Encuentran tumba : Creen podria ser de Jesús y Magdalena

naraku77

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Científicos israelíes habrían hallado en Jerusalén tumba con restos de Jesús, su familia y María Magdalena
Por: Rigoberto Aranda

Lunes 26 de Febrero de 2007 | Hora de publicación: 09:49

De acuerdo con científicos israelíes, basados en análisis de ADN y datación por carbono, una tumba de dos mil años de antigüedad encontrada en 1980, contiene diez osarios de lo que parece ser la familia de Jesús.
Los hallazgos sugieren que Jesús y María Magdalena habrían tenido un hijo, de nombre Judah, cuyos restos también fueron localizados.
De acuerdo con los historiadores, la tumba, excavada en una roca en Talpiot, un suburbio de Jerusalén, contenía osarios —cajas selladas con restos óseos, con el nombre del difunto grabado en la tapa—, cinco de los cuales tienen inscripciones que los relacionan con la sagrada familia descrita en el Nuevo Testamento: Jesús, María, Mateo, José y María Magdalena, y una sexta, que dice “Judah, hijo de Jesús”.
De acuerdo con Discovery Channel, que presentará en exclusiva toda la investigación en un documental realizado por James Cameron, “este descubrimiento abre un potencialmente significativo capítulo en la historia de la arqueología bíblica”.
Discovery cita a Aarón Brody, profesor de estudios bíblicos y arqueología de Museo Bade en California, quien asegura que los osarios y las tumbas “son muy típicos de la región en esos tiempos”.
Fechada entre el año 30 a. de C y el 70 posterior a, esta tumba fue descubierta el 28 de marzo de 1980 por trabajadores de la construcción, y los osarios fueron resguardados y estudiados por la Autoridad de Antigüedades de Israel, la agencia oficial del Estado para los hallazgos arqueológicos.
Documentos. De acuerdo con Discovery, al menos cuatro de los más importantes epigrafistas han corroborado que las inscripciones de los osarios corresponden al llamado Periodo Herodiano (por Herodes, rey de Israel entre 1 a. de C y 1 d de C).
Frank Moore, profesor emérito del departamento de Lenguas y Civilizaciones del Oriente Medio en la Universidad de Harvard, “el arameo en el que están escritos estaba en uso en esa época”.
Jodi Magness, jefa adjunta del departamento de Estudios Religiosos de la Universidad de North Caroline, aseguró que “los datos corresponden a los de un Jesús histórico, tal como se desprende de lo descrito incluso en la Biblia”.
Además de la inscripción “Judah, hijo de Jesús”, otra caja dice “Jesús, hijo de José”, y otra “María”, versión latina de Miriam”. Matia, la palabra aramea que designa a Mateo, y una escrita en griego, que dice Mariamne e Mara, que de acuerdo con Francois Bovon, profesor de Historia de las Religiones de Harvard, es como en esos tiempos se identificaba literalmente a “María, la cercana al Maestro”, es decir, la María Magdalena histórica, quien encontró vacía la tumba de Jesús en uno de los Evangelios.
En uno de los libros apócrifos, no incluidos en la Biblia y llamado “Actos de Felipe”, escrito en griego en el siglo 14, se menciona a Mariamne, hermana de Felipe, en un significativo enunciado que dice: “eran los apóstoles y Mariamne, esta última quien inspiraba fortaleza al grupo, y quien después tuvo su propio núcleo de seguidores, llamados Mariamnistas, quienes perduraron hasta bien entrado el siglo 3”.
¿ADN sagrado? Los estudios de ADN fueron realizados por el laboratorio más importante de estudios paleogenéticos del mundo, que pertenece a la Universidad Lakehead de Notario, Canadá.
Carney Matheson, experto de esta Universidad, examinó los restos encontrados en las cajas marcadas con los nombres de Jesús y María Magdalena, y determinó que no tenían ninguna relación de parentesco.
Los expertos no han encontraron material genético suficiente para establecer sin lugar a dudas que el ADN de la caja correspondiente a Judah sea de un hijo del Jesús histórico, “pero las muestras son consistentes”.
Estadística. Un argumento posible contra la historia que cuenta la Tumba de Talpiot es que los nombres es esta familia son una coincidencia.
Andrey Feuerverger, profesor de estadística y matemáticas de la Universidad de Toronto, calculó las posibilidades de que las coincidencias entre los miembros de una familia pudieran repetirse en esta época y las cruzó con todas las inscripciones en tumbas encontradas en el siglo 1 en Jerusalén.
Para “Jesús hijo de José” encontró una frecuencia de uno en 190 veces, mientras que para Mariamne, una en cada 160.
De forma conservadora, él dividió los números resultantes por 25 por ciento, un stándard estadístico, y luego entre 1000, como un estimado que considerara todas las tumbas existentes –y las no descubiertas—, y los resultados son apabullantes:
La tasa de probabilidad de las coincidencias de nombre es al menos 600 a 1, o de otra manera, la conclusión es afirmativa 599 veces en 600.

