El increíble sueño de Sekhmet en la noche de Reyes

Sekhmet

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4 Jul 2009
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Esta noche, mientras dormía, llegaba la policía a mi casa. Abría mis regalos de reyes. Un juego que siempre deseé desde pequeña estaba esperándome en el salón. ''La herencia de tía Ágata''.

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¿Qué niño de los 90 no ha soñado con este juego de mesa? Qué maravilla, ya me imaginaba yo sorprendiendo a todos mis contrincantes con mis tremendas artimañas y así ganar la herencia.

Pero nunca me llegó. No hasta esta noche.

La policía abre el regalo.

Hijo de puta, deja eso ahí, puto maricón, que yo a ti te conozco y pasabas petas en el instituto, no vayas ahora de tíoleyes, hijo de puta, que nos conocemos. ¡SUELTA ESO RAITNAU!

Pero una espolvoreada llenó mis ojos. Al abrir la caja estaba llena de COCAÍNA. No puede ser. ¿Quién la ha metido ahí? Hostia con la tía Ágata, no me esperaba esta trampa.

Total, acabo en la cárcel. Un circo aquello, con los peores narcotraficantes y asesinos. En esa caja había al menos 2 kilos. El sueño de cualquier @spizo.

Pero tengo que salir de aquí, este no es lugar para alguien como yo, tengo que resucitar el foro ligue. Esta perra vida no me puede deparar esto ahora. Además, ¡la coca no es mía!

Me dirijo al más chungo de la cárcel. Mira, ¿cómo te llamas tú? Muy bien, necesito que me ayudes a escapar. Yo luego te recompenso con dinero. (si me acuerdo, jeje). Venga, hombre, una ayudita, puto latin king.

Me muestra que su celda tiene una ventana, es un privilegiado porque Pablo Escobar ha pagado para que él por las noches pueda salir sin ser visto con la condición de estar ahí a las 7 de la mañana. Un madrugón demasiado grande para un latin king, pienso yo, pero no se lo digo por si le ofendo. No tiene cara de buena persona.

De repente veo que mi tía y mi madre están en la misma prisión, por cómplices de narcotráfico. El latin king me dice: quiero la plata namas que salga de aqui o mato a toa tu familia.

Y yo le digo: no por favor, a mi familia no. Bueno... ¡haz lo que quieras! SÁCAME DE AQUÍ YA.

Me abre su ventana, salto y me voy. Veo que esa ventana por la que he saltado da a un barrio gitano y negro muy chungo. Y le digo: oye, Brayan, yo casi que me vuelvo a la cárcel, estas calles son muy chungas y no me sé el camino a casa.

Que diseh, que son mis colegas pava, no te van a aser nada.

No sé yo, soy un caramelito para esta gente.

Avanzo sola, con miedo, no hay policías. Los negros están sentados en sillas de plástico blancas, mirándome al pasar. ¡Ojalá hubiera un policía aquí! Qué miedo más malo estoy pasando.

Veo a un negro decapitando a una mujer. Ay dios mío, maldito destino el mío, tengo correr. ¡Mierda! Los mejores corredores de maratón son los negros. Genética privilegiada. Asco de gente. Genocidio ya.

Me vuelvo a la cárcel.

Policía, policía, quiero confesar.


No eran 2 kg.


Eran 3.
 
Última edición:
Mi veredicto es que estas deseando que 5 topboxes te violen en manada y te metan la porra por el orto. Eso deduzco de las dos primeras frases de tu hilo, el resto obviamente no me lo he leido pq he viato no se que de la tia agataazZZzzzz y me ha entrado sueño
 
Los sueños de un forero medio ya son raros de por sí, pero aquel que te hace tener sudores fríos es el de quedarte sin PC, internet, pasta para Risketos,etc...

Por cierto:

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Esta noche, mientras dormía, llegaba la policía a mi casa. Abría mis regalos de reyes. Un juego que siempre deseé desde pequeña estaba esperándome en el salón. ''La herencia de tía Ágata''.

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¿Qué niño de los 90 no ha soñado con este juego de mesa? Qué maravilla, ya me imaginaba yo sorprendiendo a todos mis contrincantes con mis tremendas artimañas y así ganar la herencia.

Pero nunca me llegó. No hasta esta noche.

La policía abre el regalo.

Hijo de puta, deja eso ahí, puto maricón, que yo a ti te conozco y pasabas petas en el instituto, no vayas ahora de tíoleyes, hijo de puta, que nos conocemos. ¡SUELTA ESO RAITNAU!

