El momento estrella de anoche, supongo que fue el ver a un borracho holandés de 20 años y 1.75 retando furiosamente a un compañero marroqui de 1.95 que compite en kick boxing y tiene más calle que el camión de la basura.
Pero hay mucho más dentro de esta aparentemente inocente anécdota. Hay mucha Barcelona en ella.
La cosa es que echan a su hermano que se puso pesadisimo. Al salir el tonto este con unas copas de más, le viene el subidon y se pone muy en modo "es mi hermano!!! Ahora veréis!".
Se dirige al marroquí 1.95, rodeado de otros 5 marroquíes y yo.
La invasión del espacio traspasa los límites. "Tú y yo vamos tú y yo a solas!", le decía, un poco a él un poco a mi un poco a todos, pero la cosa es que más a él más a mi en ese orden, que somos los que más interactuamos con él.
La línea del contacto físico estaba a un milímetro de traspasarse. Porque mientras bailaba en guardia a lo Pepe Legrá versión JB desbronceado, el otro lo cogía y a mi me rozaba.
El marroqui 1.95 con un tono sumamente conciliador, le decía "noooo", sin el mayor atisbo de burla (ante él, luego cuando tomó distancia se descojonaban de él, no sólo ellos sino toda la discoteca que estaba fuera fumando o tomando el aire). Es esa superioridad tan gigantesca que básicamente era como si un caniche se te pone bravo. No solo no le vas a patear, sino que igual por la ternura hasta le acaricias y si tuvieras chuches le dabas.
Todo esto se puede discutir. Quiero decir, en Francia, Alemania o Ingleterra por eso te cascan, ni te digo en países del Tercer o casi Tercer Mundo.
Su hermano lo intenta sacar de allí calle abajo, algo que le cuesta muchos minutos, porque el otro hace fuerza, se van cayendo uno encima del otro y torpemente se volvían a levantar en modo bucle.
Aparece un perroflauta pureta tonto del culo con barbita y moño que tenía unas ganas de atención que ni Ferris, para "separar".
Donde antes había un holandés luchando aguerridamente para alejar a su hermano de la zona no recomendada, ahora se añade este tío salvador del mundo. Que tuvo la suerte que los otros dos aceptaron esa ayuda y no le dieron, porque yendo bebidos y no llegando al 1.80, estaban no exageradamente fuertes pero estaban bien decentes, y evidentemente el perroflauta del moño no era ningún luchador africano.
A todo esto varios del público grababan con el teléfono a los tres persons mientras se descojonaban. Son los mismos que si le hubieras empujado o mandado a tomar por culo de un gomazo te grababan para denunciar.
Quince minutos después echabas la vista abajo y los veías a unos 80 metros a los tres exactamente igual que quince minutos antes, en una esquina con un banco donde intentaban sentarlo.
Estaban ahí los tres con el objetivo de contener al holandés errante, que seguía dirigiendo su ojo al marroquí 1.95 con el "tú y yo vamos tú y yo", aunque esta vez su voz se escuchaba más flojo producto de la distancia.
Al rato el del moño se nos presenta en modo chivato traidor a hablar pestes de los dos. "Estos van a dar problemas! Mira, estábamos en el banco y se ha puesto a provocar a un marroqui que había ahí sentado y al final le van a dar porque bla bla".
Le digo que es un subnormal, que deje de meterse donde no le llaman, "vale vale", y camina calle arriba.
Por cierto, he comprobado algo curioso en los últimos tiempos: más tias que tíos en las discotecas, cosa que antes no ocurría. Los buitres ya no existen por miedo a que ellas les monten un pollo. Ellas lo tienen ya todo hecho y van a lorearse. Les atraen mucho los tíos que trabajan en el local. Sólo los respetan a ellos. A los clientes los tratan como a una mierda.