https://www.cronica.com.mx/nota.php?id_nota=287749

La noticia tambien aparece en:

https://www.munhispano.com/?nid=255&sid=932730
https://www.elcomercioperu.com.pe/EdicionOnline/Html/2007-02-26/onEcPortada0678768.html
https://www.diarioc.com.ar/cartelera/id/92180
https://www.lasegunda.com/ediciononline/internacional/detalle/index.asp?idnoticia=329270

:shock: :shock: :shock: :shock: :shock: :shock: a todo esto q dira la Iglesia????????? significara algo en la historia???? o la gente seguira cereyendo fielmente a los lineamientos del Vaticano, sin importar las pruebas arqueologicas y cientificas??
 
La mitomanía es una gran pérdida de tiempo.
 
jaja buen golpe al cristianismo de la mano de los falsificadores judios.
si la masa ignorante se pudo creer la trola del crisitanismo porque no esto , habran pensado los judios.por fin acabaremos con el sanbenito de ser los asesinos de dios.

veremos que dice el vaticano si dice algo , supongo que ya matzinger habra mandado peritos del santo oficio. doctores tiene la iglesia jaja.


es imposible que hayan encontrado la tumba de jesucristo porque este es un personaje de ficcion , como demuestra el analisis detallado de los datos.
 
Es evidente que el señor Cameron ganó mucho dinero con la oscarizada Titanic. Ese le dió mucho tiempo libre y pasta para gastar.

No hace falta que siga ¿no?
 
Pura arqueología de opereta. Como en el anterior documental sobre el éxodo, precisamente también de James Cameron. Parece que está aprovechando el tirón que tiene cuestionar cualquier cosa sobre la vida de Jesús, que tan falseada nos ha llegado. Es más fácil cuestionar la existencia de Jesús y asunto resuelto (como tan genialmente ha hecho la arqueóloga Acharya S. en su obra "La Conspiración de Cristo"). En fin, que la cosa no tiene credibilidad alguna: https://www.ewtn.com/vnews/getstory.asp?number=76251

Ummita
 
Por cierto, ¿qué fue de aquella famosa cámara oculta de la pirámide? Le dieron bastante bombo en su momento, ahora, años después, ¿queda algo interesante de aquella historia?
 
Selbst rebuznó:
Por cierto, ¿qué fue de aquella famosa cámara oculta de la pirámide? Le dieron bastante bombo en su momento, ahora, años después, ¿queda algo interesante de aquella historia?

Supongo que te refieres a esto: https://news.bbc.co.uk/hi/spanish/science/newsid_2261000/2261043.stm

Pues que yo sepa no hay nada nuevo. Se toparon con otro pasadizo y ahí acabó momentáneamente la investigación. No tengo información de que se haya reanudado.

Ummita
 
Lo del documental me parece puro marketing para sacar cuartos a los imbéciles.

Cero credibilidad y cero rigor histórico.

No merece mayor comentario.
 
Hay algo que no entiendo...
Si la tumba la descubrieron en 1980, les ha llevado 27 año descubrir que lleva los nombres de jesus y compañia? Y solo porque lleve esos nombres ya dan por hecho que son los personajes que salen en la biblia?
A mi james cameron me parece bastante timador con el tema de los documentales. Hace poco vi el de "aliens of the deep" y el 80% del documental iba sobre el propio equipo de rodaje en plan "mirad que grandes personas humanas son, y que tecnologia mas puntera hemos usado".
De todas formas todo esto me ha dado ganas de pillarme el libro de Saramago "el evangelio segun jesucristo"
 
A mí lo que me gusta son las pruebas irrefutables de ADN. ¿Habrán comparado el ADN del supuesto Jesús con la sangre azul de los Borbones?
 
Ummita rebuznó:
Jakim Boor rebuznó:
A mí lo que me gusta son las pruebas irrefutables de ADN. ¿Habrán comparado el ADN del supuesto Jesús con la sangre azul de los Borbones?

Y que ya aprovechen ese ADN para llevar a cabo esto: https://www.elmundo.es/cronica/2003/377/1041931844.html

:lol:
Los análisis de C-14 sólo otorgaban a la sábana santa una antigüedad entorno a los 1.000 años o sea que ya pueden comparar lo que quieran que de allí no va a salir nada de provecho. Fue otra de las muchas falsificaciones de reliquias de santos que se dieron en la Edad Media, cuando mucha gente pagaba auténticas fortunas por los pedazos incorruptibles del cuerpo de alguna figura cristiana relevante. Al final aparecían 20 pies de San Pedro y 15 dedos indices de Santiago Apostol.
 