Pero una espolvoreada llenó mis ojos. Al abrir la caja estaba llena de COCAÍNA. No puede ser. ¿Quién la ha metido ahí? Hostia con la tía Ágata, no me esperaba esta trampa.

Total, acabo en la cárcel. Un circo aquello, con los peores narcotraficantes y asesinos. En esa caja había al menos 2 kilos. El sueño de cualquier @spizo.

Pero tengo que salir de aquí, este no es lugar para alguien como yo, tengo que resucitar el foro ligue. Esta perra vida no me puede deparar esto ahora. Además, ¡la coca no es mía!

Me dirijo al más chungo de la cárcel. Mira, ¿cómo te llamas tú? Muy bien, necesito que me ayudes a escapar. Yo luego te recompenso con dinero. (si me acuerdo, jeje). Venga, hombre, una ayudita, puto latin king.

Me muestra que su celda tiene una ventana, es un privilegiado porque Pablo Escobar ha pagado para que él por las noches pueda salir sin ser visto con la condición de estar ahí a las 7 de la mañana. Un madrugón demasiado grande para un latin king, pienso yo, pero no se lo digo por si le ofendo. No tiene cara de buena persona.

De repente veo que mi tía y mi madre están en la misma prisión, por cómplices de narcotráfico. El latin king me dice: quiero la plata namas que salga de aqui o mato a toa tu familia.

Y yo le digo: no por favor, a mi familia no. Bueno... ¡haz lo que quieras! SÁCAME DE AQUÍ YA.

Me abre su ventana , salto y me voy. Veo que esa ventana por la que he saltado da a un barrio gitano y negro muy chungo. Y le digo: oye, Brayan, yo casi que me vuelvo a la cárcel, estas calles son muy chungas y no me sé el camino a casa.

Que diseh, que son mis colegas pava, no te van a aser nada.

No sé yo, soy un caramelito para esta gente.

Avanzo sola, con miedo, no hay policías. Los negros están sentados en sillas de plástico blancas, mirándome al pasar. ¡Ojalá hubiera un policía aquí! Qué miedo más malo estoy pasando.

Veo a un negro decapitando a una mujer. Ay dios mío, maldito destino el mío, tengo correr. ¡Mierda! Los mejores corredores de maratón son los negros. Genética privilegiada. Asco de gente. Genocidio ya.

Me vuelvo a la cárcel.

Policía, policía, quiero confesar.


No eran 2 kg.


Eran 3.


3 kg de perica, ¡quién los pillara!
 
Los sueños de un forero medio ya son raros de por sí, pero aquel que te hace tener sudores fríos es el de quedarte sin PC, internet, pasta para Risketos,etc...

Por cierto:

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Es acojonante cómo son las mujeres. Son sujetos pasivos hasta en los sueños. Ella está ahí y le suceden cosas porque otros las hacen posibles. Ella no hace nada, se limita a existir, llega la policía y a la cárcel, donde no vive una amena aventura, qué va, se limita a pedir ayuda para que otro haga lo que ella tendría que hacer. Va a otro lado y vuelve a necesitar ayuda para huir.

En definitiva, incapacidad, dependencia, pulsiones sexuales contradictorias, infantilismo... No sé, creo que es una mujer sana.
 
Última edición:
Llevo cuatro días en casa sin salir, tengo tortícolis y resfriado. Me alimento de las sobras que me traje del pueblo y el foro es el hilo que me une a la realidad exterior. Me impactó la peli del agente secreto doble cero filipino que un forero, ahora no me acurdo cómo se llama, linkeó por ahí. Mi mente atormentada es un crisol febril al que se le añadió: los relajantes musculares y paracetamol, la fantasía de youtube, interminables jornadas de foreo y noches en vela por las posturas. Con estos mimbres anoche soñé que me trasladaba a los años 70 de las Filipinas. Todos vestíamos camisas estampadas ajustadas con los picos de los cuellos grotescamente grandes y botones desabrochados. Pantalones campana de colores pastel y beige. Bronceados, peinados ye-ye y gafas de sol de diseño futurista para la época. Digo "todos" porque los foreros eran los personajes de aquella realidad onírica. La movida era que me había integrado en una banda cuyos negocios y propósitos no estaban muy claros, o quizás yo no quería cuestionarlos. Las Fuerzas del Mal, se autoproclamaban; un pelín pretenciosos, pero eran los años 70. Los jefes eran los admin, los lugartenientes las vacas sagradas, y los secuaces toda la morralla del foro. Vivíamos a cuerpo de rey en apartamentos con vistas a playas paradisíacas, por los balcones entraba la brisa marina y se veían mecer las copas de las palmeras. Los suelos eran de moqueta y el mobiliario de los apartamentos y los bloques ard decó. Güisqui y tabaco por todos partes, eramos filibusteros por circunstancias de la vida. Orgías y dinero para máquinas tragaperras, estriptis, fulanas sumisas que no hablaban jamás salvo para emitir algún chillido de dolor al llevarse una hostias del revés por: estrecha, manchar al servir la bebido o escuchar tras las cortinas de canutillos de la cocina cuando hablábamos de los golpes, estafas y atracos en proyecto. El tiempo transcurría como en una gran hermandad, no teníamos ocupación definida, simplemente eramos de la banda y eso sufragaba nuestro modo de vida. Liachu, Capitan Pecanova, Refugiado, Lagmanda siempre con un puto libro en la mano que nunca abría, Dakilla bebiendo vino a morro de la botella y susurrando monólogos en sordina mientras fuma como un carretero, Farlopas recogiendo los ceniceros en silencio con un zapato ortopédico, Nueces con unas gafas redondas como las de Monedero dando la tabarra al que pillaba por banda, Redpo con la mirada de los mil metros, en fin, todos los foreros con su rol foril pululando en carne y hueso como en una escena dantesca y macabra con un background en tonos ocre.

