LeChuck
Freak total
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Ah, esa gente que escribe regularmente en los periódicos y las revistas. Escritores, pensadores, periodistas, filósofos, políticos, vendehumos, o simplemente mediocres hijosdeputa con enchufe. Tienen su columna o su página reservada para cagar lo que gusten con la única condición de tener el texto listo para revisión y envío a imprenta dos o tres semanas antes de la publicación.
Se sacan unos buenos euros extra al mes y se despachan de lo que les salga del nabo. Es buen negocio, pienso yo.
Por ahí tenemos al Reverte, que lleva como veinte años en XL Semanal. Le gusta cagarse en todos los políticos y pintar de épica y heroica las aventuras de aquellos que él considera válidos, que suelen ser compañeros de periodismo bélico, personajes históricos patrios, y también a nuestras fuerzas armadas. Particularmente recuerdo todavía con cierto estupor como describió la campaña del islote de Perejil. Parecía que estaba hablando de los Delta Force lanzándose sobre el avispero de Mogadiscio con sus Black Hawk, mirando a la muerte a los ojos.
Cada noche una legión de héroes anónimos toman posiciones en las puertas de los clubes. Van resignados a ejercer de muro de contención de toda clase de criminales, borrachos, navajeros y fulanas -de las que ejercen, o de las civiles-, seis, ocho, dieciocho horas de pie, con frío y con calor, sin una sola queja, y, a menudo con la espada de Damocles de sus cínicos superiores pendiendo sobre sus cabezas. Labor ingrata donde las haya. Pero cuando ven el hambre en los ojos de sus niños, no existe el trabajo lo suficientemente duro, ni chusma lo suficientemente peligrosa para estos héroes sin sable ni capitán.
Javier Marías, tal vez el más lúcido y más gruñón de todos. El pedante Juan Manuel de Prada, que lo que tiene de coñazo e indigesto lo tiene de afilado y certero. La difunta Almudena Grandes. Arcadi Espada (este es más articulista que columnista), Rosa Montero, o el también fenecido David Gistau, al que nunca le vi el interés ni la gracia.
Juan José Millas, al que han plantado en tol medio de El País, y que gusta desde hace tiempo de analizar una fotografía y buscarle lecturas ocultas.
Carlos Herrera también hacía lo suyo hasta no hace tanto. Largando de toros, música con olor a ropero viejo, o de como la había gozado en el millonésimo restaurante en el que paraba. Y más recientemente, por ahí aparece Isabel Coixet escribiendo cosas más o menos insulsas y quedando como una aprendiz en su actual página a la vuelta de Reverte y De Prada. No pierdan la oportunidad de leer lo que se publicó en el XL Semanal del domingo 5. Tal vez la más perezosa e indigna página propia de la historia de la prensa nacional.
Hablemos de columnistas.
Se sacan unos buenos euros extra al mes y se despachan de lo que les salga del nabo. Es buen negocio, pienso yo.
Por ahí tenemos al Reverte, que lleva como veinte años en XL Semanal. Le gusta cagarse en todos los políticos y pintar de épica y heroica las aventuras de aquellos que él considera válidos, que suelen ser compañeros de periodismo bélico, personajes históricos patrios, y también a nuestras fuerzas armadas. Particularmente recuerdo todavía con cierto estupor como describió la campaña del islote de Perejil. Parecía que estaba hablando de los Delta Force lanzándose sobre el avispero de Mogadiscio con sus Black Hawk, mirando a la muerte a los ojos.
Cada noche una legión de héroes anónimos toman posiciones en las puertas de los clubes. Van resignados a ejercer de muro de contención de toda clase de criminales, borrachos, navajeros y fulanas -de las que ejercen, o de las civiles-, seis, ocho, dieciocho horas de pie, con frío y con calor, sin una sola queja, y, a menudo con la espada de Damocles de sus cínicos superiores pendiendo sobre sus cabezas. Labor ingrata donde las haya. Pero cuando ven el hambre en los ojos de sus niños, no existe el trabajo lo suficientemente duro, ni chusma lo suficientemente peligrosa para estos héroes sin sable ni capitán.
Javier Marías, tal vez el más lúcido y más gruñón de todos. El pedante Juan Manuel de Prada, que lo que tiene de coñazo e indigesto lo tiene de afilado y certero. La difunta Almudena Grandes. Arcadi Espada (este es más articulista que columnista), Rosa Montero, o el también fenecido David Gistau, al que nunca le vi el interés ni la gracia.
Juan José Millas, al que han plantado en tol medio de El País, y que gusta desde hace tiempo de analizar una fotografía y buscarle lecturas ocultas.
Carlos Herrera también hacía lo suyo hasta no hace tanto. Largando de toros, música con olor a ropero viejo, o de como la había gozado en el millonésimo restaurante en el que paraba. Y más recientemente, por ahí aparece Isabel Coixet escribiendo cosas más o menos insulsas y quedando como una aprendiz en su actual página a la vuelta de Reverte y De Prada. No pierdan la oportunidad de leer lo que se publicó en el XL Semanal del domingo 5. Tal vez la más perezosa e indigna página propia de la historia de la prensa nacional.
Hablemos de columnistas.
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