El hilo de los que no les come el miedo con la aplicación Blablacar

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Alduin

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6 Jul 2013
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A malas me cojo un blablacar a Florencia, que tengo colegas allí que tendría que visitar,

¿Ya hay hilo del blablacar?

Yo es que nunca lo he usado. Me da mala espina montarme con cualquiera que podría ser un asesino en serie o un pederasta. O que prometa ir a X sitio y esperarte en tal sitio y luego nada.

Daría para hilo. ¿Tienes historias?

Es como una tía haciendo autoestop y que el camionero con pinta de Ted Bundy se ponga a meterte mano. Luego a saber qué haces.

Pues seguro, pero tengo que recordarlas.

Yo lo usaba hasta que me cansé no recuerdo por qué. Y de esa época tengo historias, que puedo recordar.

Luego me compré el coche y no llevé a nadie nunca. Iba siempre con el acelerador hasta el fondo, en una mano una hamburguesa y en la otra una cerveza o lo que fuera. Prefería pagar más y que nadie me dijera que iba demasiado rápido o estaba bebiendo demasiado.

Al final si no hago yo las cosas no se hacen.

Cago en DIOS.
 
Mucho bla, bla, bla.

Una vez en un blablacar llevé a dos novias lesbianas rusas que tenían que desfilar en la Fashion Week y, ufff, tuvimos que parar en Albacete donde me hicieron tantas cosas que aún no sé ni cómo os lo podría describir.
 
Buen tema de debate. Conozco alguna gente que utiliza el blablacar, son gente bastante turra, que no paran de hablar.

Por una parte está bien, te ahorras la gasofa, pero pierdes el placer de viajar, de ir a tu bola, con tu musiquita con tu pensamientos, relajado, sin tener que escuchar a ningún imbécil hablando de lugares.
 
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Habacar, donde le gustaría al haba verme.



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Blablacar es lo de compartir el coche para hacer rentables o por o menos amortizar algo del viaje ¿no?
 
Los que yo conozco salen a saldo cero, también depende de a cuantos lleves. Pero intentan que no ganes dinero y se convierta en actividad

¿Imagino que van comparando los kilómetros que se supone has hecho con el precio de gasolina y que si alguien se pasa de listo cobrando demasiado "para compartir" le dan un permaban?
 
Pedí un blablacar de esos para ir a Puerto Hurraco a ver a unos familiares. El conductor y dueño del coche era un canallita con camisa floreada que no paraba de hablar, muy pesado el tío, pero al menos me hizo el viaje ameno. En algún lugar de La Mancha se nos unió una panchita de culo gordo y yo me hice el enfermo para sentarme atrás con ella pero yo creo que se olió algo porque inmediatamente dijo que ella se iba a sentar alante. Pasé el viaje acostado escuchando cómo el canallita se ligaba a la panchita, que llegó a lamerle el nardo allí mientras conducía. Paramos en una gasolinera y allí se fueron a follar al cuarto de baño y a drogarse y a emborracharse y luego comimos unas migas y el canallita se hizo amigo de un guiri mochilero de esos de piel rosada y chanclas con calcetines que se quejaba de que en España al contrario que en la civilizada Europa nadie cogía a los autoestopistas.

Se vino con nosotros y ahí conduje yo y él se sentó a mi lado, así que le expliqué que en España antes la gente hacía autoestop igual que en el resto del continente, pero que esa época feliz terminó súbitamente y para siempre cuando ocurrió el crimen de Alcácer. Le conté con pelos y señales cómo violaron y mataron a esas chiquillas y ahí su actitud cambió y empezó a preguntar si España era un país seguro. Estaba muy asustado así que yo le conté otras historias turbias patrias, como el crimen de Marta del Castillo, las desapariciones de Aguilar de Campoo, lo del niño aquel al que llamaron pececito, la historia del mataviejas y otros tantos casos que me inventé, y por supuesto la guinda final qué fue contarle lo de la matanza de Puerto Hurraco, que recuerdo que me preguntó a qué iba a ir yo allí y yo le dije que a ver a mis familiares, que estaban emparentados con los asesinos.

Se cagó y se quiso bajar y entonces me desvíe hacia un camino rural y empecé a reírme como un loco y le dije que se podía bajar allí si quería, y el canallita y la panchita ya borrachos perdidos riéndose del pobre guiri asustado, que se bajó y yo me bajé también con él fingiendo que llevaba una pistola y el guiri please don't please don't y yo le lancé un pedrusco que le abrió una ceja y al canallita que iba puesto hasta las cejas de coca eso le hizo mucha gracia y empezó tirarle piedros cada vez más grandes y la panchita culo gordo se nos unió también y yo creo que está muerto.
 
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Pedí un blablacar de esos para ir a Puerto Hurraco a ver a unos familiares. El conductor y dueño del coche era un canallita con camisa floreada que no paraba de hablar, muy pesado el tío, pero al menos me hizo el viaje ameno. En algún lugar de La Mancha se nos unió una panchita de culo gordo y yo me hice el enfermo para sentarme atrás con ella pero yo creo que se olió algo porque inmediatamente dijo que ella se iba a sentar alante. Pasé el viaje acostado escuchando cómo el canallita se ligaba a la panchita, que llegó a lamerle el nardo allí mientras conducía. Paramos en una gasolinera y allí se fueron a follar al cuarto de baño y a drogarse y a emborracharse y luego comimos unas migas y el canallita se hizo amigo de un guiri mochilero de esos de piel rosada y chanclas con calcetines que se quejaba de que en España al contrario que en la civilizada Europa nadie cogía a los autoestopistas.