Eternamente estaba atardeciendo, me gustan los atardeceres, todo el santo día había esa luz amarilla mate que anuncia el próximo tono, el rojo mate, pero que nunca cuajaba. No podía evitar abstraerme mientras mecía mi vaso ancho de güisqui on the rocks, del que rara vez sorbía el perfumado brebaje, pero que me gustaba sostener porque me daba un aire sofisticado. Me recostaba con la pierna cruzada en un cómodo sofá de terciopelo marrón y miraba a través de la puerta abierta del balcón, mientras los demás esbirros vociferaban a mi alrededor en torno a una partida de poker y unas putitas de rasgos filipinos mariposeaban por el apartamento sin molestar. Curro y Moderador se las tenían tiesas por no sé qué tema y Thordiken no apartaba la vista del reflejo del espejo donde ponía morritos furtivamente. Pero todo aquel jaleo no me privaba de mi vistas que me reconfortaban y alimentaban mi secreta afición a la poesía cotidiana. Era un mafiosos, aprendiz todavía, pero necesitaba mi espacio y mi tiempo para dar rienda suelta a mis caprichos artísticos.

Se nos encarga una misión, no la recuerdo bien, está borrosa, alguna historia de atracar algo o en fin, no sé, dar un palo a un casino de otra banda, qué se yo. El caso es que vamos y se ejecuta, pero algo sale mal y nos traemos a un niño de rehén, en realidad fui yo quien lo rapta por compasión. La cara del niño era la de uno de los foreros que puso su foto en el hilo de la infancia, pero no voy a revelar de quién se trata por no descubrir mis sentimientos lascivos hacia él. El jefe nos felicita por el botín y dice que al niño lo pongan a trabajar, pero que antes le preparen. Entonces El Bedel lo coge y se lo lleva, no tardé ni un segundo en comprender las aviesas intenciones de aquella banda de depravados. Era consciente de que tenían montada toda una red de narcotráfico y prostitución por las islas, al fin y al cabo eso era lo que sufragaba mi vida de bohemio disfrazado de matón. Pero yo tengo unos principios y no podía dejar que El Bedel y Norteño se llevasen a aquel niño. Lo de "prepararlo" era ni más ni menos que sodomizarlo, romper su virginal ano y curarlo, así no daría problemas a los clientes. No pude con aquello, entonces le dije al jefe que me dejase que yo le desvirgase ya que lo había traído yo. Consintió con un gesto de la cabeza y acompañe a los dos putos maricones a un cuarto. Nada más cerrar la puerta El Bedel se empezó a desnudar para ponerse un mono ajustado de cuero con tachuelas, y una máscara también de cuero como la de los luchadores mexicanos. Aproveché el momento y envestí con furia a Norteño, que estaba apoyado en la barandilla del balcón mirando a lontananza con morriña ya que el mar le recordaba a su tierra. Y voló, lo arrojé por el balcón, nada menos que una dieciseisava planta; se reventó toito. El Bedel trató de huir, semidesnudo todavía, arrastrando al niño, pero le alcancé en los largos y lujosos palillos del aparthotel, que pertenecía al emporio del jefe, y allí mismo le machaqué la cabeza con una de esas hachas que hay para uso exclusivo de los bomberos en caso de incendio y que todos los sitios públicos de Filipinas deben tener por ley. Que ascazo, era un puto maricón de mierda que se dedicaba a "preparar" a los niños para la prostitución. Le quedé la cabeza como la carne esa preparada que venden para hamburguesas.

