Buah,buah, buaaaaahhhhh, lo estaba esperando, mil veces he estado a punto de abrir un hilo sobre relato Bukowskianos. Luego si tengo un rato hago un transvase de todos los que escribí en el General, co-protagonizados con Hank y me los traigo a este hilo.
Deja de gastar todos tus cartuchos, perro. Yo también estoy aprovechando algunos textos de antiguos blogs y relatos que ya había posteado en el General para intentar animar esto. En cuanto tenga algo de tiempo pongo algo más nuevo, para ver si empiezan a quemarnos o tendremos que acuchillarnos entre nosotros mismos. Bueh, sigamos…
OLVIDOS
OLVIDOS
Acabas de despertar. Tienes sed. Vas a beber agua y no encuentras ningún vaso limpio. Enjuagas uno de los que hay en el fregadero y tomas un sorbo.
La boca te sabe a tabaco. Enciendes un cigarro y aspiras. La cabeza parece un pin ball en plena partida a punto de estallar. Buscas algo que tomar y te llevas a la boca un comprimido de airtal y un gelocatil; tragas rápido antes de que se deshagan.
Buscas la botella de whisky que compraste la noche anterior. Miras debajo del sillón, debajo de la cama, miras en el cubo de basura por si ya te la hubieras bebido pero no la encuentras. No recuerdas donde la dejaste, ni siquiera recuerdas como llegaste a casa.
Pero tú no eres tú, soy yo.
¿Por qué sonó el despertador? ¿Para que me he despertado tan temprano? Necesito un trago. Si. Cita con el psiquiatra. Rebusco entre los medicamentos del armario del baño. Tomo algo para centrarme y mantener una conversación medianamente coherente con ese sujeto. Quiere modificar mi comportamiento a base de esas pastillas. He pensado en vender todos esos medicamentos, quizá podría sacar algo de pasta, aunque tampoco vienen mal cuando quiero colocarme.
Llaman a la puerta. Es el hijo de mi vecina. La última vez que le vi tenía entre sus manos un pájaro, le miraba fijamente, parecía estar ausente. A medida que lo apretaba piaba con más fuerza, pero el chaval no se conmovía ante sus gritos de dolor, casi pude sentir desde la privilegiada posición de mi ventana como los frágiles huesos del animal se fracturaban entre sus dedos morcillones. Detrás de esas mejillas sonrosadas y esas lorzas que no le caben en la ropa se esconde un miembro de las SS. Ahora está frente a mi, en una mano tiene un frasco con su orina y en la otra una botella de whisky, la debí olvidar en la puerta de la casa. Desde hace semanas le compro a ese pequeño cabrón obeso su orina por 30 euros. Extiende su brazo y me da la botella de whisky, abre su mano y clava sus pequeños ojos de topo para que le pague. Rebusco en el bolsillo y le doy el dinero.
Antes de irme al psiquiatra tengo que darme una ducha, hay que deshacerse de ese olor que impregna todo el cuerpo después de una noche de juerga, la mezcla de sudor, alcohol y tabaco, preferiría oler a sexo, pero en este caso no ha sido posible. Toca ducha con agua fría, y no porque quiera, he olvidado pagar el recibo del gas. Solo puedo pensar en la botella de whisky. Necesito un trago.
En la sala de espera observo a la gente que hay a mi alrededor. Todos son hombres, de entre 40 y 50 años, me resulta gracioso, siempre nos han vendido que la propensión a tener problemas mentales es mayor entre las mujeres. Lo más curioso es que todos son calvos, tienen bigote y llevan chándal, seguro que Freud habría dicho algo respecto a su conducta sexual. Me miran, les sonrío mientras me paso la mano por el pelo. Vaya panda de gilipollas. Una señorita asiliconada dice mi nombre y paso a la consulta.
- Buenos días Paco. Siéntate. ¿Qué tal estás?
- Bien. Gracias.
[¿Paco? ¿Quién le ha dado permiso para que se tome estas confianzas? Estoy cojonudamente bien, por eso he venido a verte]
- Toma esto y ya sabes.