Cagliostro rebuznó:
Ummita rebuznó:
Jakim Boor rebuznó:
A mí lo que me gusta son las pruebas irrefutables de ADN. ¿Habrán comparado el ADN del supuesto Jesús con la sangre azul de los Borbones?

Y que ya aprovechen ese ADN para llevar a cabo esto: https://www.elmundo.es/cronica/2003/377/1041931844.html

:lol:
Los análisis de C-14 sólo otorgaban a la sábana santa una antigüedad entorno a los 1.000 años o sea que ya pueden comparar lo que quieran que de allí no va a salir nada de provecho. Fue otra de las muchas falsificaciones de reliquias de santos que se dieron en la Edad Media, cuando mucha gente pagaba auténticas fortunas por los pedazos incorruptibles del cuerpo de alguna figura cristiana relevante. Al final aparecían 20 pies de San Pedro y 15 dedos indices de Santiago Apostol.

Supongo que me pillaste la ironía. Vale.

Tengo copia de los informes originales sobre el C-14 porque me interesé bastante por el asunto entre 1988-90. Y puedo decirte que hubo ciertas irregularidades en los exámenes de la tela. Es un asunto que ya tocamos en su día en el foro (y que ya he discutido en muchísimos otros foros, así que no volveré a hacerlo porque me cansé del tema). Lo cierto es que hay 30 pruebas a favor de la autenticidad de la síndone y sólo 1 en contra (esa del C-14). Parece muy diferente de otras reliquias fraudulentas, esa es la verdad. Soy agnóstico, que conste. Ni siquiera tengo claro si Jesús existió realmente. Pero pienso que la tela sí es más antigua de lo que determinaron esos análisis.

Tema interesante todo lo referente a las reliquias religiosas, la quincallería pseudomilagrosa y los hipermercados de la fe tipo Fátima o Lourdes. Se negocia muchísimo con la credulidad ajena. El Vaticano sabe muy bien que los "milagros" son muy rentables. Mira la que montó Juan Pablo II con el tercer secreto de Fátima y el atentado que sufrió por parte de Alí Agca.
 
o sea que jesucristo existió, fue humano, murió, nunca resucitó y tuvo un hijo, en el hipotético caso de no ser un fraude la biblia se contradiría (una vez más, como dicen "una raya más a la cebra")

y todo por el nombre de jesus en una inscripción, hay que ser ingenuo
 
ikerjimenez.jpg


Inquietante


Estas noticias van por temporada, cada X tiempo "descubren" una nueva escritura, una teoria sobre el big bang o vete tu a saber, tal es el caso de esta noticia. Nos venden basura que nosotros tenemos que tragar cual cerdos en su pocilga.
 
Esto de los estudios para probar que la iglesia miente me recuerda a cuando tras meses de investigacion un equipo de cientificos descubrio que fumar porros daba hambre y relajaba .

La gente es gilipollas y hay autenticos genios que lo saben .

A ver cuando sacan un estudio de que la religion es un timo y acabamos con esta farsa , mejor prueba que tribus amazonicas que desconocen el sentido del mundo espiritual dado su escaso desarrollo tecnico y social no se si la habra jamas , en fin .

No tardaran mucho en sacar el best seller de turno , ni un poco tardaran , con libros pare entender las claves adjuntos , todo ello en el alcampo .
 
ANN-FETATTO rebuznó:
A ver cuando sacan un estudio de que la religion es un timo y acabamos con esta farsa

Hay un tal Luigi Cascioli que ha escrito un libro titulado "La fabula de cristo" que trata precisamente de esto.

copypasteo una cita:

“Si los ateos repudian la fè tradicional no es solamente porque esta fè es un contrasto con las afirmaciones de los mismos creyentes, con la razòn que niega la idea de Dios, solamente porque han entendido que los dogmas van la moral verdadera, contra las exigencias sociales del mundo en el cual viviamos. La creencia en Dios no es solamente una simple ilusiòn , un error puramente teòrico. Ella falsifica la direcciòn pràctica de la vida orientàndola verso una direcciòn quimèrica. Ella va contra las realidades sociales, las necesidades esenciales de la colectividad hùmana que son el primer motor y el ùltimo fin de cada moralidad”.