Huí con el niño y lo escondí en un tejado sacándolo por una minúscula ventana de un cuarto de baño. Allí estaría a salvo de momento, volví con mi gente y fingí que todo estaba correcto. Pero Cimmero empezó a sospechar, y me hacía preguntas.
-¿Dónde están los otros?
-No sé, se han ido.
-¿Y el niño?
-Lo están vistiendo las concubinas del jefe para ponerlo a trabajar ya mismo.
-Quiero ver el trabajo.
- Ha salido todo bien, no te preocupes. El chaval ha dilatado y no ha habido rotura, por eso no hemos llamado a stradivarius11 para que le cosa.
-Magnifico, pero quiero verlo.

Cimmerio era uno de los sabandeños mejor posicionados en la banda. Famoso por su lealtad y deseos de medrar, meticuloso, astuto y desconfiado como él solo. Yo sabía que el sabía que algo no iba bien. Pude apreciar la mueca que hizo con la cara, como si oliese cuerno quemado. El Bedel y Norteño jamás soltaría a esa perita en dulce tan pronto, y él lo sabía. Estaba atrapado, tuve que coger al niño del tejado, untarle en el pantalón con un poco de confí de frambuesa por la zona de la entrepierna para que pareciese que solo había sangrado un poco de nada pero que estaba bien. Cuando vuelvo con el niño de la mano me encuentro que el jefazo estaba allí, nadie le conocía, siempre se comunicaba con sus almirantes Gint & Mun por un interfono psicodélico que había en todas las habitaciones. Le llamaremos Mr. T, no quiero dar su nombre completo por temor a represalias. Un hombre corpulento, con cabeza de jabalí y dientes de oro que brillaban cuando abría la boca para engullir buñuelos de crema y nata que una puta de pelo azul le servía acompasadamente a él y a un caniche, feo como una rata, que sostenía. Cabeza de jabalí no se fiaba y mandó que le bajasen los pantalones, era enorme, lo menos medía dos metros y sus deseos eran ordenes para la panda de apesebrados de su cortejo. No podía permitirlo, me lié a tiros, pero eran demasiados y me abatieron cobardemente por la espalda. No creo que alcanzase con ninguno de mis disparos ni al despreciable Cimmerio y al demiurgo de la organización, el malvado Mr. T, que desapareció de la escena como un ninja. Mientras caía a cámara lenta miré al niño a los ojos, le había fallado, le había condenado, la había arrojado a aquel nido de sierpes. No pude sostenerle la mirada y me dejé morir deshonrado, mi único consuelo fue descubrir que en el fondo de mi negro corazón todavía latía una brizna de compasión.

El dolor de mi fracaso me despertó sofocado y me di la vuelta en la cama con dificultad por la tortícolis. Creo que no estoy muy bien de la azotea.
 
Última edición por un moderador:
Mi veredicto es que estas deseando que 5 topboxes te violen en manada y te metan la porra por el orto. Eso deduzco de las dos primeras frases de tu hilo, el resto obviamente no me lo he leido pq he viato no se que de la tia agataazZZzzzz y me ha entrado sueño
Los sueños de un forero medio ya son raros de por sí, pero aquel que te hace tener sudores fríos es el de quedarte sin PC, internet, pasta para Risketos,etc...

Por cierto:

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Ponte esto de firma @norteño, asustarás a las viejas, y a algún forero blandengue.

Yo tampoco he leído, policías? Bah, es evidente cómo acaba el sueño, si es que todas sueñan con lo mismo.
 
En ocasiones sueño con owens a lo Flockmeister, pero de ahí no pasa.

Verruga, eso le pasa por no tener tele. Muy mal. Siga con los libros, y acabará los domingos en el rastro haciendo tratos de culo con buhoneros y jubilaos selectos con más caca en los gayumbos que dedos de frente.
 
Última edición:
A saber que tomarías antes de dormir, algún Dumirox con tranxilium y la clásica copa de vino de las marujas.
 
Encuentros foriles en la tercera fase: alrededor de las cuatro de la tarde en la parada de autobus que hay cerca del instituto santa irene, plumas caqui y una barba recortada lo justo pa taparle el jepeto, tan contento foreando o haciendo sabe dios que con el movil,xd,coño, ya.
 
