Libros Homenaje a Omar Khayyam

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23 Abr 2006
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No puedo dejar de poner algo de Omar Khayyam en mi inicio de moderata aquí. Es, con mucho, mi filósofo favorito. Además de ser un excelente poeta, era agnóstico, un especialmente frustrado agnóstico que, a pesar de su enorme inteligencia, no entendía nada del universo.

Khayyam además era alcohólico. Su relación con el vino era íntima y maravillosa. Aprovechaba esos grandes momentos en que los humos del licor nos iluminan y elevan. De esa manera logró escribir estos maravillosos versos llenos de realidad y de espiritualidad. No sé si habría sido lo mismo sin el vino.


También era hedonista. De hecho todos lo somos, pero solemos ocultarlo. Siempre hay algo que nos gusta, y lo buscamos. Él buscaba el vino, el cuerpo de su amada y su creativa soledad.

Era un hombre tan respetado en su país -la antigua Persia- que, a pesar de que apenas habían pasado 300 años de la conversión al Islam, él se permitía dudar públicamente de Alá y de los religiosos. Encontraremos aquí algunos versos por los que, en el Irán de hoy, Khayyam habría sido asesinado.

Recomiendo a quien me lea que salga inmediatamente a la calle a comprar el Rubaiyat, su gran obra. Este libro es como la miel y el buen vino: entra fácil en el alma.

De momento, publico aquí algunas muestras de estas delicias para el espíritu.


BIOGRAFÍA

Omar Ibn Ibrahim Khayyam nació en Nichapur, Persia, hacia el año 1040 de la era cristiana, y vivió cerca de ochenta años.

Libertino, sibarita, ácido, místico y profeta, estudió Matemáticas y Astronomía, reformó el calendario musulmán, cultivó el Derecho y las Ciencias Naturales, pero todo le resultó insuficiente a la hora de resolver el misterio del Universo, las pasiones humanas y la existencia misma.

Se destaca en el plano de las letras por sus famosas "Rubaiyatas", que constituyen una alabanza al brindis, una enorme plegaria fragmentada en estrofas que remiten a la celebración del vino y del goce del instante frente a la finitud de la vida.


POEMAS


¿Qué vale más? ¿Examinar nuestra conciencia sentados en una taberna
o posternarnos en una mezquita con el alma ausente?
No me preocupa saber si tenemos un Dios ni el destino que nos reserva.



Procede en forma tal que tu prójimo no se sienta humillado con tu sabiduría.
Domínate, domínate. Jamás te abandones a la ira.


Si quieres conquistar la paz definitiva,
sonríe al Destino que se ensaña contigo y nunca te ensañes con nadie.



Puesto que ignoras lo que te reserva el mañana, esfuérzate por ser feliz hoy.
Toma un cántaro de vino, siéntate a la luz de la luna
y bebe pensando en que mañana quizá la luna te busque inútilmente.



Más allá de los límites de la Tierra, más allá del límite Infinito,
buscaba yo el Cielo y el Infierno.
Pero una voz severa me advirtió: "El Cielo y el Infierno están en ti.


El mundo inabarcable: Un grano de polvo en el espacio.
Toda la ciencia del hombre: Las palabras.
Los pueblos, las bestias y las flores de siete climas son sombras.
La Nada es el fruto de tu constante meditación.



La vida no es más que un juego monótono en el que con certeza encontrarás dos premios:
El dolor y la muerte. ¡Feliz el niño que murió al poco de nacer!
¡Más feliz aún aquel que no tocó el mundo!


En la feria que atraviesas, no procures encontrar algún amigo.
Tampoco busques sólido refugio.
Con ánimo valiente, acepta el dolor sin la esperanza de un remedio inexistente.
Sonríe ante la desgracia y no le pidas a nadie que te sonría: perderás el tiempo.



Imposible observar el cielo. ¡Llevo en los ojos un cendal de lágrimas!
Gráciles chispas son las hogueras del Infierno frente a las llamas que me consumen.
El Paraíso para mí, no es más que un instante de paz.


Mi nacimiento no trajo ningún bien al mundo.
Mi muerte no disminuirá ni su esplendor ni su grandeza.
Nadie pudo jamás explicarme para que he venido, ni por qué he venido ni por qué me iré.


En el vértigo de la vida sólo son felices los que presumen de sabios y los que no tratan de educarse.
Me incliné sobre todos los secretos del Cosmos
y retorné a la soledad envidiando a los ciegos que hallé por el camino.


Cuando muera habrán muerto las rosas, los cipreses, los sabios bermejos y el vino perfumado.
No habrá más albas ni crepúsculos, ni penas ni alegrías. El mundo habrá dejado de existir.
El mundo es real sólo en función del pensamiento.


La rueda de los cielos rauda gira
aun después de mi muerte y de la tuya;
y porque nuestra pena no concluya,
contra tu alma y mi alma ella conspira.


Ven sobre el verde césped, dulce Amor,
reposa en mí tu frente pensativa;
sólo nos resta una hora fugitiva
de descansar sobre esta hierba en flor.


Después... vendrá otra hierba aún más fresca
del suelo que de amor se fertiliza,
cuando de tu ceniza y mi ceniza
la nueva savia en su eclosión florezca.



*


Porque esta vida no es
-como probaros espero-,
Mas que un difuso tablero
de complicado ajedrez.

Los cuadros blancos: los días
los cuadros negros: las noches...
Y ante el tablero, el destino
acciona allá con los hombres,
como con piezas que mueven
a su capricho sin orden...
Y uno tras otro al estuche
van. De la nada sin nombre.