Tiene una web que merece la pena visitar https://www.luigicascioli.it/home_spa.php
 
IuGa rebuznó:
ANN-FETATTO rebuznó:
A ver cuando sacan un estudio de que la religion es un timo y acabamos con esta farsa

Hay un tal Luigi Cascioli que ha escrito un libro titulado "La fabula de cristo" que trata precisamente de esto.

copypasteo una cita:

“Si los ateos repudian la fè tradicional no es solamente porque esta fè es un contrasto con las afirmaciones de los mismos creyentes, con la razòn que niega la idea de Dios, solamente porque han entendido que los dogmas van la moral verdadera, contra las exigencias sociales del mundo en el cual viviamos. La creencia en Dios no es solamente una simple ilusiòn , un error puramente teòrico. Ella falsifica la direcciòn pràctica de la vida orientàndola verso una direcciòn quimèrica. Ella va contra las realidades sociales, las necesidades esenciales de la colectividad hùmana que son el primer motor y el ùltimo fin de cada moralidad”.

Tiene una web que merece la pena visitar https://www.luigicascioli.it/home_spa.php

Si lees "El mito de Cristo" y "El mito del Alma", de Gonzalo Puente-Ojea, se te va la fe de por vida. Muy recomendables. :twisted:

Por cierto:

"El cristianismo le dice a la gente que se arrepienta y les promete perdón. Por lo tanto no tiene nada que decirle (hasta donde sé) a personas que no saben que hayan hecho nada de lo cual arrepentirse y que no sienten que necesiten perdón." (C. S. Lewis, "Mere Christianity")

"Al inculcar la noción de que el sacrificio es una virtud, el cristianismo ha logrado convencer a mucha gente de que la miseria lograda a través del sacrificio es una marca de virtud. El dolor se transforma en la marca de la moralidad; y de la misma forma, el placer se transforma en la marca de la inmoralidad. El cristianismo, por tanto, no dice 'Vé y sé miserable'. Más bien dice 'Vé y practica la virtud del autosacrificio'. En términos prácticos, estos mandamientos son idénticos" (George H. Smith, "Atheism: The Case Against God")

"Claramente la persona que acepte a la Iglesia como guía infalible creerá cualquier cosa que la Iglesia enseñe" (Tomás de Aquino, "Summa Theologica")


Ummita
 
Ummita rebuznó:
Si lees "El mito de Cristo" y "El mito del Alma", de Gonzalo Puente-Ojea, se te va la fe de por vida. Muy recomendables. :twisted:

Por cierto:

"El cristianismo le dice a la gente que se arrepienta y les promete perdón. Por lo tanto no tiene nada que decirle (hasta donde sé) a personas que no saben que hayan hecho nada de lo cual arrepentirse y que no sienten que necesiten perdón." (C. S. Lewis, "Mere Christianity")

"Al inculcar la noción de que el sacrificio es una virtud, el cristianismo ha logrado convencer a mucha gente de que la miseria lograda a través del sacrificio es una marca de virtud. El dolor se transforma en la marca de la moralidad; y de la misma forma, el placer se transforma en la marca de la inmoralidad. El cristianismo, por tanto, no dice 'Vé y sé miserable'. Más bien dice 'Vé y practica la virtud del autosacrificio'. En términos prácticos, estos mandamientos son idénticos" (George H. Smith, "Atheism: The Case Against God")

"Claramente la persona que acepte a la Iglesia como guía infalible creerá cualquier cosa que la Iglesia enseñe" (Tomás de Aquino, "Summa Theologica")


Ummita


Viendo los derroteros que ha tomado el hilo (cabe decir que el post original no da para más) me animo a copiar este fragmento que "comentamos" en el subforo Libros:

