Libros El poder de las palabras

cuellopavo

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23 Abr 2006
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¿Quién no se ha sentido atrapado, fascinado, por el poder de una palabra?

Este es un tema complejo y apasionante a la vez. De todos modos, conociendo un poco cómo funciona este lugar, no creo conveniente abordarlo con un atracón de información que nos impida desarrollarlo a nuestra manera. Por eso dedicaré poco espacio a esta ligera introducción y que sea el propio tópico el que evolucione. Supongo que es un tema que late en el corazón de casi todos.

Podría comenzarse con la musicalidad (y todo lo que supone) de las palabras, que nos llevan en volandas hasta universos insospechados, o por ese poder de fascinación que tienen palabras como muerte, belleza, etc.
 
Las palabras son símbolos, además de subjetivas, y con una gran capacidad interpretativa. Intentaré explicarme; una palabra se puede interpretar de diversas maneras, de forma que el cúmulo de personas intentan explicar el contenido, la información y la finalidad del uso de dicha palabra. Un conjunto de símbolos pueden crear diversas situaciones, como has comentado anteriormente, mundos totalmente ajenos a la realidad, pero la auténtica intención sólo la puede conocer el locutor. El interlocutor podría hacer una conjetura para captar la finalidad, pero no mucho más.

También aporta bastante el ritmo de palabra, y la forma en que se use, si bien la intención sigue siendo redundante y subjetiva, pues habrá quien tome como falacias propias lo escuchado.
 
Helper rebuznó:
...También aporta bastante el ritmo de palabra, y la forma en que se use, si bien la intención sigue siendo redundante y subjetiva, pues habrá quien tome como falacias propias lo escuchado.

Como valor moral o ético, desde luego que ha caído bastante en desuso. Ni yo mismo emplearé con propiedad algunos términos. ¿La palabra es un valor? Había tiempos en que la palabra, de por sí, era suficiente para el afianzamiento de un contrato, o qué carajos, para generar una obligación jurídica: la palabra es ley. Supongo que además de fuerza jurídica, sí, dispone de un gran poder de fascinación.

¿No será que esa fascinación ha aumentando considerablemente porque cada día nos suena más raro? ¿que el prestamos más atención al intelectual, escritor, poeta o dramaturgo, porque nos parece un animal de zoológico? ¿porque la fascinación que nos produce es la misma que nos produce algo extraordinario y poco común?

Igual me siento decepcionado porque la palabra, mal usada, o mal tejida, es como una seducción mal ejercida, como aquello a lo que Michael Caine responde en una entrevista:

"Si tu objetivo es gustar, tienes que mentir, porque la seducción es engaño. Habrá quién lo llame hipocresía, yo lo llamo diplomacia y saber estar".

Y eso último es algo que lo sabe muy bien la clase política, en general, sin distinción de credos e ideología.

Supongo que he ejercido un poco de abogado del diablo, porque la palabra, para mí, es un arma, que no la carga el diablo precisamente.

¿Quién no se acuerda de la voz y de la palabra que pide el poeta Blas de Otero?

Lo que para muchos de nosotros -la palabra-, constituye una herramienta de trabajo, y con eso me refiero a un largo elenco de profesionales, para otros es una porra para golpear, una manzana que castigar, un árbol que tumbar, por la que no sienten respeto.
 
¿La palabra es un valor?

Si hablamos de actualidad, no, no lo es. Como bien has comentado, la palabra antiguamente era un símbolo de justicia, cultura, y en muchos casos de opción a muerte, como aquellos posthelénicos, consistentes en un duelo, previo paso por la palabra.
La palabra era clave, y los filósofos han acudido a ella, tanto o más que escritores, poetas o dramaturgos. Los tiempos cambian, y las palabras se vuelven variables de una misma ecuación.

¿No será que esa fascinación ha aumentando considerablemente porque cada día nos suena más raro? ¿que el prestamos más atención al intelectual, escritor, poeta o dramaturgo, porque nos parece un animal de zoológico? ¿porque la fascinación que nos produce es la misma que nos produce algo extraordinario y poco común?

Ciertamente, hoy en día es difícil resaltar a algún gran pensador al nivel de antiguos pensadores, de ahí nuestra fascinación, y en muchos casos, admiración.

Igual me siento decepcionado porque la palabra, mal usada, o mal tejida, es como una seducción mal ejercida, como aquello a lo que Michael Caine responde en una entrevista:

"Si tu objetivo es gustar, tienes que mentir, porque la seducción es engaño. Habrá quién lo llame hipocresía, yo lo llamo diplomacia y saber estar".

El ejemplo de Michael Caine aclara bastante la interpretación de las palabras y los actos, es decir, cada uno observa, analiza e informa de una manera distinta, lo que nos lleva a diversas opiniones. Lo que para unos sería hipocresía, para otros saber estar. El fin justifica los medios en el 99% de los casos.

Supongo que he ejercido un poco de abogado del diablo, porque la palabra, para mí, es un arma, que no la carga el diablo precisamente.

Siento decirle que en estos tiempos que corren, ese arma carece de poder, tanto o más que la reflexión. En otros temporiles pasados hubiera sido el arma más poderosa, pero fijémonos en lo que nos hemos convertido. Hemos metastatizado, mediante una 'involución' evidente.

Lo que para muchos de nosotros -la palabra-, constituye una herramienta de trabajo, y con eso me refiero a un largo elenco de profesionales, para otros es una porra para golpear, una manzana que castigar, un árbol que tumbar, por la que no sienten respeto.

20% para los primeros y el 80% para los segundos amijo.
 
Impecable Helper
cuellopavo, ¿has vuelto a fumarte unos porros con Barrico?


Puede que la palabra tuviera algún valor en otro tiempo, pero ahora no es ese tiempo.
 
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