Llevo cuatro días en casa sin salir, tengo tortícolis y resfriado. Me alimento de las sobras que me traje del pueblo y el foro es el hilo que me une a la realidad exterior. Me impactó la peli del agente secreto doble cero filipino que un forero, ahora no me acurdo cómo se llama, linkeó por ahí. Mi mente atormentada es un crisol febril al que se le añadió: los relajantes musculares y paracetamol, la fantasía de youtube, interminables jornadas de foreo y noches en vela por las posturas. Con estos mimbres anoche soñé que me trasladaba a los años 70 de las Filipinas. Todos vestíamos camisas estampadas ajustadas con los picos de los cuellos grotescamente grandes y botones desabrochados. Pantalones campana de colores pastel y beige. Bronceados, peinados ye-ye y gafas de sol de diseño futurista para la época. Digo "todos" porque los foreros eran los personajes de aquella realidad onírica. La movida era que me había integrado en una banda cuyos negocios y propósitos no estaban muy claros, o quizás yo no quería cuestionarlos. Las Fuerzas del Mal, se autoproclamaban; un pelín pretenciosos, pero eran los años 70. Los jefes eran los admin, los lugartenientes las vacas sagradas, y los secuaces toda la morralla del foro. Vivíamos a cuerpo de rey en apartamentos con vistas a playas paradisíacas, por los balcones entraba la brisa marina y se veían mecer las copas de las palmeras. Los suelos eran de moqueta y el mobiliario de los apartamentos y los bloques ard decó. Güisqui y tabaco por todos partes, eramos filibusteros por circunstancias de la vida. Orgías y dinero para máquinas tragaperras, estriptis, fulanas sumisas que no hablaban jamás salvo para emitir algún chillido de dolor al llevarse una hostias del revés por: estrecha, manchar al servir la bebido o escuchar tras las cortinas de canutillos de la cocina cuando hablábamos de los golpes, estafas y atracos en proyecto. El tiempo transcurría como en una gran hermandad, no teníamos ocupación definida, simplemente eramos de la banda y eso sufragaba nuestro modo de vida. Liachu, Capitan Pecanova, Refugiado, Lagmanda siempre con un puto libro en la mano que nunca abría, Dakilla bebiendo vino a morro de la botella y susurrando monólogos en sordina mientras fuma como un carretero, Farlopas recogiendo los ceniceros en silencio con un zapato ortopédico, Nueces con unas gafas redondas como las de Monedero dando la tabarra al que pillaba por banda, Redpo con la mirada de los mil metros, en fin, todos los foreros con su rol foril pululando en carne y hueso como en una escena dantesca y macabra con un background en tonos ocre.

Eternamente estaba atardeciendo, me gustan los atardeceres, todo el santo día había esa luz amarilla mate que anuncia el próximo tono, el rojo mate, pero que nunca cuajaba. No podía evitar abstraerme mientras mecía mi vaso ancho de güisqui on the rocks, del que rara vez sorbía el perfumado brebaje, pero que me gustaba sostener porque me daba un aire sofisticado. Me recostaba con la pierna cruzada en un cómodo sofá de terciopelo marrón y miraba a través de la puerta abierta del balcón, mientras los demás esbirros vociferaban a mi alrededor en torno a una partida de poker y unas putitas de rasgos filipinos mariposeaban por el apartamento sin molestar. Curro y Moderador se las tenían tiesas por no sé qué tema y Thordiken no apartaba la vista del reflejo del espejo donde ponía morritos furtivamente. Pero todo aquel jaleo no me privaba de mi vistas que me reconfortaban y alimentaban mi secreta afición a la poesía cotidiana. Era un mafiosos, aprendiz todavía, pero necesitaba mi espacio y mi tiempo para dar rienda suelta a mis caprichos artísticos.