Pero levantó la cabeza bruscamente y me miró de frente: «¿Por qué», me dijo, «rehúsa usted mis visitas?» Contesté que no creía en Dios. Quiso saber si estaba bien seguro y le dije que yo mismo no tenía para qué preguntármelo; me parecía una cuestión sin importancia. Se echó entonces hacia atrás y se recostó contra el muro, con las manos en los muslos. Casi sin que pareciera hablarme, observó que a veces uno creía estar seguro cuando, en realidad, no lo estaba. Yo no decía nada. Me miró y me preguntó: «¿Qué piensa usted?» Contesté que quizá fuera así. Quizá no estaba seguro de lo que me interesaba realmente, pero en todo caso, estaba completamente seguro de lo que no me interesaba. Y, justamente, lo que el me decía no me interesaba. Volvió la mirada y, siempre sin cambiar de posición, me preguntó si no hablaba así por exceso de desesperación. Le expliqué que no estaba desesperado. Simplemente tema miedo, era bien natural. «Entonces Dios le ayudará.» Hizo notar. «Todos cuantos he conocido en su caso han vuelto a El.» Reconocí que estaban en su derecho. Probaba también que tenían tiempo para hacerlo. En cuanto a mí no quería que me ayudaran y precisamente no tenía tiempo para interesarme en lo que no me interesaba. En ese instante sus manos hicieron un ademán de impaciencia, pero se enderezó y arregló los pliegues de la sotana. Cuando hubo terminado, se dirigió a mí llamándome «amigo mío»; si me hablaba así no era porque estuviese condenado a muerte; según su opinión estábamos todos condenados a muerte. Pero le interrumpí diciéndole que no era la misma cosa y que, por otra parte, en ningún caso podía ser consuelo. «Es cierto», asintió, «pero usted morirá más tarde si no muere pronto. El mismo problema se le planteará entonces. ¿Cómo afrontará usted la terrible prueba?» Repuse que la afrontaría exactamente como la afrontaba en este momento. Ante estas palabras se levantó y me miró directamente a los ojos. Es un juego que conozco bien. Me divertía a menudo haciéndolo con Manuel o Celeste y, generalmente, eran ellos quienes apartaban la mirada. También el capellán conocía bien el juego; lo comprendí en seguida. Su mirada no vaciló. Y su voz tampoco vaciló cuando me dijo: «¿No tiene usted, pues, esperanza alguna y vive pensando que va a morir por entero?» «Sí», le respondí. Bajó entonces la cabeza y volvió a sentarse. Me dijo que me compadecía. Juzgaba imposible que un hombre pudiese soportar esto. Yo sentí solamente que él comenzaba a aburrirme. Me aparté a mi vez y fui hacia la claraboya. Me apoyé con el hombro contra la pared. Sin seguirlo bien, oí que comenzaba a interrogarme otra vez. Hablaba con voz inquieta y apremiante. Comprendí que estaba emocionado y le escuché con más atención.

Me decía que tenía la certeza de que la apelación sería resuelta favorablemente, pero que yo cargaba con el peso de un pecado del que debía librárseme. Según él, la justicia de los hombres no significaba nada y la justicia de Dios, todo. Hice notar que era la primera la que me había condenado. Me contestó que, mientras tanto, esa justicia no había lavado mi pecado. Le dije que no sabía qué era un pecado. Se me había hecho saber, solamente, qué era culpable. Era culpable, pagaba, no se me podía pedir más. En ese momento se levantó de nuevo y pensé que en una celda tan estrecha no podía moverse aunque quisiera. Sólo podía sentarse o levantarse. Yo tenía los ojos clavados en el suelo. Dio un paso hacia mí y se detuvo, como si no osara avanzar. Miraba al cielo a través de los barrotes. «Se engaña usted, hijo mío»,me dijo, «podrían pedirle más. Se lo pedirían quizá». —«¿Y qué, pues?»— «Podrían pedirle que viera.» —«¿Qué viera qué?» El sacerdote miró alrededor y respondió con voz que me pareció súbitamente muy vencida: «Sé que todas estas piedras sudan dolor. Nunca las he mirado sin angustia. Pero, desde lo hondo del corazón, sé que los más desdichados de ustedes han visto surgir de su oscuridad un rostro divino. Se le pide a usted que vea ese rostro.»
Me animé un poco. Dije que hacía meses que miraba estas murallas. No existía en el mundo nada ni nadie que conociera mejor. Quizá, hace mucho tiempo, había buscado allí un rostro. Pero ese rostro tenía el color del sol y la llama del deseo: era el de María. Lo había buscado en vano.

Ahora, se acabó. Y, en todo caso, no había visto surgir nada de este sudor de piedra.
El capellán me miró con cierta tristeza. Yo estaba ahora completamente pegado a la muralla y el día me corría sobre la frente. Dijo algunas palabras que no oí y me preguntó rápidamente si le permitía besarme. «No», contesté. Se volvió, caminó hacia la pared y la palpó lentamente con la mano. «¿Ama usted esta tierra hasta ese punto?», murmuró. No respondí nada. Quedó vuelto bastante tiempo. Su presencia me pesaba y me molestaba. Iba a decirle que se marchara, que me dejara, cuando gritó de golpe en una especie de estallido, volviéndose hacia mí: «¡No, no puedo creerle! ¡Estoy seguro de que ha llegado usted a desear otra vida!» Le contesté que naturalmente era así, pero no tenía más importancia que desear ser rico, nadar muy rápido, o tener una boca mejor hecha. Era del mismo orden. Me interrumpió y quiso saber cómo veía yo esa otra vida. Entonces, le grité: «¡Una vida en la que pudiera recordar ésta!», e inmediatamente le dije que era suficiente. Quería aún hablarme de Dios, pero me adelanté hacia él y traté de explicarle por última vez que me quedaba poco tiempo. No quería perderlo con Dios. Ensayó cambiar de tema preguntándome por qué le llamaba «señor» y no «padre». Esto me irritó y le contesté que no era mi padre: que él estaba con los otros. «No, hijo mío», dijo poniéndome la mano sobre el hombro. «Estoy con usted. Pero no puede darse cuenta porque tiene el corazón ciego. Rogaré por usted.»

