Pionono
Frikazo
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- 24 Jun 2006
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He aquí mi aportación de oro a este foro. Igual hasta aprendéis algo, muyayos.
Allá por 2006, gordo como un hijo de puta, me fui a un gilnasio pa adelagazar, como todo gilipollas con complejos. Eso si, con unos principios. Va a correr su puta madre, ¿qué otras cosas hay? Spinning, me dicen. Lo de dar pedales sin moverse. Pues hala, allá que empecé, al principio ni terminar una clase, oiga, creí que moría.
Total, que ese momento supuso un cambio radical en mi vida. Poco a poco me fui poniendo en forma, asistiendo a más y más clases, a eventos de masterclases (frikadas donde todo el mundo se lo pasa de puta madre como en las clases normales pero gritando más y haciendo más el payaso) y llegando al punto de no retorno de toda esta historia: convertirme yo mismamente en monitor.
Os juro por mis niños que no tengo que lo que realmente me motivaba era la actividad en si, disfrutaba como un gorrino de montar sesiones con la música que a mí me salía del nabo, de ejecutarlas, mejorar las mezclas, entrenamientos, etc. Esa era mi prioridad absoluta. Muy profesional, como decía Pazos en Airbag.
Pero claro, uno ciego no está del todo. Ya de alumno veía a las mozas babear y chorrear con los monitores, algunos de ellos ya colegas míos. Obviamente ahí en el horizonte me dije, esto muy mal se te tiene que dar para no tener beneficios colaterales. Coño es que incluso de alumno aventajado ya tenías ciertas oportunidad, que no aprovechaba por la razón que expongo a continuación.
Yo a lo mío, empecé a impartir clases ya regularmente en 2010 tras un par de años donde alternaba clases como alumno y clases propias alternativamente. Ese año ocurre un hecho que junto a la concentración total en el tema clases marca el año y pico siguiente: se llama divorcio. Si señores, en mi mejor momento como monitor (los puretas dicen que se dice instructor, me comen la polla, monitor de toda la vida) me quedo soltero con 30 y pico tacos y fino como el coral, amén de ya cierta aureola en el principal lugar donde impartía clases de tío serio y que "da muy buenas clases". Sigo manteniendo el foco en que lo que a mi me mola es seguir evolucionando y ser mejor monitor, motivar a los gordos como era yo a hacer deporte y estar mejor físicamente... etc etc etc.
Pero ah amigos, apenas un par de meses después del tortuoso divorcio, donde no me acercaba a ninguna hembra por esa reacción que todo separado ha tenido durante algún tiempo después de firmar (que odias a todo el género femenino y eres más feliz con el porno y tus pajas) se me enciende el depredador que todos llevamos dentro y me digo, "Que se abran las puertas del infierno".
Fue como un año y pico de desenfreno, de disparar a todo lo que se meneaba en el gym(donde voy a ver pollas). Yo creo que es genético, a las hembras les pone un tío en la posición de líder, de macho alfa. Incluso de líder que dirige una actividad donde se pedalea con música. Pero es que esa situación descubrí que es increíblemente poderosa. Entras a un sitio donde vas a relajarte, a escuchar música, a sudar, a segregar endorfinas... y la persona que provoca todo eso la tienes ahí delante, que físicamente está bien y le ves sudar y esforzarse mientras te dirige miradas y frases motivadoras. Os juro que desde la tarima yo veía a algunas cachondas perdidas. Y si, pasado el momento de dar la clase donde yo seguía concentrado en ser profesional... cuando me bajaba de la tarima no tenía amigas. Y las que se convertían en amigas era porque daban calabazas, pero el porcentaje de acierto fue brutal. Hembras de todo pelaje y profesión, de todas las intensidades y clases sociales, todo tipo de tías sucumbían a la magia del fitness. Os prometo que es de los submundos donde más zorreo puede haber, impresionante.
De esa época podría contar miles de aventuras, pero me voy a quedar con unas escogidas: una enfermera con la que estuve un año follando como jamás he follado con ninguna, otra enfermera de menor intensidad pero también impresionante (serán los cambios de turno pero están locas perdidas, ergo follan como jabatas), días de gloria como follarse a 3 tías distintas el mismo día y sin ducharme de la segunda a la tercera (no había tiempo, joder)... pero para mí el summum de los logros de aquella maravillosa etapa de mi vida fue... follarme a una lesbiana buenísima que jamás había catado macho pero a la que yo, y son sus palabras textuales, "la ponía cachonda como nunca ninguna tía".
Ahora pasado el tiempo creo objetivamente que fui muy buena persona para lo que podía haber sido, sobre todo vistos comportamientos de compañeros al lado de los cuales yo era Maria Teresa de Calcuta. Ejemplo: uno amigo se follaba simultáneamente a 4 tías del gym(donde voy a ver pollas) pero ninguna sabía nada de las otras. Un día quedamos un grupo de gente a tomar unas cervezas y la escena era: mi amigo y yo en la mesa, rodeados de 9 tías, 4 de las cuales se las follaba él, la enfermera que me cepillaba yo y dos aspirantes a pillarnos a alguno de los dos. Eso sí, una de las 4, la más avispada, se pispó del asunto y le montó a mi amigo un pollo de padre y muy señor mío posteriormente. Le salió la dignidad, imagino, como si en el momento de follárselo la primera vez no supiera nada.
