Vaya por delante que detesto la fiesta de los toros, un espectáculo rancio, carpetovetónico, paleto y que el día que desaparezca nos quitaremos una de esas muescas de subdesarrollismo y atraso que todavía perviven en nuestra sociedad.
Al hilo.
A mi lo que me hace gracia de esta presunta loca es que es capaz de poner un mensaje de este calibre, sentando cátedra, no dando lugar a la réplica, creyéndose la polla con orejas, envalentonándose con sus propias palabras en el momento que las hacía públicas en sus redes sociales, cuando viene el tsunami de hostias desaparece como una rata de alcantarilla. Joder, si tan en posesión de la verdad te creías, si tanta razón te acompañaba, aguantas el tirón y con dos huevos te plantas enfrente de todos los demás.
Pero no, hay un error de fondo, un acto de cobardía supina, una conducta vil y abyecta que describe a esta sujeta. Que ese pobre infante quiera ser torero a los 7 u 8 años, a esas edades quieres ser bombero, médico, piloto, o lo que más te haya impresionado durante los últimos días, amén que el chiquillo quiera ser algo que alguno de los progenitores ha soñado que sea, en fin, que es un tierno infante (eliminando que esté muy enfermo o no) que no tienen bagaje vital para poder atribuirle maldad, segundas intenciones, o conductas sádicas frente a un toraco de 600 kilos. Es un niño que ve idealizado todo bajo un prisma donde todo es conseguible y exento de riesgo.
Pues esta hija de puta, pero grandísima hija de puta cual vil animal carroñero, se ha quedado a la espera de que la pieza más débil, el animal más enfermo, el que no tiene fuerzas para poder revolverse y lanzar su ataque para ver si queda ya muñeco. Esta presunta defensora de los animales lo único que ha conseguido (junto con otros cientos más de anormales de la misma calaña) que el mundo del toro esté cerrando filas cuando estaban dando sus últimos estertores, boqueando con el horizonte de su final. Justamente lo contrario. Sus herviboros astados les agradecen eternamente a esto talibanes, que con ayudas como estás, pasaran generaciones hasta que dejen de acribillarlos a banderillas, puyas y estoques