Me da un frasco para que mee en él, suerte que ya lo traigo lleno de casa, así será imposible que sepan que sigo bebiendo.
Vuelvo a entrar en la consulta después de haber hecho el cambiazo, dejo el bote sobre su mesa y me siento.
- Entonces… ¿te encuentras mejor?
- Si.
- Me alegra mucho oírte decir eso, espero que seas capaz de ver la vida con otros ojos, de encontrarle a todo el lado positivo, tienes que ser más optimista.
- Si, estoy en ello.
[Claro, y lo voy a conseguir a base de todas las pastillas que me has recetado, no te jode.]
- ¿Has vuelto a llamar a tu mujer?
- No. Hace un par de días estuve tentado de hacerlo, pero su abogado se me adelantó, ya es oficialmente mi exmujer. Prisa no les ha faltado a la hora de casarse.
- ¿Y con tu padre has hablado?
- No, ni tengo ganas de hacerlo
Alguien llama a la puerta.
- Disculpe doctor, ¿puede firmarme esto? Es urgente.
- Si, claro, pasa.
Es la misma enfermera, secretaria o lo que sea. Sonríe mientras roza sus montañas de silicona con el hombro del médico, que suerte tiene el cabrón, seguro que esta es como la Lewinski y entre paciente y paciente le hace una mamadita.
Pero el que tiene suerte no eres tu ni yo. Es él.
- Ahora que estamos solos sigamos con lo nuestro. ¿Ya consigues dormir?
- 3 ó 4 horas, más imposible.
- Bien, te voy a mandar unas pastillas, empieza con una por la noche, y sino consigues dormir más de esas 4 horas dobla la dosis.
[Genial, dobla la dosis.]
- ¿Has bebido esta semana?
- No.
[Vaya pregunta más absurda, como siga así romperé ese jarrón tan horrible que está al lado del vademécum]
- Te noto algo decaído, dobla la dosis de efedrina.
[¿Decaído? Arrastrado, tengo una resaca que no me puedo ni mover.]
- Bueno, ven la semana próxima a la misma hora de hoy. Hasta luego.
- Hasta la semana próxima.
La policía me hizo un control de alcoholemia una noche que iba borracho, retirada del carnet y unas visitas al psiquiatra. Si antes iba borracho ahora también voy drogado.
Llego a casa. Pongo la tele. “Desayuno con diamantes”. Audrey Hepburn era mi amor platónico, y lo sigue siendo. Me acaricio la entrepierna y noto que la polla se me pone ligeramente dura. Me alegro de ello, cuando empecé con esta mierda me costaba tener una erección.
Hace unas semanas me fui de putas, mejor dicho, de puta en singular. Quería follar pero la cosa estaba difícil. No se me ponía dura. Lo achaqué todo al diazepam, lorazepam, lormetazepam, efedrina,… a todas las sustancias que llevaba en el cuerpo. Ella me la chupaba, pero nada, seguía igual. Los lametones y los juegos con la lengua cada vez eran más intensos, y sin saber como aquello se endureció lo suficiente para que se la metiera. No me la follé, ella se me folló. De repente se puso a gritar, no supe si se había corrido o lo fingía, lo que si sé es que cansado de aquel mete-saca fingí que me había corrido. Pagué y me fui de allí tan deprisa que hasta olvidé subirme la bragueta. Aquel mismo día tomé una decisión, dejaba de tomar las pastillas que me habían recetado.
Ahora estaba allí, masturbándome delante del televisor con la imagen de la Hepburn como cuando tenía 12 años. En cierto modo era una situación nostálgica.
Llaman a la puerta, he debido quedarme dormido, pero no ha sido mucho tiempo, aún es de día. Es el hijo de vecina. Trae un frasco con orina. No soporto como me mira ese pequeño cabrón obeso. Se pasa por mi cabeza su imagen en un charco de sangre. Le pago.
Pero no eres tú. Soy yo.