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- 10 Nov 2006
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Hola, comemierdas.
Abro este hilo con el objeto de recopilar en él vidas extradeportivas de futbolistas extraordinarios, vidas de película de jugadores de leyenda; esas historias que, al margen de lo meramente deportivo, engrandecen la mitología del deporte más fascinante del orbe, el FÚTBOL. Descensos a los infiernos de quienes en su día estuvieron en los cielos; correrías llenas de mujeres, coches y excesos protagonizadas por quienes, el domingo siguiente y en pantalón corto, sentían el aplauso de las masas. Aquí deberían tener cabida las sobradas de AMOS como George Best, como Garrincha, como Maradona, todo aquello que hicieron fuera de los terrenos de juego y que también acrecentó su leyenda de folladores, de alcohólicos, de jugadores también de ruleta y baraja. Aquí deberíamos pensar un poco más allá de lo que normalmente discutimos en este subforo, y, sin colores ni filias ni fobias por las camisetas que vestían unos y otros, admirarnos o asustarnos de las PERSONAS que también fueron estos jugadores.
A modo de ejemplo, copipego un post que escribí en su día sobre Garrincha, el genio del regate. No se trata de hablar sobre si hoy se hubiera comido los mocos o sobre mamonadas de ese pelo, se trata de comentar su historia personal. Moveré algún post que venga a cuento, y os contaré, cuando lo haya escrito -tardo cinco minutos- la historia de un futbolista que se escapaba de las concentraciones de su equipo de primera división para jugar al fútbol en su barrio de mala muerte con sus amigos de toda la vida en campos de tierra, y cómo ahora sigue allí, ya viejo, viendo pasar a las chicas guapas en su bar de siempre, con su café y su cigarro, mientras le suda la polla haber ganado un mundial, porque lo que él quiso siempre es ser el chaval de barrio que su talento con el balón a veces no le dejaba ser.
_________________________
GARRINCHA
Manuel Francisco Dos Santos. Jugaba, como tantos brasileños, con el apodo familiar: Garrincha. Una garrincha es un pajarraco feo y torpe de la selva brasileña. Garrincha además tenía una pierna sensiblemente más corta que la otra, y a la hora de andar andaba como el culo, a la hora de correr corría como el culo pero a la hora de regatear esto le sirvió para mearse en la boca de los defensas de cinco continentes.
Garrincha se reía de sus contrarios. Garrincha era el mejor. Garrincha ganó dos mundiales con Brasil y es uno de los mejores extremos de la historia del fútbol mundial.
Y cuando el partido acababa Garrincha se sacaba su cigarrito, se iba al bar con su amiga la bebida, su amigo el juego y luego a ver a quién se follaba, y de vez en cuando hacía un hijo por ahí. Treinta y seis tuvo. Pero sólo reconoció como suyos a nueve. Todos con la misma. Pero con distintas mujeres. Se casó tres veces.
Y cuando se retiró del fútbol, desde que se levantaba hasta que se acostaba, cachaça y más cachaça. Y a derrochar el poco dinero que había ahorrado. Garrincha, que llenaba estadios, sólo quería llenar su hígado de cachaça, y se le podía ver alcoholizado, sucio, cojo y viejo yendo a cualquier sitio donde le dieran otra copa más.
Hay muchas anécdotas sobre Garrincha. Como aquella en la que en un mundial le dijo al entrenador "Maestro ¿hoy es la final?" Sí. "Ah, con razón hay tanta gente".
"Yo no vivo la vida, la vida me vive a mí", dijo en una ocasión. Grande, coño, grande.
Abro este hilo con el objeto de recopilar en él vidas extradeportivas de futbolistas extraordinarios, vidas de película de jugadores de leyenda; esas historias que, al margen de lo meramente deportivo, engrandecen la mitología del deporte más fascinante del orbe, el FÚTBOL. Descensos a los infiernos de quienes en su día estuvieron en los cielos; correrías llenas de mujeres, coches y excesos protagonizadas por quienes, el domingo siguiente y en pantalón corto, sentían el aplauso de las masas. Aquí deberían tener cabida las sobradas de AMOS como George Best, como Garrincha, como Maradona, todo aquello que hicieron fuera de los terrenos de juego y que también acrecentó su leyenda de folladores, de alcohólicos, de jugadores también de ruleta y baraja. Aquí deberíamos pensar un poco más allá de lo que normalmente discutimos en este subforo, y, sin colores ni filias ni fobias por las camisetas que vestían unos y otros, admirarnos o asustarnos de las PERSONAS que también fueron estos jugadores.
A modo de ejemplo, copipego un post que escribí en su día sobre Garrincha, el genio del regate. No se trata de hablar sobre si hoy se hubiera comido los mocos o sobre mamonadas de ese pelo, se trata de comentar su historia personal. Moveré algún post que venga a cuento, y os contaré, cuando lo haya escrito -tardo cinco minutos- la historia de un futbolista que se escapaba de las concentraciones de su equipo de primera división para jugar al fútbol en su barrio de mala muerte con sus amigos de toda la vida en campos de tierra, y cómo ahora sigue allí, ya viejo, viendo pasar a las chicas guapas en su bar de siempre, con su café y su cigarro, mientras le suda la polla haber ganado un mundial, porque lo que él quiso siempre es ser el chaval de barrio que su talento con el balón a veces no le dejaba ser.
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GARRINCHA
Manuel Francisco Dos Santos. Jugaba, como tantos brasileños, con el apodo familiar: Garrincha. Una garrincha es un pajarraco feo y torpe de la selva brasileña. Garrincha además tenía una pierna sensiblemente más corta que la otra, y a la hora de andar andaba como el culo, a la hora de correr corría como el culo pero a la hora de regatear esto le sirvió para mearse en la boca de los defensas de cinco continentes.
Garrincha se reía de sus contrarios. Garrincha era el mejor. Garrincha ganó dos mundiales con Brasil y es uno de los mejores extremos de la historia del fútbol mundial.
Y cuando el partido acababa Garrincha se sacaba su cigarrito, se iba al bar con su amiga la bebida, su amigo el juego y luego a ver a quién se follaba, y de vez en cuando hacía un hijo por ahí. Treinta y seis tuvo. Pero sólo reconoció como suyos a nueve. Todos con la misma. Pero con distintas mujeres. Se casó tres veces.
Y cuando se retiró del fútbol, desde que se levantaba hasta que se acostaba, cachaça y más cachaça. Y a derrochar el poco dinero que había ahorrado. Garrincha, que llenaba estadios, sólo quería llenar su hígado de cachaça, y se le podía ver alcoholizado, sucio, cojo y viejo yendo a cualquier sitio donde le dieran otra copa más.
Hay muchas anécdotas sobre Garrincha. Como aquella en la que en un mundial le dijo al entrenador "Maestro ¿hoy es la final?" Sí. "Ah, con razón hay tanta gente".
"Yo no vivo la vida, la vida me vive a mí", dijo en una ocasión. Grande, coño, grande.