Entonces, no sé por qué, algo se rompió dentro de mí. Me puse a gritar a voz en cuello y le insulté y le dije que no rogara y que más le valía arder que desaparecer. Le había tomado por el cuello de la sotana. Vaciaba sobre él todo el fondo de mi corazón con impulsos en que se mezclaban el gozo y la cólera. Parecía estar tan seguro, ¿no es cierto? Sin embargo ninguna de sus certezas valía lo que un cabello de mujer. Ni siquiera estaba seguro de estar vivo, puesto que vivía como un muerto. Me parecía tener las manos vacías. Pero estaba seguro de mí, seguro de todo, más seguro que él, seguro de mi vida y de esta muerte que iba a llegar. Sí, no tenía más que esto. Pero, por lo menos, poseía esta verdad, tanto como ella me poseía a mí. Yo había tenido razón, tenía todavía razón, tenía siempre razón. Había vivido de tal manera y hubiera podido vivir de tal otra. Había hecho esto y no había hecho aquello. No había hecho tal cosa en tanto que había hecho esta otra. ¿Y después? Era como si durante toda la vida hubiese esperado este minuto... y esta brevísima alba en la que quedaría justificado. Nada, nada tenía importancia, y yo sabía bien por qué. También él sabía por qué. Desde lo hondo de mi porvenir, durante toda esta vida absurda que había llevado, subía hacia mí un soplo oscuro a través de los años que aún no habían llegado, y este soplo igualaba a su paso todo lo que me proponían entonces, en los años no más reales que los que estaba viviendo. ¡Qué me importaban la muerte de los otros, el amor de una madre! ¡Qué me importaban su Dios, las vidas que uno elige, los destinos que uno escoge, desde que un único destino debía de escogerme a mí y conmigo a millares de privilegiados que, como él, se decían hermanos míos! ¿Comprendía, comprendía pues? Todo el mundo era privilegiado. No había más que privilegiados. También a los otros los condenarían un día. También a él lo condenarían. ¿Qué importaba si acusado de una muerte lo ejecutaban por no haber llorado en el entierro de su madre? El perro de Salamano valía tanto como su mujer. La mujercita autómata era tan culpable como la parisiense que se había casado con Masson, o como María, que había deseado casarse conmigo. ¿Qué importaba que Raimundo fuese compañero mío tanto como Celeste, que valía más que él? ¿Qué importaba que María diese hoy su boca a un nuevo Meursault? Comprendía, pues, este Condenado, que desde lo hondo de mi porvenir... Me ahogaba gritando todo esto. Pero ya me quitaban al capellán de entre las manos y los guardianes me amenazaban. Sin embargo, él los calmó y me miró en silencio. Tenía los ojos llenos de lágrimas. Se volvió y desapareció.


Un saludo.
 
Selbst rebuznó:
Ummita rebuznó:
Si lees "El mito de Cristo" y "El mito del Alma", de Gonzalo Puente-Ojea, se te va la fe de por vida. Muy recomendables. :twisted:

Por cierto:

"El cristianismo le dice a la gente que se arrepienta y les promete perdón. Por lo tanto no tiene nada que decirle (hasta donde sé) a personas que no saben que hayan hecho nada de lo cual arrepentirse y que no sienten que necesiten perdón." (C. S. Lewis, "Mere Christianity")

"Al inculcar la noción de que el sacrificio es una virtud, el cristianismo ha logrado convencer a mucha gente de que la miseria lograda a través del sacrificio es una marca de virtud. El dolor se transforma en la marca de la moralidad; y de la misma forma, el placer se transforma en la marca de la inmoralidad. El cristianismo, por tanto, no dice 'Vé y sé miserable'. Más bien dice 'Vé y practica la virtud del autosacrificio'. En términos prácticos, estos mandamientos son idénticos" (George H. Smith, "Atheism: The Case Against God")

"Claramente la persona que acepte a la Iglesia como guía infalible creerá cualquier cosa que la Iglesia enseñe" (Tomás de Aquino, "Summa Theologica")


Ummita


Viendo los derroteros que ha tomado el hilo (cabe decir que el post original no da para más) me animo a copiar este fragmento que "comentamos" en el subforo Libros:

