Main man
Limpia, fija e invita a putas a coca-colas
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Contábales yo semanas atrás, ah, piara, cuando me vi en una situación embarazosa a causa de un tag de Esta Santa Casa. Mi mujer protagonizaba un anuncio de Special K y yo comencé a canturrearle como un mongol "Culo a tope de caca" a ritmo de Mercy. El asunto es que para ella, acudir al retrete a cagar un soberbio zurullo, se reduce a "ir". En efecto, en el lenguaje de parejas, recordemos que las mujeres le llaman "ir" a "ir a cagar".
Mi legítima:
Esto se aproxima a lo que en nuestra idioma se denomina
eufemismo.
(Del lat. euphemismus, y este del gr. εὐφημισμός).
1. m. Manifestación suave o decorosa de ideas cuya recta y franca expresión sería dura o malsonante.
En la lengua de Cervantes tenemos abundantes ejemplos de eufemismos, algunos bastante curiosos: así, al inválido/cojo/paralítico de toda la vida, hoy se le llama (por influencia del muy correcto inglés) discapacitado. Los hay francamente ridículos, como llamarle pompis al culo, pilila a la polla, minga o rabo o hacer popó, para, nuevamente, ir a cagar. Los hay piadosos, como cuando dijeron de esta mujer que había muerto tras una larga y dolorosa enfermedad:
La gente que ponen en la puta calle son víctimas de la flexibilidad laboral, los bosnios masacrados lo fueron por motivos de limpieza étnica y las personas que necesitan especial atención suelen ser ancianos decrépitos y retrasados mentales. Con las profesiones y oficios sucede mucho: si se habla de técnico en tareas de limpieza y mantenimiento se están refiriendo a la chacha y mientras que un funcionario de prisiones es un puto carcelero.
Antes de la llegada de lo políticamente correcto, ese vapor insidioso que se nos ha colado hasta los tuétanos sin apenas darnos cuenta, éramos más libres. La tía que se zumbaba a 300 era una puta con todas las letras y hoy es sexualmente independiente. El drogota de toda la vida era el yonki, el colgao, el mierda, no un toxicómano ni una persona que padece una severa adicción. El niño de la vecina, si nacía tonto, se quedaba en tonto; si tenía los ojos achinaos, probablemente fuera mongólico, el pobre cabrón. Nada de discapacitado psíquico. Hoy ni downie se le dice.
- Gracias a que hoy sólo soy discapacitado psíquico
puedo optar a una beca en el MIT de Massachusetts.
Mi legítima:
Esto se aproxima a lo que en nuestra idioma se denomina
eufemismo.
(Del lat. euphemismus, y este del gr. εὐφημισμός).
1. m. Manifestación suave o decorosa de ideas cuya recta y franca expresión sería dura o malsonante.
En la lengua de Cervantes tenemos abundantes ejemplos de eufemismos, algunos bastante curiosos: así, al inválido/cojo/paralítico de toda la vida, hoy se le llama (por influencia del muy correcto inglés) discapacitado. Los hay francamente ridículos, como llamarle pompis al culo, pilila a la polla, minga o rabo o hacer popó, para, nuevamente, ir a cagar. Los hay piadosos, como cuando dijeron de esta mujer que había muerto tras una larga y dolorosa enfermedad:
La gente que ponen en la puta calle son víctimas de la flexibilidad laboral, los bosnios masacrados lo fueron por motivos de limpieza étnica y las personas que necesitan especial atención suelen ser ancianos decrépitos y retrasados mentales. Con las profesiones y oficios sucede mucho: si se habla de técnico en tareas de limpieza y mantenimiento se están refiriendo a la chacha y mientras que un funcionario de prisiones es un puto carcelero.
Antes de la llegada de lo políticamente correcto, ese vapor insidioso que se nos ha colado hasta los tuétanos sin apenas darnos cuenta, éramos más libres. La tía que se zumbaba a 300 era una puta con todas las letras y hoy es sexualmente independiente. El drogota de toda la vida era el yonki, el colgao, el mierda, no un toxicómano ni una persona que padece una severa adicción. El niño de la vecina, si nacía tonto, se quedaba en tonto; si tenía los ojos achinaos, probablemente fuera mongólico, el pobre cabrón. Nada de discapacitado psíquico. Hoy ni downie se le dice.
- Gracias a que hoy sólo soy discapacitado psíquico
puedo optar a una beca en el MIT de Massachusetts.
Escriban aquí los eufemismos más chocantes que conozcan o váyanse al infierno.