Se nos encarga una misión, no la recuerdo bien, está borrosa, alguna historia de atracar algo o en fin, no sé, dar un palo a un casino de otra banda, qué se yo. El caso es que vamos y se ejecuta, pero algo sale mal y nos traemos a un niño de rehén, en realidad fui yo quien lo rapta por compasión. La cara del niño era la de uno de los foreros que puso su foto en el hilo de la infancia, pero no voy a revelar de quién se trata por no descubrir mis sentimientos lascivos hacia él. El jefe nos felicita por el botín y dice que al niño lo pongan a trabajar, pero que antes le preparen. Entonces El Bedel lo coge y se lo lleva, no tardé ni un segundo en comprender las aviesas intenciones de aquella banda de depravados. Era consciente de que tenían montada toda una red de narcotráfico y prostitución por las islas, al fin y al cabo eso era lo que sufragaba mi vida de bohemio disfrazado de matón. Pero yo tengo unos principios y no podía dejar que El Bedel y Norteño se llevasen a aquel niño. Lo de "prepararlo" era ni más ni menos que sodomizarlo, romper su virginal ano y curarlo, así no daría problemas a los clientes. No pude con aquello, entonces le dije al jefe que me dejase que yo le desvirgase ya que lo había traído yo. Consintió con un gesto de la cabeza y acompañe a los dos putos maricones a un cuarto. Nada más cerrar la puerta El Bedel se empezó a desnudar para ponerse un mono ajustado de cuero con tachuelas, y una máscara también de cuero como la de los luchadores mexicanos. Aproveché el momento y envestí con furia a Norteño, que estaba apoyado en la barandilla del balcón mirando a lontananza con morriña ya que el mar le recordaba a su tierra. Y voló, lo arrojé por el balcón, nada menos que una dieciseisava planta; se reventó toito. El Bedel trató de huir, semidesnudo todavía, arrastrando al niño, pero le alcancé en los largos y lujosos palillos del aparthotel, que pertenecía al emporio del jefe, y allí mismo le machaqué la cabeza con una de esas hachas que hay para uso exclusivo de los bomberos en caso de incendio y que todos los sitios públicos de Filipinas deben tener por ley. Que ascazo, era un puto maricón de mierda que se dedicaba a "preparan" a los niños para la prostitución. Le quedé la cabeza como la carne esa preparada que venden para hamburguesas.

Huí con el niño y lo escondí en un tejado sacándolo por una minúscula ventana de un cuarto de baño. Allí estaría a salvo de momento, volví con mi gente y fingí que todo estaba correcto. Pero Cimmero empezó a sospechar, y me hacía preguntas.
-¿Dónde están los otros?
-No sé, se han ido.
-¿Y el niño?
-Lo están vistiendo las concubinas del jefe para ponerlo a trabajar ya mismo.
-Quiero ver el trabajo.
- Ha salido todo bien, no te preocupes. El chaval ha dilatado y no ha habido rotura, por eso no hemos llamado a stradivarius11 para que le cosa.
-Magnifico, pero quiero verlo.

Cimmerio era uno de los sabandeños mejor posicionados en la banda. Famoso por su lealtad y deseos de medrar, meticuloso, astuto y desconfiado como él solo. Yo sabía que el sabía que algo no iba bien. Pude apreciar la mueca que hizo con la cara, como si oliese cuerno quemado. El Bedel y Norteño jamás soltaría a esa perita en dulce tan pronto, y él lo sabía. Estaba atrapado, tuve que coger al niño del tejado, untarle en el pantalón con un poco de confí de frambuesa por la zona de la entrepierna para que pareciese que solo había sangrado un poco de nada pero que estaba bien. Cuando vuelvo con el niño de la mano me encuentro que el jefazo estaba allí, nadie le conocía, siempre se comunicaba con sus almirantes Gint & Mun por un interfono psicodélico que había en todas las habitaciones. Le llamaremos Mr. T, no quiero dar su nombre completo por temor a represalias. Un hombre corpulento, con cabeza de jabalí y dientes de oro que brillaban cuando habría la boca para engullir buñuelos de crema y nata que una puta de pelo azul le servía acompasadamente a él y a un caniche, feo como una rata, que sostenía. Cabeza de jabalí no se fiaba y mandó que le bajasen los pantalones, era enorme, lo menos medía dos metros y sus deseos eran ordenes para la panda de apesebrados de su cortejo. No podía permitirlo, me lié a tiros, pero eran demasiados y me abatieron cobardemente por la espalda. No creo que alcanzase con ninguno de mis disparos ni al despreciable Cimmerio y al demiurgo de la organización, el malvado Mr. T, que desapareció de la escena como un ninja. Mientras caía a cámara lenta miré al niño a los ojos, le había fallado, le había condenado, la había arrojado a aquel nido de sierpes. No pude sostenerle la mirada y me dejé morir deshonrado, mi único consuelo fue descubrir que en el fondo de mi negro corazón todavía latía una brizna de compasión.

El dolor de mi fracaso me despertó sofocado y me di la vuelta en la cama con dificultad por la tortícolis. Creo que no estoy muy bien de la azotea.
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Por cosas como el relato del verruga es que siempre termino leyendo mierdas en este lodazal, Dios mio que prosa e imaginación tiene el hijo de la gran puta.
 
