Gayo Mentula
Asiduo
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(posteo hilo mío previamente posteado en Prison Freak porque yo lo valgo)
La mayoría de vosotros no habrá oído hablar de Gustav Meyrink.
Fue muchas cosas en vida, bastardo de la nobleza, banquero (de éxito y en bancarrota), duelista. Sobre todo se le recuerda como escritor.
A él se debe la formulación definitiva de la leyenda del Golem.
Sus obras son bastante desconocidas en España, salvo El Golem (del que existen diversas ediciones). Recientemente Valdemar también ha editado la novela El ángel de la ventana de Occidente y la recopilación de relatos El monje Laskaris.
Su obra es incalificable, contemporáneo y compatriota de Kafka, sin embargo su prosa poco tiene que ver con él, aunque enlaza también con lo onírico. Algunos ven en sus imágenes concomitancias con el simbolismo junguiano. Yo veo también en su obra paralelismos con la de H. H. Ewers, de su misma generación y celebrado autor de Alraune (La Mandrágora), tanto estilísticos, como de temática y tratamiento.
Fue uno de los autores preferidos de Borges (que lo cita constantemente) y eso es buena señal.
Esta es una interesante página en español sobre nuestro autor:
https://galeon.hispavista.com/meyrink/index.htm
--------------------------
Pero de lo que realmente quiero hablar aquí es de su tumba. En internet hay un pequeño relato sobre un peregrinaje a ella:
https://www.fractal.com.mx/F24montiel.html
Lo que me llama la atención es su lápida.
En uno de sus cuentos más celebrados, La visita de J.H. Obereit a las sanguijuelas del tiempo, publicado por dos veces en la gótica de Valdemar (El Monje Laskaris (nº. 66) y Sanguinarius (nº. 60) - donde se titula El país del tiempo de las sanguijuelas - sic), se habla de que existen unos hombres, unos sabios, que logran vencer al tiempo renunciando a los anhelos y esperanzas que como sanguijuelas son los que devoran nuestra vida. A estos hombres se les distingue, al morir, porque en la lápida de sus tumbas está grabada la palabra VIVO. Esto es, el presente de indicativo latino, Yo vivo.
Esta es la tumba de Meyrink (y de su familia):
Lo que ya no puedo saber es si Meyrink escapó de la muerte de la forma en que lo hicieron esos sabios de su cuento.
Quiero creer que sí. Quiero pensar que su tumba es testimonio de su secreta victoria.
VIVO.
La mayoría de vosotros no habrá oído hablar de Gustav Meyrink.
Fue muchas cosas en vida, bastardo de la nobleza, banquero (de éxito y en bancarrota), duelista. Sobre todo se le recuerda como escritor.
A él se debe la formulación definitiva de la leyenda del Golem.
Sus obras son bastante desconocidas en España, salvo El Golem (del que existen diversas ediciones). Recientemente Valdemar también ha editado la novela El ángel de la ventana de Occidente y la recopilación de relatos El monje Laskaris.
Su obra es incalificable, contemporáneo y compatriota de Kafka, sin embargo su prosa poco tiene que ver con él, aunque enlaza también con lo onírico. Algunos ven en sus imágenes concomitancias con el simbolismo junguiano. Yo veo también en su obra paralelismos con la de H. H. Ewers, de su misma generación y celebrado autor de Alraune (La Mandrágora), tanto estilísticos, como de temática y tratamiento.
Fue uno de los autores preferidos de Borges (que lo cita constantemente) y eso es buena señal.
Esta es una interesante página en español sobre nuestro autor:
https://galeon.hispavista.com/meyrink/index.htm
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Pero de lo que realmente quiero hablar aquí es de su tumba. En internet hay un pequeño relato sobre un peregrinaje a ella:
https://www.fractal.com.mx/F24montiel.html
Lo que me llama la atención es su lápida.
En uno de sus cuentos más celebrados, La visita de J.H. Obereit a las sanguijuelas del tiempo, publicado por dos veces en la gótica de Valdemar (El Monje Laskaris (nº. 66) y Sanguinarius (nº. 60) - donde se titula El país del tiempo de las sanguijuelas - sic), se habla de que existen unos hombres, unos sabios, que logran vencer al tiempo renunciando a los anhelos y esperanzas que como sanguijuelas son los que devoran nuestra vida. A estos hombres se les distingue, al morir, porque en la lápida de sus tumbas está grabada la palabra VIVO. Esto es, el presente de indicativo latino, Yo vivo.
¿Cómo puede escapar un hombre de la muerte, si no es cesando en su espera y renunciando a toda ilusión?
Esta es la tumba de Meyrink (y de su familia):
Lo que ya no puedo saber es si Meyrink escapó de la muerte de la forma en que lo hicieron esos sabios de su cuento.
Quiero creer que sí. Quiero pensar que su tumba es testimonio de su secreta victoria.
VIVO.