Se vino con nosotros y ahí conduje yo y él se sentó a mi lado, así que le expliqué que en España antes la gente hacía autoestop igual que en el resto del continente, pero que esa época feliz terminó súbitamente y para siempre cuando ocurrió el crimen de Alcácer. Le conté con pelos y señales cómo violaron y mataron a esas chiquillas y ahí su actitud cambió y empezó a preguntar si España era un país seguro. Estaba muy asustado así que yo le conté otras historias turbias patrias, como el crimen de Marta del Castillo, las desapariciones de Aguilar de Campoo, lo del niño aquel al que llamaron pececito, la historia del mataviejas y otros tantos casos que me inventé, y por supuesto la guinda final qué fue contarle lo de la matanza de Puerto Hurraco, que recuerdo que me preguntó a qué iba a ir yo allí y yo le dije que a ver a mis familiares, que estaban emparentados con los asesinos.

Se cagó y se quiso bajar y entonces me desvíe hacia un camino rural y empecé a reírme como un loco y le dije que se podía bajar allí si quería, y el canallita y la panchita ya borrachos perdidos riéndose del pobre guiri asustado, que se bajó y yo me bajé también con él fingiendo que llevaba una pistola y el guiri please don't please don't y yo le lancé un pedrusco que le abrió una ceja y al canallita que iba puesto hasta las cejas de coca eso le hizo mucha gracia y empezó tirarle piedros cada vez más grandes y la panchita culo gordo se nos unió también y yo creo que está muerto.

Es usted el Raymond Carver del foro.
 
Esto suena muy bien en la San Francisco de lo 70 con jovencitas hippies oliendo a piruleta y jóvencitos guitarreros buenrrollistas.
Hoy con la de tarados y tarades sueltos por ahí, se te sube una pareja y tras la primera parada te despiertas en un motel de La Roda en una bañera llena de hielo
 
Esto suena muy bien en la San Francisco de lo 70 con jovencitas hippies oliendo a piruleta y jóvencitos guitarreros buenrrollistas.

En realidad esa fue la época dorada de los psychokillers, así que no tanto.
Leí un artículo que teorizaba que esa fiebre se debió a que los transportes interestatales mejoraron mucho en los USA, a la vez que las fuerzas del orden de cada estado no compartían adecuadamente su información, con lo cual para los asesinos era fácil moverse matando. Ted Bundy lo hizo mucho así. A estos factores se añadía el de que la gente todavía tenía costumbres sociales de confiar demasiado en extraños, un lastre de cuando America era todo familias sonrientes y buen rollo (en apariencia obviamente).

Aquí por supuesto con la España vaciada no sabes lo que te vas a encontrar en esos poblachones perdidos.
 
Esto suena muy bien en la San Francisco de lo 70 con jovencitas hippies oliendo a piruleta y jóvencitos guitarreros buenrrollistas.
Hoy con la de tarados y tarades sueltos por ahí, se te sube una pareja y tras la primera parada te despiertas en un motel de La Roda en una bañera llena de hielo
 
Pedí un blablacar de esos para ir a Puerto Hurraco a ver a unos familiares. El conductor y dueño del coche era un canallita con camisa floreada que no paraba de hablar, muy pesado el tío, pero al menos me hizo el viaje ameno. En algún lugar de La Mancha se nos unió una panchita de culo gordo y yo me hice el enfermo para sentarme atrás con ella pero yo creo que se olió algo porque inmediatamente dijo que ella se iba a sentar alante. Pasé el viaje acostado escuchando cómo el canallita se ligaba a la panchita, que llegó a lamerle el nardo allí mientras conducía. Paramos en una gasolinera y allí se fueron a follar al cuarto de baño y a drogarse y a emborracharse y luego comimos unas migas y el canallita se hizo amigo de un guiri mochilero de esos de piel rosada y chanclas con calcetines que se quejaba de que en España al contrario que en la civilizada Europa nadie cogía a los autoestopistas.

Se vino con nosotros y ahí conduje yo y él se sentó a mi lado, así que le expliqué que en España antes la gente hacía autoestop igual que en el resto del continente, pero que esa época feliz terminó súbitamente y para siempre cuando ocurrió el crimen de Alcácer. Le conté con pelos y señales cómo violaron y mataron a esas chiquillas y ahí su actitud cambió y empezó a preguntar si España era un país seguro. Estaba muy asustado así que yo le conté otras historias turbias patrias, como el crimen de Marta del Castillo, las desapariciones de Aguilar de Campoo, lo del niño aquel al que llamaron pececito, la historia del mataviejas y otros tantos casos que me inventé, y por supuesto la guinda final qué fue contarle lo de la matanza de Puerto Hurraco, que recuerdo que me preguntó a qué iba a ir yo allí y yo le dije que a ver a mis familiares, que estaban emparentados con los asesinos.

Se cagó y se quiso bajar y entonces me desvíe hacia un camino rural y empecé a reírme como un loco y le dije que se podía bajar allí si quería, y el canallita y la panchita ya borrachos perdidos riéndose del pobre guiri asustado, que se bajó y yo me bajé también con él fingiendo que llevaba una pistola y el guiri please don't please don't y yo le lancé un pedrusco que le abrió una ceja y al canallita que iba puesto hasta las cejas de coca eso le hizo mucha gracia y empezó tirarle piedros cada vez más grandes y la panchita culo gordo se nos unió también y yo creo que está muerto.

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