Jose David
Clásico
- Registro
- 2 Jul 2006
- Mensajes
- 2.486
- Reacciones
- 18
Hoy ha sido, sin duda alguna, ese día.
Conocer a alguien nuevo siempre puede ser una experiencia en un círculo laboral cerrado, que cada vez más se parece más a un club de amigos (y enemigos). Conocer a una persona que desprende un carisma especial y una inteligencia aguda y precisa, puede ser más que una experiencia. Conocer además, todo eso en el cuerpo de una chica preciosa, puede ser un flechazo. Si además, le añadimos simpatía, humor mordaz tipo Putalocura y sentimientos nobles para nada parecidos a los de cualquier mujer. Entonces eso puede ser amor.
Esa es mi nueva compañera de trabajo, caballeros, hoy me la han presentado formalmente, y no es broma. En mi sector abundan los hombres, y aunque hay mujeres también, no suelen tocar nunca en mi departamento en particular.
Ni que decir tiene que en un principio, al saber que mi nuevo compañero era en realidad “compañera” no me gustó nada, me armé de paciencia, me volví extremadamente cauteloso, y rememoré horas y horas de misoginia foril… y me encuentro con lo que os he contado.
He de admitirlo, me desarmó. En principio, mi “seriedad formal y profesional”, que no dejaba de ser una pose, fue recibida con una sonrisa escéptica. Seguidamente, mi agudeza fue respondida de forma inmediata por un humor desenfadado, pero a la vez incisivo. Posteriormente, mi extrañeza fue recibida con comprensión y nobleza. Al fin, bajé la guardia, y fui correspondido con simpatía y un “lo vamos a pasar bien juntos”.
Más de lo que un simple mortal puede soportar, sinceramente. Para postre, no es mi subordinada, sino mi igual en el cargo. Las decisiones deben ser ecuánimes y unánimes. A las tres horas de conocernos ya habíamos tomado todas las del día, sin una sola objeción por ninguna de las partes, y con una mirada aprobadora de nuestro jefe, como diciendo “he hecho bien al juntaros, cabrones, me vais a hacer rico”.
Entonces es cuando, al final del día, tomando una copita en el bar de siempre, y con las celosas y resentidas miradas de mis pocas amistades femeninas (cuando mi nueva compañera lo advirtió, pasó al típico “contacto casual” de manos sobre mis hombros y antebrazos, como diciendo, “toma, un regalo para que tus amigas se jodan”), me di cuenta de que podría enamorarme realmente de alguien por primera vez en muchos, muchos años. Así que he hecho lo que tenía que hacer.
Hace escasamente una hora he pedido otro compañero, llamándo cobardemente a mi jefe después de la jornada laboral. Me he mentalizado de que lo hecho, hecho está, y he hecho un supremo acto volitivo para pensar que ella no es siempre así, su buen día no es extensible a toda una vida, y que yo estoy muy muy jodido y no puedo plantearme a estas alturas ilusionarme con nadie. Además, que coño, que tiene novio, y aunque eso no es obstáculo alguno en según qué casos, me joden estas cosas, los juegos del amor, que los juegue otro.
Así que ahora, HOY, es el día que pude amar, y no lo hice. Si, lo sé, soy muy inteligente… por eso estoy hecho una mierda emocionalmente hablando, pero sé, por experiencias pasadas en las que NO hice lo que hoy, y en las que SI hice lo que hoy, que he acertado en mi elección.
No, no había tampoco ocasión para un polvo, y estamos hablando de mi trabajo, de mi fuente de ingresos, cojones, de DINERO, donde tengas la olla…
Necesitaba compartir esto, y saber si alguna vez habéis conocido a alguien que os ha gustado hasta tal punto que os podríais haber enamorado, y habéis, conscientemente, tomado la decisión de NO hacerlo.
P.D. Hoy NO me voy de putas, me veo una peli y me deprimo leyendo el foro.
Conocer a alguien nuevo siempre puede ser una experiencia en un círculo laboral cerrado, que cada vez más se parece más a un club de amigos (y enemigos). Conocer a una persona que desprende un carisma especial y una inteligencia aguda y precisa, puede ser más que una experiencia. Conocer además, todo eso en el cuerpo de una chica preciosa, puede ser un flechazo. Si además, le añadimos simpatía, humor mordaz tipo Putalocura y sentimientos nobles para nada parecidos a los de cualquier mujer. Entonces eso puede ser amor.
Esa es mi nueva compañera de trabajo, caballeros, hoy me la han presentado formalmente, y no es broma. En mi sector abundan los hombres, y aunque hay mujeres también, no suelen tocar nunca en mi departamento en particular.
Ni que decir tiene que en un principio, al saber que mi nuevo compañero era en realidad “compañera” no me gustó nada, me armé de paciencia, me volví extremadamente cauteloso, y rememoré horas y horas de misoginia foril… y me encuentro con lo que os he contado.
He de admitirlo, me desarmó. En principio, mi “seriedad formal y profesional”, que no dejaba de ser una pose, fue recibida con una sonrisa escéptica. Seguidamente, mi agudeza fue respondida de forma inmediata por un humor desenfadado, pero a la vez incisivo. Posteriormente, mi extrañeza fue recibida con comprensión y nobleza. Al fin, bajé la guardia, y fui correspondido con simpatía y un “lo vamos a pasar bien juntos”.
Más de lo que un simple mortal puede soportar, sinceramente. Para postre, no es mi subordinada, sino mi igual en el cargo. Las decisiones deben ser ecuánimes y unánimes. A las tres horas de conocernos ya habíamos tomado todas las del día, sin una sola objeción por ninguna de las partes, y con una mirada aprobadora de nuestro jefe, como diciendo “he hecho bien al juntaros, cabrones, me vais a hacer rico”.
Entonces es cuando, al final del día, tomando una copita en el bar de siempre, y con las celosas y resentidas miradas de mis pocas amistades femeninas (cuando mi nueva compañera lo advirtió, pasó al típico “contacto casual” de manos sobre mis hombros y antebrazos, como diciendo, “toma, un regalo para que tus amigas se jodan”), me di cuenta de que podría enamorarme realmente de alguien por primera vez en muchos, muchos años. Así que he hecho lo que tenía que hacer.
Hace escasamente una hora he pedido otro compañero, llamándo cobardemente a mi jefe después de la jornada laboral. Me he mentalizado de que lo hecho, hecho está, y he hecho un supremo acto volitivo para pensar que ella no es siempre así, su buen día no es extensible a toda una vida, y que yo estoy muy muy jodido y no puedo plantearme a estas alturas ilusionarme con nadie. Además, que coño, que tiene novio, y aunque eso no es obstáculo alguno en según qué casos, me joden estas cosas, los juegos del amor, que los juegue otro.
Así que ahora, HOY, es el día que pude amar, y no lo hice. Si, lo sé, soy muy inteligente… por eso estoy hecho una mierda emocionalmente hablando, pero sé, por experiencias pasadas en las que NO hice lo que hoy, y en las que SI hice lo que hoy, que he acertado en mi elección.
No, no había tampoco ocasión para un polvo, y estamos hablando de mi trabajo, de mi fuente de ingresos, cojones, de DINERO, donde tengas la olla…
Necesitaba compartir esto, y saber si alguna vez habéis conocido a alguien que os ha gustado hasta tal punto que os podríais haber enamorado, y habéis, conscientemente, tomado la decisión de NO hacerlo.
P.D. Hoy NO me voy de putas, me veo una peli y me deprimo leyendo el foro.