Libros Dracones et alia

Gayo Mentula

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1 Ene 2007
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Estoy leyendo la muy jugosa Carta del Preste Juan (editada por Siruela en su Biblioteca Medieval), que tanto inspiró a Umberto Eco en su Baudolino.

Y he aquí lo que encuentro:

Por la parte que da al Septentrión, donde se termina el mundo, hay cierto lugar que llaman la Caverna de los Dragones. Larga y ancha, muy difícil y muy agreste de recorrer por ser muy agra y complicada, muy profunda por poseer gran hondura, tiene muchas cavernas y escondrijos. En este lugar hay infinitos millares de terribles dragones que los habitantes de las provincias circundantes custodian con suma diligencia para que ningún encantador de la India o de cualquier otro lugar pueda robarles ningún dragón.

Pues los príncipes de los indios suelen llevar dragones a las bodas y a otros convites suyos, por reputar poco relevante un banquete sin dragones. Y así como los pastores de ganado mayor y de jumentos, a los potros de los caballos suelen humillarlos y acostumbrarlos al hombre, enseñarles y domarlos, imponerles el freno y la silla y cabalgarlos hasta donde quieran, llamarlos a cada uno por su nombre como si fueran hombres, quienes se encargan de la custodia y disciplina de los dragones, los fejes de los dragones, con encantamientos y hechicerías humillan, acostumbran al hombre, enseñan, doman, imponen el freno y la silla y cabalgan cuando y hasta donde quieren a estos dragones, llamándolos a cada uno por su nombre.

Estos pueblos de dragones entregan anualmente a Nuestra Magnificencia, y como tributo, cien hombres, maestros de los dragones, y cien dragones domados de la manera que se ha dicho, los cuales se comportan ante los hombres como ovejas y juegan con ellos de un modo admirable, moviendo cabeza y cola de una lado para otro como hacen los canes. En verdad que estos hombres de los dragones son nuestros mensajeros y, cuando así le place a Nuestra Clemencia, los enviamos a volar por los aires con aquellos dragones de que hemos hablado, para saber lo que ocurre en cualquier parte del universo.

Inmediatamente me ha venido a la cabeza el ciclo de Elric de Melniboné de Michael Moorcock, con sus Cavernas y su Señor del Dragón.

También me he acordado del Pern de Anne McCafrey y de Eragon - que no he tenido ocasión de leer.

Nada nuevo hay bajo el sol. Me place descubrir las fuentes de las que las gentes beben (sin decirlo).


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Lo curioso es que me acabo de dar cuenta de que el traductor de la Carta, en una nota, también pone de manifiesto el paralelismo. No cita a Eragon, pero sí a los otros.
 
Tras leer el pasaje en el que el Preste Juan describe su espejo mágico con el que todo lo ve (ya Luciano de Samosata en sus Relatos Verídicos describió uno semejante que viera en la luna), no me cabe la menor duda de que Moorcock leyó la carta del Preste Juan y conscientemente le sirvió de inspiración para diversos aspectos de Elric de Melniboné.
 
No sabe como echaba de menos leerle, y beber de sus múltiples conocimientos...el foro era un poco más mundano, y banal, más frío. Bienvenido a casa, Maese. :oops: :oops: :oops:
 
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