DIE ROTTEN KREUTZ

Laerthes

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10 Nov 2003
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La de hoy es la historia del nacimiento de la organización más respetada del
planeta; pocos saben que tiene un origen militar...

Los italianos se hallaban a mediados del siglo XIX en un proceso político
que concluiría con la unificación de la península, fragmentada en varios
reinos y estados independientes.

Sin embargo, el Papa Pio IX, que gobierna los ya anacrónicos Estados
Pontificios, se opone a la unión propugnada por los liberales desde 1850.

Cavour, primer ministro del Reino de Cerdeña-Piamonte, desea la unidad
de Italia tanto como su soberano, y pretenden anexionarse los Estados
Pontificios como paso irrenunciable para alcanzar la anhelada integridad
territorial.

Pio IX se muestra intransigente contra los liberales y el progreso. Escribe
duras encíclicas en su contra, como la Syllabus Errorum, diciendo que su
ideología y su civilización es incompatible con la Iglesia Católica. El Papa
es tenido como el paladín del conservadurismo eclesiástico en un momento
en que la Iglesia estaba perdiendo su poder ante las nuevas ideologías como
el socialismo, el comunismo, el nacionalismo, y la masonería.

Cavour, sigue anunciando su intención de tomar los Estados Pontificios,
aunque sea por la fuerza. Estos solo tienen un ejército de Zuavos para
defenderse. El Emperador Francisco José de Habsburgo, del Imperio
Austro-húngaro, decide defender el Poder Temporal del Papa.

Austria le declara la guerra al Piamonte el 23 de abril de 1859.

Napoleón III de Francia teme una Italia ocupada por los austríacos y decide
ayudar la causa de los piamonteses para nivelar el equilibrio del poder en
centroeuropa.

Las tropas austríacas, 150.000 soldados al mando del Emperador Francisco
José, se ubican a orillas del rio Mincio. Frente a ellas está el contingente
franco-italiano de Napoleón III y Victor Manuel, rey de Piamonte-Cerdeña.

Los austríacos cruzan el río y acampan en Solferino y Guidizzolo. Los
italianos parten a encontrarse con ellos.

La batalla definitiva tiene lugar en Solferino, el 24 de junio.

Los franceses atacaron las posiciones austríacas, defendidas por el general
Schlick. Tras dura lucha, las tomaron. Mientras tanto, el austríaco
Wimpffen atacó la izquierada francesa con tres cuerpos, pero fue repelido
durante todo el día por los hombres de Niel. A la noche el centro austríaco
se había desecho y Francisco José optó por retirarse del campo.

Fue una batalla especialmente cruenta. Los austríacos perdieron 22.000
soldados y los aliados unos 18.000 hombres. Los heridos se contaban por
varios millares.

Napoleón III quedó compungido ante semejante masacre. Firmó una paz
con Austría; la independencia italiana habría de esperar. Ahora llegaba el
momento de enterrar a los cadáveres insepultos y atender a los malheridos
abandonados a su suerte, situación impropia de una época en que la gente
se comprometía social y humanitarimente.

Henry Dunant, apoyado por Napoléon III, funda el Comité de Ayuda de
Ginebra para atender a los damnificados. Esta organización tiene por fin
reclutar voluntarios para atender a los heridos de guerra, fuesen médicos
o no; para que en ningún conflicto los soldados lesionados se arrastrasen
durante días esperando alguna ayuda amiga o casual.

Los piamonteses ocuparán los Estados Pontificios al año siguiente, tras
vencer a su exiguo ejército en Castelfidardo, en septiembre de 1860.

En 1863, Henry Dunnat, ayudado por el general Dufour entre otros,
refunda en la Convención de Ginebra su organización, ampliando su
actuación a cualquier frontera. Se llamará el Comité de Ayuda
Internacional para la Protección de los Soldados Heridos.

Dunnat ha empleado los últimos cuatro años en obtener de los monarcas
y gobiernos europeos la promesa de que respetarán a su personal médico
ó sanitario allá donde se presenten, premisa de neutralidad sin la cual es
impensable su labor.

El primer emblema de esta organización para la atención de los heridos
militares lleva por lema "In Hoc Signo Salvs", y en su centro se ve una
sencilla cruz roja latina sobre fondo blanco. Este escudo es adoptado
desde la Convención de Ginebra de 1864.

Los primeros conflictos en que intervendrá serán durante las guerras
austro-prusiana y franco-prusiana, donde los germanos heridos
identificarán rápidiamente el símbolo por el que pasa a ser conocida
la benemérita organización: "Die Rotten Kreutz", La Cruz Roja.

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Gracias a De Re Militari
 
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