Pero levantó la cabeza bruscamente y me miró de frente: «¿Por qué», me dijo, «rehúsa usted mis visitas?» Contesté que no creía en Dios. Quiso saber si estaba bien seguro y le dije que yo mismo no tenía para qué preguntármelo; me parecía una cuestión sin importancia. Se echó entonces hacia atrás y se recostó contra el muro, con las manos en los muslos. Casi sin que pareciera hablarme, observó que a veces uno creía estar seguro cuando, en realidad, no lo estaba. Yo no decía nada. Me miró y me preguntó: «¿Qué piensa usted?» Contesté que quizá fuera así. Quizá no estaba seguro de lo que me interesaba realmente, pero en todo caso, estaba completamente seguro de lo que no me interesaba. Y, justamente, lo que el me decía no me interesaba. Volvió la mirada y, siempre sin cambiar de posición, me preguntó si no hablaba así por exceso de desesperación. Le expliqué que no estaba desesperado. Simplemente tema miedo, era bien natural. «Entonces Dios le ayudará.» Hizo notar. «Todos cuantos he conocido en su caso han vuelto a El.» Reconocí que estaban en su derecho. Probaba también que tenían tiempo para hacerlo. En cuanto a mí no quería que me ayudaran y precisamente no tenía tiempo para interesarme en lo que no me interesaba. En ese instante sus manos hicieron un ademán de impaciencia, pero se enderezó y arregló los pliegues de la sotana. Cuando hubo terminado, se dirigió a mí llamándome «amigo mío»; si me hablaba así no era porque estuviese condenado a muerte; según su opinión estábamos todos condenados a muerte. Pero le interrumpí diciéndole que no era la misma cosa y que, por otra parte, en ningún caso podía ser consuelo. «Es cierto», asintió, «pero usted morirá más tarde si no muere pronto. El mismo problema se le planteará entonces. ¿Cómo afrontará usted la terrible prueba?» Repuse que la afrontaría exactamente como la afrontaba en este momento. Ante estas palabras se levantó y me miró directamente a los ojos. Es un juego que conozco bien. Me divertía a menudo haciéndolo con Manuel o Celeste y, generalmente, eran ellos quienes apartaban la mirada. También el capellán conocía bien el juego; lo comprendí en seguida. Su mirada no vaciló. Y su voz tampoco vaciló cuando me dijo: «¿No tiene usted, pues, esperanza alguna y vive pensando que va a morir por entero?» «Sí», le respondí. Bajó entonces la cabeza y volvió a sentarse. Me dijo que me compadecía. Juzgaba imposible que un hombre pudiese soportar esto. Yo sentí solamente que él comenzaba a aburrirme. Me aparté a mi vez y fui hacia la claraboya. Me apoyé con el hombro contra la pared. Sin seguirlo bien, oí que comenzaba a interrogarme otra vez. Hablaba con voz inquieta y apremiante. Comprendí que estaba emocionado y le escuché con más atención.

Me decía que tenía la certeza de que la apelación sería resuelta favorablemente, pero que yo cargaba con el peso de un pecado del que debía librárseme. Según él, la justicia de los hombres no significaba nada y la justicia de Dios, todo. Hice notar que era la primera la que me había condenado. Me contestó que, mientras tanto, esa justicia no había lavado mi pecado. Le dije que no sabía qué era un pecado. Se me había hecho saber, solamente, qué era culpable. Era culpable, pagaba, no se me podía pedir más. En ese momento se levantó de nuevo y pensé que en una celda tan estrecha no podía moverse aunque quisiera. Sólo podía sentarse o levantarse. Yo tenía los ojos clavados en el suelo. Dio un paso hacia mí y se detuvo, como si no osara avanzar. Miraba al cielo a través de los barrotes. «Se engaña usted, hijo mío»,me dijo, «podrían pedirle más. Se lo pedirían quizá». —«¿Y qué, pues?»— «Podrían pedirle que viera.» —«¿Qué viera qué?» El sacerdote miró alrededor y respondió con voz que me pareció súbitamente muy vencida: «Sé que todas estas piedras sudan dolor. Nunca las he mirado sin angustia. Pero, desde lo hondo del corazón, sé que los más desdichados de ustedes han visto surgir de su oscuridad un rostro divino. Se le pide a usted que vea ese rostro.»
Me animé un poco. Dije que hacía meses que miraba estas murallas. No existía en el mundo nada ni nadie que conociera mejor. Quizá, hace mucho tiempo, había buscado allí un rostro. Pero ese rostro tenía el color del sol y la llama del deseo: era el de María. Lo había buscado en vano.

