JesusChristo
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- 14 Nov 2005
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Hace años, siendo un tierno infante, sóliamos ir a pasar el verano a un pueblo de estos típicos de veraneo. Niños, playa, bicicletas, las típicas mierdas.
Pues en el pueblo había dos hermanos con avanzado retraso y enormes paletillas dentales, apodados 'los conejos'. Ambos tenían la cara totalmente amongolada, pero de forma distinta. El hermano mayor, José, tenía el careto convexo, disparado anormalmente hacia afuera cual neanderthal, mientras que el otro, Guille, lo tenía cóncavo, hundido hacia adentro en gilipollesca expresión. Este siempre llamaba a su hermano como 'sesé', por lo tanto eran oficialmente Sesé y Guille. Sesé era más corpulento y espabilado, y hacía de defensor de su hermano. Eran buena gente, bastante acoplados eso sí, pero decían estupideces con las que te podías lolear bastante. El corte de pelo que llevaban era éste, e incluso diría que el de la derecha es clavado a Sesé:
Una vez quisieron jugar con el resto a 'patada al bote', juego en el que uno 'se queda' vigilando una lata de refresco que está en el suelo, mientras los demás tratan de darle un patadón a la susodicha. El que 'se queda', cuando ve acercarse a uno, tenía que decir su nombre mientras levantaba el bote y lo golpeaba contra el suelo, entonces aquel quedaba retenido en la 'cárcel' hasta que otro consiguiera patear la lata. Se le explicó poniendo como ejemplo que se acercase Manuel a patear el bote, y entonces él tendría que decir 'bote bote Manuel', para que el interfecto fuese a la cárcel. El retard no entendió que 'Manuel' era una variable, y en cuanto el primer hijo de puta se acercó a patear la lata, comenzó a golpear el bote contra el suelo diciendo 'bote bote Manuel' a pesar de que era Javi o Pepito el que se acercaba a dar la patada. En un momento, aquello se convirtió en una fiesta de cabroncetes corriendo y pateando la lata (y de paso al retard), mientras éste, con cara de incompresión infinita la recogía una y otra vez y la golpeaba contra el suelo diciendo 'bote bote Manuel', como esperando que se hiciese la lulz. La pura imagen de la desesperación y la injusticia, jamás lo olvidaré.
Pero entre otras hijoputeces, la mayor que recuerdo fué la justa medieval. Siempre estábamos con las bicicletas, las Torrots, BH y esas mierdas de cross que había, que las de montaña todavía no existían. Pues al gran hideputa de Manolo se le ocurrió decirle a los conejos de jugar a los caballeros medievales, emulando las justas. Con unos palos, el juego consistiría en cruzarse con las bicicletas cual caballeros y golpear al contrario; sin hacerle daño eso si, sólo marcando para ganar el punto. Sesé ya desde el principio se olió que el tema no podía terminar bien, pero Guille se ilusionó y no hubo forma de hacerlo entrar en razón.
El primer combate sería Manolo contra Guille, y tras los dos primeros cruces, Guille tomaba la delantera ante la manifiesta inutilidad de Manolo, que se lamentaba ostentosamente de la gran habilidad de su contrincante. Guille estaba completante on fire, viendo que por fin un juego de competición se le daba bien. Entonces Manolo sugirió coger más carrerilla, para poder dar más velocidad y emoción a los lances, lo que fué acogido sin miramientos por el súcnor. Se separaron a una distancia considerable, y a la voz de la dulce damisela, comenzaron a dar pedal furiosamente. Especialmente el mónguer, que estaba completamente extasiado con el juego.
Ya se acercaban ambos contendientes raudos y veloces, prestos a darse el palazo, cuando Manolo hizo un extraño y agachándose, mandó el palo entre los radios de la rueda delantera del retarded. El jocoso resultado fue que la bicicleta se paró en seco, se levantó la rueda trasera y terminó el retra hincando y arrastrando los morros por el suelo con gran estrépito, mientras le caía la bici encima del coco para rematar la gracia. Todos comenzamos a descojonarnos como si no hubiera un mañana, especialmente Manolo que seguía montado en la bici un par de metros mas allá, y mientras tanto el retra se levantaba con la cara hecha un cristo, sangrando por el labio, llorando, aún tuvo suerte de no joderse los piños.
Entonces en cuestión de segundos, la escena cambió. Sesé, al ver a su hermano defenestrado, entró en modo rage y berreando se fué hacia el culpable; pegándole tal ostia que se fueron él y la bici al suelo ante la estupefacción general. Luego vino hacia el resto de la concurrencia completamente engorilado, provocando una espantada de cuatro pares de cojones. Allí quedaron abandonadas bicis, saltapiks y cualquier otra de aquellas mierdas con las que bajábamos a hacer el cabra en aquellas noches de verano. Aún tardamos un rato en salir a recoger los bártulos, y eso que el retard estaba golpeando las cosas porque se oían ruidos metálicos; pero más nos acojonaba escuchabar sus gritos guturales y aullidos mongolescos de cavernícola enfurecido. Ante el instinto asesino y salvaje, nos mostramos como las mariconas que éramos y no asomamos el cimbrel hasta pasado un buen rato.
Tardamos algún tiempo en volver a ver a los conejos, pero al final volvieron, y es que siempre volvían. Porque al fin y al cabo no dejaban de ser animales sociales, como todos los seres umanos. Todos distintos, todos amiwos.