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Pues yo tenía el Imperio Cobra y el Stratego. Lo mismo por eso no recuerdo lo que sueño si llego a soñar. Que esa es otra.
 
Llevo cuatro días en casa sin salir, tengo tortícolis y resfriado. Me alimento de las sobras que me traje del pueblo y el foro es el hilo que me une a la realidad exterior. Me impactó la peli del agente secreto doble cero filipino que un forero, ahora no me acurdo cómo se llama, linkeó por ahí. Mi mente atormentada es un crisol febril al que se le añadió: los relajantes musculares y paracetamol, la fantasía de youtube, interminables jornadas de foreo y noches en vela por las posturas. Con estos mimbres anoche soñé que me trasladaba a los años 70 de las Filipinas. Todos vestíamos camisas estampadas ajustadas con los picos de los cuellos grotescamente grandes y botones desabrochados. Pantalones campana de colores pastel y beige. Bronceados, peinados ye-ye y gafas de sol de diseño futurista para la época. Digo "todos" porque los foreros eran los personajes de aquella realidad onírica. La movida era que me había integrado en una banda cuyos negocios y propósitos no estaban muy claros, o quizás yo no quería cuestionarlos. Las Fuerzas del Mal, se autoproclamaban; un pelín pretenciosos, pero eran los años 70. Los jefes eran los admin, los lugartenientes las vacas sagradas, y los secuaces toda la morralla del foro. Vivíamos a cuerpo de rey en apartamentos con vistas a playas paradisíacas, por los balcones entraba la brisa marina y se veían mecer las copas de las palmeras. Los suelos eran de moqueta y el mobiliario de los apartamentos y los bloques ard decó. Güisqui y tabaco por todos partes, eramos filibusteros por circunstancias de la vida. Orgías y dinero para máquinas tragaperras, estriptis, fulanas sumisas que no hablaban jamás salvo para emitir algún chillido de dolor al llevarse una hostias del revés por: estrecha, manchar al servir la bebido o escuchar tras las cortinas de canutillos de la cocina cuando hablábamos de los golpes, estafas y atracos en proyecto. El tiempo transcurría como en una gran hermandad, no teníamos ocupación definida, simplemente eramos de la banda y eso sufragaba nuestro modo de vida. Liachu, Capitan Pecanova, Refugiado, Lagmanda siempre con un puto libro en la mano que nunca abría, Dakilla bebiendo vino a morro de la botella y susurrando monólogos en sordina mientras fuma como un carretero, Farlopas recogiendo los ceniceros en silencio con un zapato ortopédico, Nueces con unas gafas redondas como las de Monedero dando la tabarra al que pillaba por banda, Redpo con la mirada de los mil metros, en fin, todos los foreros con su rol foril pululando en carne y hueso como en una escena dantesca y macabra con un background en tonos ocre.

Eternamente estaba atardeciendo, me gustan los atardeceres, todo el santo día había esa luz amarilla mate que anuncia el próximo tono, el rojo mate, pero que nunca cuajaba. No podía evitar abstraerme mientras mecía mi vaso ancho de güisqui on the rocks, del que rara vez sorbía el perfumado brebaje, pero que me gustaba sostener porque me daba un aire sofisticado. Me recostaba con la pierna cruzada en un cómodo sofá de terciopelo marrón y miraba a través de la puerta abierta del balcón, mientras los demás esbirros vociferaban a mi alrededor en torno a una partida de poker y unas putitas de rasgos filipinos mariposeaban por el apartamento sin molestar. Curro y Moderador se las tenían tiesas por no sé qué tema y Thordiken no apartaba la vista del reflejo del espejo donde ponía morritos furtivamente. Pero todo aquel jaleo no me privaba de mi vistas que me reconfortaban y alimentaban mi secreta afición a la poesía cotidiana. Era un mafiosos, aprendiz todavía, pero necesitaba mi espacio y mi tiempo para dar rienda suelta a mis caprichos artísticos.