Ahora, se acabó. Y, en todo caso, no había visto surgir nada de este sudor de piedra.
El capellán me miró con cierta tristeza. Yo estaba ahora completamente pegado a la muralla y el día me corría sobre la frente. Dijo algunas palabras que no oí y me preguntó rápidamente si le permitía besarme. «No», contesté. Se volvió, caminó hacia la pared y la palpó lentamente con la mano. «¿Ama usted esta tierra hasta ese punto?», murmuró. No respondí nada. Quedó vuelto bastante tiempo. Su presencia me pesaba y me molestaba. Iba a decirle que se marchara, que me dejara, cuando gritó de golpe en una especie de estallido, volviéndose hacia mí: «¡No, no puedo creerle! ¡Estoy seguro de que ha llegado usted a desear otra vida!» Le contesté que naturalmente era así, pero no tenía más importancia que desear ser rico, nadar muy rápido, o tener una boca mejor hecha. Era del mismo orden. Me interrumpió y quiso saber cómo veía yo esa otra vida. Entonces, le grité: «¡Una vida en la que pudiera recordar ésta!», e inmediatamente le dije que era suficiente. Quería aún hablarme de Dios, pero me adelanté hacia él y traté de explicarle por última vez que me quedaba poco tiempo. No quería perderlo con Dios. Ensayó cambiar de tema preguntándome por qué le llamaba «señor» y no «padre». Esto me irritó y le contesté que no era mi padre: que él estaba con los otros. «No, hijo mío», dijo poniéndome la mano sobre el hombro. «Estoy con usted. Pero no puede darse cuenta porque tiene el corazón ciego. Rogaré por usted.»

Entonces, no sé por qué, algo se rompió dentro de mí. Me puse a gritar a voz en cuello y le insulté y le dije que no rogara y que más le valía arder que desaparecer. Le había tomado por el cuello de la sotana. Vaciaba sobre él todo el fondo de mi corazón con impulsos en que se mezclaban el gozo y la cólera. Parecía estar tan seguro, ¿no es cierto? Sin embargo ninguna de sus certezas valía lo que un cabello de mujer. Ni siquiera estaba seguro de estar vivo, puesto que vivía como un muerto. Me parecía tener las manos vacías. Pero estaba seguro de mí, seguro de todo, más seguro que él, seguro de mi vida y de esta muerte que iba a llegar. Sí, no tenía más que esto. Pero, por lo menos, poseía esta verdad, tanto como ella me poseía a mí. Yo había tenido razón, tenía todavía razón, tenía siempre razón. Había vivido de tal manera y hubiera podido vivir de tal otra. Había hecho esto y no había hecho aquello. No había hecho tal cosa en tanto que había hecho esta otra. ¿Y después? Era como si durante toda la vida hubiese esperado este minuto... y esta brevísima alba en la que quedaría justificado. Nada, nada tenía importancia, y yo sabía bien por qué. También él sabía por qué. Desde lo hondo de mi porvenir, durante toda esta vida absurda que había llevado, subía hacia mí un soplo oscuro a través de los años que aún no habían llegado, y este soplo igualaba a su paso todo lo que me proponían entonces, en los años no más reales que los que estaba viviendo. ¡Qué me importaban la muerte de los otros, el amor de una madre! ¡Qué me importaban su Dios, las vidas que uno elige, los destinos que uno escoge, desde que un único destino debía de escogerme a mí y conmigo a millares de privilegiados que, como él, se decían hermanos míos! ¿Comprendía, comprendía pues? Todo el mundo era privilegiado. No había más que privilegiados. También a los otros los condenarían un día. También a él lo condenarían. ¿Qué importaba si acusado de una muerte lo ejecutaban por no haber llorado en el entierro de su madre? El perro de Salamano valía tanto como su mujer. La mujercita autómata era tan culpable como la parisiense que se había casado con Masson, o como María, que había deseado casarse conmigo. ¿Qué importaba que Raimundo fuese compañero mío tanto como Celeste, que valía más que él? ¿Qué importaba que María diese hoy su boca a un nuevo Meursault? Comprendía, pues, este Condenado, que desde lo hondo de mi porvenir... Me ahogaba gritando todo esto. Pero ya me quitaban al capellán de entre las manos y los guardianes me amenazaban. Sin embargo, él los calmó y me miró en silencio. Tenía los ojos llenos de lágrimas. Se volvió y desapareció.


Un saludo.

Díme autor y título de la obra y entonces me leeré esa parrafada.

Y luego tú te lees este hilo que abrí en su día: https://foropl.com/viewtopic.php?t=57035

Ummita
 
Es un fragmento de "El extranjero" de Camus. Está relacionado con el carácter de la moral cristiana, por eso lo puse.

Tu hilo ya lo conocía, llevo bastante tiempo por aquí, pero lo leeré de nuevo.
 
Selbst rebuznó:
Es un fragmento de "El extranjero" de Camus. Está relacionado con el carácter de la moral cristiana, por eso lo puse.

Tu hilo ya lo conocía, llevo bastante tiempo por aquí, pero lo leeré de nuevo.

Gracias por el dato. Lo leo pues.

Vale, pensé que no conocías ese hilo.
 
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