*


Sí, yo sé, mi persona toda es bella,
delicioso el perfume que ella exhala,
el rosa mío al de la rosa iguala,
mi línea al lado del ciprés, descuella.
Mas, con todo, esta incógnita me aterra:
¿Por qué mi alto Escultor me hizo de tierra?


*


Nada me aflige ya.
Levántate para ofrecerme vino
tu boca, esta noche,
es la rosa
más bella del mundo
escancia vino
que sea carmín
como tus mejillas
y haga leves
mis remordimientos
como ligeros son tus bucles.


*


El vino tiene
el color de las rosas.
Tal vez no sea sangre
de viñas,
sino de rosas.
Quizá no sea cristal
este cáliz,
sino azul de mar profundo.
Tal vez no haya noche
sino un párpado de día.


*


La gota de agua del mar,
desprendida y solitaria,
en playa inhospitalaria,
triste se puso a llorar.


El Océano al sentir
tan tierna lamentación
de aquella separación,
la piedad le hizo sonreír.


«Hija mía, entre los dos
hay una sola unidad,
y sobre esta inmensidad
no hay más grandeza que Dios».


«Entre tu cuerpo y el mío
nunca la extensión verás:
nadie medirá jamás
la inmensidad del vacío».


*


El aura primaveral
despierta al jardín, mimosa,
y el ruiseñor, por la rosa
entona su himno nupcial.


Bajo la aromada sombra
de los tupidos rosales,
en las horas estivales
reposa en la muelle alfombra.


Sus pétalos al caer
sobre ti, te irán diciendo:



«Como tú, vamos volviendo
hacia donde fue el nacer».


*


¿Temes lo que puede traerte el mañana?
No te adhieras a nada,
no interrogues a los libros ni a tu prójimo.
Ten confianza; de otro modo,
el infortunio no dejará de justificar tus aprehensiones.


No te preocupes por el ayer:
ha pasado...
No te angusties por el mañana:
aún no llega...
Vive, pues, sin nostalgia ni esperanza:
tu única posesión es el instante.


*


Tan rápidos como el agua del río
o el viento del desierto, nuestros días huyen.
Dos días, sin embargo, me dejan indiferente:
el que partió ayer y el que llegará mañana.


A aquellos que en el hoy aguardan su ventura,
y a los que en el mañana fijaron su esperanza,
un muecín les grita desde la Torre Oscura:
«¡Locos! ni aquí, ni allá, vuestra paga es segura!



En sueños, otra voz, que me repite, advierto:
«La flor abrirá al beso de la nueva mañana;
mas un rumor que pasa, me dice, ya despierto:
-Á«La flor que ayer abrió, dio su aroma y ha muerto».


*


Yo he sembrado semilla de aquel saber arcano,
y la ayudó a crecer la labor de mi mano:
y ésta fue mi cosecha: «yo vine como el agua,
y me voy de este mundo como va el viento vano».



Llegado a este Universo el porqué ignorando
y el de dónde, como agua que, quiera o no quiera, corre,
salgo de él como el viento que el desierto cruzando,
sin saber hacia dónde, quiera o no sigue andando.



¿Y qué, y así me traen desde un dónde cualquiera
y desde aquí hacia allá, sin pulsar mi albedrío?
¡Si el cielo, al menos, darnos siempre el vino quisiera,
que ahogue este recuerdo que la mente lacera!


*


Me pregunto qué poseo verdaderamente.
Me pregunto qué subsistirá de mí después de mi muerte.
Nuestra vida es breve como un incendio. Llamas que se
olvidan,
cenizas que el viento dispersa: un hombre ha vivido.


*


El vasto mundo: un grano de polvo en el espacio.
Toda la ciencia de los hombres: palabras.
Los pueblos, las bestias y las flores de los siete climas:
sombras.
El resultado de tu meditación perpetua: nada.


*


¿Qué se habrá hecho de todos mis amigos?
¿La Muerte los ha pisoteado?
¿Dónde están todos mis amigos, qué es de ellos?
Oigo aún sus cantos en la taberna. ¿Están muertos
o están ebrios de haber vivido?


*


Más allá de la Tierra, más allá del infinito,
intentaba ver el Cielo y el Infierno,
Y una voz solemne me dijo:
«El Cielo y el Infierno están en tí»


*


Cuando yo ya no esté, no habrá más rosas, cipreses,
labios rojos
ni vino perfumado. No habrá más albas ni crepúsculos,
alegrías ni penas.
El universo no existirá,
pues su realidad depende de nuestro pensamiento.


*


Lámparas que se apagan,
esperanzas que se encienden.
Aurora. Lámparas que se encienden,
esperanzas que se apagan. Noche.


*


Admitamos que hayas resuelto el enigma de la creación. ¿Cuál es tu destino?
Admitamos que hayas podido despojar a la Verdad de todos sus ropajes. ¿Cuál es tu destino?
Admitamos que hayas vivido cien años feliz
y que vivas cien años más. ¿Cuál es tu destino?


*


Entiende esto: un día tu alma caerá de tu cuerpo
y serás empujado detrás del velo que flota entre el universo y lo desconocido.
En la espera: sé feliz !
No sabes de dónde vienes. No sabes a dónde vas.
 
Las Rubayatas fueron compañeras inseparables en mi juventud y el gran Omar Khayyam sigue siendo uno de mis poetas favoritos.

Sus palabras han sobrevivido al tiempo, siendo hoy tan de actualidad como entonces. Aunque con un tono fatalista en algunos momentos, me siento muy reflejado en los pensamientos de este poeta y filósofo. La idea del carpe diem es algo que habita atemporalmente en la mente de muchos humanos. Al fin y al cabo... "el ahora" es nuestra única certeza.

Vamos, que vuelvo a incorporar este faro primordial en el sitio que le corresponde...
 
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