lenguaje del abanico.
Pasemos ahora a hablar de lo que nos quieren decir las flores (el palabro concreto es floriografía) y por no hacer excesivamente prolija la narración nos limitaremos a hablar de las rosas, uno de los símbolos de Venus en la antigua Roma.
A despecho de los zurdos, una rosa entregada con la mano derecha simboliza más entrega y si se recibe también con la diestra expresa aprobación.
Cada color de rosa simboliza un aspecto determinado:
El blanco es el color de la pureza, la inocencia y el candor; y el negro expresa duelo o devoción rayana en la esclavitud.
Si su pareja le regala un ramo de rosas amarillas, ¡cuidado!, es un regalo envenenado. El amor agoniza y hacen su aparición los celos y la infidelidad. Como prenda de amor, sin duda el rojo es mucho más adecuado y si no tienen espinas, es señal de que nada se teme.
El rosa simboliza la gracia y la tolerancia y para indicar la pasión la flor adecuada es la naranja.
Así, si yo regalo una rosa naranja a una dama le estoy diciendo que entre nosotros dos sólo hay una ardiente pasión pero no un amor duradero.

Un tema sin duda interesante, del que hemos dado unas rápidas pinceladas.