Se nos encarga una misión, no la recuerdo bien, está borrosa, alguna historia de atracar algo o en fin, no sé, dar un palo a un casino de otra banda, qué se yo. El caso es que vamos y se ejecuta, pero algo sale mal y nos traemos a un niño de rehén, en realidad fui yo quien lo rapta por compasión. La cara del niño era la de uno de los foreros que puso su foto en el hilo de la infancia, pero no voy a revelar de quién se trata por no descubrir mis sentimientos lascivos hacia él. El jefe nos felicita por el botín y dice que al niño lo pongan a trabajar, pero que antes le preparen. Entonces El Bedel lo coge y se lo lleva, no tardé ni un segundo en comprender las aviesas intenciones de aquella banda de depravados. Era consciente de que tenían montada toda una red de narcotráfico y prostitución por las islas, al fin y al cabo eso era lo que sufragaba mi vida de bohemio disfrazado de matón. Pero yo tengo unos principios y no podía dejar que El Bedel y Norteño se llevasen a aquel niño. Lo de "prepararlo" era ni más ni menos que sodomizarlo, romper su virginal ano y curarlo, así no daría problemas a los clientes. No pude con aquello, entonces le dije al jefe que me dejase que yo le desvirgase ya que lo había traído yo. Consintió con un gesto de la cabeza y acompañe a los dos putos maricones a un cuarto. Nada más cerrar la puerta El Bedel se empezó a desnudar para ponerse un mono ajustado de cuero con tachuelas, y una máscara también de cuero como la de los luchadores mexicanos. Aproveché el momento y envestí con furia a Norteño, que estaba apoyado en la barandilla del balcón mirando a lontananza con morriña ya que el mar le recordaba a su tierra. Y voló, lo arrojé por el balcón, nada menos que una dieciseisava planta; se reventó toito. El Bedel trató de huir, semidesnudo todavía, arrastrando al niño, pero le alcancé en los largos y lujosos palillos del aparthotel, que pertenecía al emporio del jefe, y allí mismo le machaqué la cabeza con una de esas hachas que hay para uso exclusivo de los bomberos en caso de incendio y que todos los sitios públicos de Filipinas deben tener por ley. Que ascazo, era un puto maricón de mierda que se dedicaba a "preparar" a los niños para la prostitución. Le quedé la cabeza como la carne esa preparada que venden para hamburguesas.

Huí con el niño y lo escondí en un tejado sacándolo por una minúscula ventana de un cuarto de baño. Allí estaría a salvo de momento, volví con mi gente y fingí que todo estaba correcto. Pero Cimmero empezó a sospechar, y me hacía preguntas.
-¿Dónde están los otros?
-No sé, se han ido.
-¿Y el niño?
-Lo están vistiendo las concubinas del jefe para ponerlo a trabajar ya mismo.
-Quiero ver el trabajo.
- Ha salido todo bien, no te preocupes. El chaval ha dilatado y no ha habido rotura, por eso no hemos llamado a stradivarius11 para que le cosa.
-Magnifico, pero quiero verlo.

Cimmerio era uno de los sabandeños mejor posicionados en la banda. Famoso por su lealtad y deseos de medrar, meticuloso, astuto y desconfiado como él solo. Yo sabía que el sabía que algo no iba bien. Pude apreciar la mueca que hizo con la cara, como si oliese cuerno quemado. El Bedel y Norteño jamás soltaría a esa perita en dulce tan pronto, y él lo sabía. Estaba atrapado, tuve que coger al niño del tejado, untarle en el pantalón con un poco de confí de frambuesa por la zona de la entrepierna para que pareciese que solo había sangrado un poco de nada pero que estaba bien. Cuando vuelvo con el niño de la mano me encuentro que el jefazo estaba allí, nadie le conocía, siempre se comunicaba con sus almirantes Gint & Mun por un interfono psicodélico que había en todas las habitaciones. Le llamaremos Mr. T, no quiero dar su nombre completo por temor a represalias. Un hombre corpulento, con cabeza de jabalí y dientes de oro que brillaban cuando abría la boca para engullir buñuelos de crema y nata que una puta de pelo azul le servía acompasadamente a él y a un caniche, feo como una rata, que sostenía. Cabeza de jabalí no se fiaba y mandó que le bajasen los pantalones, era enorme, lo menos medía dos metros y sus deseos eran ordenes para la panda de apesebrados de su cortejo. No podía permitirlo, me lié a tiros, pero eran demasiados y me abatieron cobardemente por la espalda. No creo que alcanzase con ninguno de mis disparos ni al despreciable Cimmerio y al demiurgo de la organización, el malvado Mr. T, que desapareció de la escena como un ninja. Mientras caía a cámara lenta miré al niño a los ojos, le había fallado, le había condenado, la había arrojado a aquel nido de sierpes. No pude sostenerle la mirada y me dejé morir deshonrado, mi único consuelo fue descubrir que en el fondo de mi negro corazón todavía latía una brizna de compasión.

El dolor de mi fracaso me despertó sofocado y me di la vuelta en la cama con dificultad por la tortícolis. Creo que no estoy muy bien de la azotea.

Joder, vaya historia. Los pelos como escarpias, señor. A sus pies.

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