Pues en el pueblo había dos hermanos con avanzado retraso y enormes paletillas dentales, apodados 'los conejos'. Ambos tenían la cara totalmente amongolada, pero de forma distinta. El hermano mayor, José, tenía el careto convexo, disparado anormalmente hacia afuera cual neanderthal, mientras que el otro, Guille, lo tenía cóncavo, hundido hacia adentro en gilipollesca expresión. Este siempre llamaba a su hermano como 'sesé', por lo tanto eran oficialmente Sesé y Guille. Sesé era más corpulento y espabilado, y hacía de defensor de su hermano. Eran buena gente, bastante acoplados eso sí, pero decían estupideces con las que te podías lolear bastante. El corte de pelo que llevaban era éste, e incluso diría que el de la derecha es clavado a Sesé:
Una vez quisieron jugar con el resto a 'patada al bote', juego en el que uno 'se queda' vigilando una lata de refresco que está en el suelo, mientras los demás tratan de darle un patadón a la susodicha. El que 'se queda', cuando ve acercarse a uno, tenía que decir su nombre mientras levantaba el bote y lo golpeaba contra el suelo, entonces aquel quedaba retenido en la 'cárcel' hasta que otro consiguiera patear la lata. Se le explicó poniendo como ejemplo que se acercase Manuel a patear el bote, y entonces él tendría que decir 'bote bote Manuel', para que el interfecto fuese a la cárcel. El retard no entendió que 'Manuel' era una variable, y en cuanto el primer hijo de puta se acercó a patear la lata, comenzó a golpear el bote contra el suelo diciendo 'bote bote Manuel' a pesar de que era Javi o Pepito el que se acercaba a dar la patada. En un momento, aquello se convirtió en una fiesta de cabroncetes corriendo y pateando la lata (y de paso al retard), mientras éste, con cara de incompresión infinita la recogía una y otra vez y la golpeaba contra el suelo diciendo 'bote bote Manuel', como esperando que se hiciese la lulz. La pura imagen de la desesperación y la injusticia, jamás lo olvidaré.
Pero entre otras hijoputeces, la mayor que recuerdo fué la justa medieval. Siempre estábamos con las bicicletas, las Torrots, BH y esas mierdas de cross que había, que las de montaña todavía no existían. Pues al gran hideputa de Manolo se le ocurrió decirle a los conejos de jugar a los caballeros medievales, emulando las justas. Con unos palos, el juego consistiría en cruzarse con las bicicletas cual caballeros y golpear al contrario; sin hacerle daño eso si, sólo marcando para ganar el punto. Sesé ya desde el principio se olió que el tema no podía terminar bien, pero Guille se ilusionó y no hubo forma de hacerlo entrar en razón.
El primer combate sería Manolo contra Guille, y tras los dos primeros cruces, Guille tomaba la delantera ante la manifiesta inutilidad de Manolo, que se lamentaba ostentosamente de la gran habilidad de su contrincante. Guille estaba completante on fire, viendo que por fin un juego de competición se le daba bien. Entonces Manolo sugirió coger más carrerilla, para poder dar más velocidad y emoción a los lances, lo que fué acogido sin miramientos por el súcnor. Se separaron a una distancia considerable, y a la voz de la dulce damisela, comenzaron a dar pedal furiosamente. Especialmente el mónguer, que estaba completamente extasiado con el juego.
Ya se acercaban ambos contendientes raudos y veloces, prestos a darse el palazo, cuando Manolo hizo un extraño y agachándose, mandó el palo entre los radios de la rueda delantera del retarded. El jocoso resultado fue que la bicicleta se paró en seco, se levantó la rueda trasera y terminó el retra hincando y arrastrando los morros por el suelo con gran estrépito, mientras le caía la bici encima del coco para rematar la gracia. Todos comenzamos a descojonarnos como si no hubiera un mañana, especialmente Manolo que seguía montado en la bici un par de metros mas allá, y mientras tanto el retra se levantaba con la cara hecha un cristo, sangrando por el labio, llorando, aún tuvo suerte de no joderse los piños.
Entonces en cuestión de segundos, la escena cambió. Sesé, al ver a su hermano defenestrado, entró en modo rage y berreando se fué hacia el culpable; pegándole tal ostia que se fueron él y la bici al suelo ante la estupefacción general. Luego vino hacia el resto de la concurrencia completamente engorilado, provocando una espantada de cuatro pares de cojones. Allí quedaron abandonadas bicis, saltapiks y cualquier otra de aquellas mierdas con las que bajábamos a hacer el cabra en aquellas noches de verano. Aún tardamos un rato en salir a recoger los bártulos, y eso que el retard estaba golpeando las cosas porque se oían ruidos metálicos; pero más nos acojonaba escuchabar sus gritos guturales y aullidos mongolescos de cavernícola enfurecido. Ante el instinto asesino y salvaje, nos mostramos como las mariconas que éramos y no asomamos el cimbrel hasta pasado un buen rato.
Tardamos algún tiempo en volver a ver a los conejos, pero al final volvieron, y es que siempre volvían. Porque al fin y al cabo no dejaban de ser animales sociales, como todos los seres umanos. Todos distintos, todos amiwos.