Allá por 2006, gordo como un hijo de puta, me fui a un gilnasio pa adelagazar, como todo gilipollas con complejos. Eso si, con unos principios. Va a correr su puta madre, ¿qué otras cosas hay? Spinning, me dicen. Lo de dar pedales sin moverse. Pues hala, allá que empecé, al principio ni terminar una clase, oiga, creí que moría.
Total, que ese momento supuso un cambio radical en mi vida. Poco a poco me fui poniendo en forma, asistiendo a más y más clases, a eventos de masterclases (frikadas donde todo el mundo se lo pasa de puta madre como en las clases normales pero gritando más y haciendo más el payaso) y llegando al punto de no retorno de toda esta historia: convertirme yo mismamente en monitor.
Os juro por mis niños que no tengo que lo que realmente me motivaba era la actividad en si, disfrutaba como un gorrino de montar sesiones con la música que a mí me salía del nabo, de ejecutarlas, mejorar las mezclas, entrenamientos, etc. Esa era mi prioridad absoluta. Muy profesional, como decía Pazos en Airbag.
Pero claro, uno ciego no está del todo. Ya de alumno veía a las mozas babear y chorrear con los monitores, algunos de ellos ya colegas míos. Obviamente ahí en el horizonte me dije, esto muy mal se te tiene que dar para no tener beneficios colaterales. Coño es que incluso de alumno aventajado ya tenías ciertas oportunidad, que no aprovechaba por la razón que expongo a continuación.
Yo a lo mío, empecé a impartir clases ya regularmente en 2010 tras un par de años donde alternaba clases como alumno y clases propias alternativamente. Ese año ocurre un hecho que junto a la concentración total en el tema clases marca el año y pico siguiente: se llama divorcio. Si señores, en mi mejor momento como monitor (los puretas dicen que se dice instructor, me comen la polla, monitor de toda la vida) me quedo soltero con 30 y pico tacos y fino como el coral, amén de ya cierta aureola en el principal lugar donde impartía clases de tío serio y que "da muy buenas clases". Sigo manteniendo el foco en que lo que a mi me mola es seguir evolucionando y ser mejor monitor, motivar a los gordos como era yo a hacer deporte y estar mejor físicamente... etc etc etc.
Pero ah amigos, apenas un par de meses después del tortuoso divorcio, donde no me acercaba a ninguna hembra por esa reacción que todo separado ha tenido durante algún tiempo después de firmar (que odias a todo el género femenino y eres más feliz con el porno y tus pajas) se me enciende el depredador que todos llevamos dentro y me digo, "Que se abran las puertas del infierno".
Fue como un año y pico de desenfreno, de disparar a todo lo que se meneaba en el gym(donde voy a ver pollas). Yo creo que es genético, a las hembras les pone un tío en la posición de líder, de macho alfa. Incluso de líder que dirige una actividad donde se pedalea con música. Pero es que esa situación descubrí que es increíblemente poderosa. Entras a un sitio donde vas a relajarte, a escuchar música, a sudar, a segregar endorfinas... y la persona que provoca todo eso la tienes ahí delante, que físicamente está bien y le ves sudar y esforzarse mientras te dirige miradas y frases motivadoras. Os juro que desde la tarima yo veía a algunas cachondas perdidas. Y si, pasado el momento de dar la clase donde yo seguía concentrado en ser profesional... cuando me bajaba de la tarima no tenía amigas. Y las que se convertían en amigas era porque daban calabazas, pero el porcentaje de acierto fue brutal. Hembras de todo pelaje y profesión, de todas las intensidades y clases sociales, todo tipo de tías sucumbían a la magia del fitness. Os prometo que es de los submundos donde más zorreo puede haber, impresionante.
De esa época podría contar miles de aventuras, pero me voy a quedar con unas escogidas: una enfermera con la que estuve un año follando como jamás he follado con ninguna, otra enfermera de menor intensidad pero también impresionante (serán los cambios de turno pero están locas perdidas, ergo follan como jabatas), días de gloria como follarse a 3 tías distintas el mismo día y sin ducharme de la segunda a la tercera (no había tiempo, joder)... pero para mí el summum de los logros de aquella maravillosa etapa de mi vida fue... follarme a una lesbiana buenísima que jamás había catado macho pero a la que yo, y son sus palabras textuales, "la ponía cachonda como nunca ninguna tía".
Ahora pasado el tiempo creo objetivamente que fui muy buena persona para lo que podía haber sido, sobre todo vistos comportamientos de compañeros al lado de los cuales yo era Maria Teresa de Calcuta. Ejemplo: uno amigo se follaba simultáneamente a 4 tías del gym(donde voy a ver pollas) pero ninguna sabía nada de las otras. Un día quedamos un grupo de gente a tomar unas cervezas y la escena era: mi amigo y yo en la mesa, rodeados de 9 tías, 4 de las cuales se las follaba él, la enfermera que me cepillaba yo y dos aspirantes a pillarnos a alguno de los dos. Eso sí, una de las 4, la más avispada, se pispó del asunto y le montó a mi amigo un pollo de padre y muy señor mío posteriormente. Le salió la dignidad, imagino, como si en el momento de follárselo la primera vez no supiera nada.