stavroguin 11
Clásico
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- 14 Oct 2010
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Pronunciado jugga.
Hasta hace unas horas jamás había oído ese aparatoso palabro danés, cuando en mi repaso diario de la prensa me encontré con esto:
El hombre más feliz del mundo
Se trata de un palabro adaptado del noruego para describir una idiosincrasia puramente danesa: los momentos de bienestar facilitados por el confort del hogar, los pequeños detalles y la compañía de personas especiales. Habla de luz de velas, tazas de chocolate caliente junto a la chimenea servidas en el juego de porcelana de los bisabuelos, decoración de colores vivos, cenas con los amigos, juegos de mesa, etc. Conceptos algunos demasiado claustrofóbicos o amariconados según determinados gustos, pero no olvidemos que hablamos de un país que muchos meses ni se imagina ver la luz del sol. El concepto no excluye circunstancias de soledad ni actividades al aire libre. Al parecer, pocos idiomas tienen una palabra equivalente; los ingleses tras darle muchas vueltas lo traducen por coziness. No sé cual podría ser el equivalente hispano.
La información en la red es abundante:
Los 12 pasos para incorporar a tu vida el S
Los daneses declaran ser felices por el Hygge, pero ¿qué es el Hygge? - La Mente es Maravillosa
En principio parece que el concepto puede encontrarse severamente limitado por las circunstancias socioeconómicas, ya que no creo posible que lo que nace en un barrio residencial de Copenhague pueda ser exportado a determinados ambientes. Un minero congoleño del coltán que se usa para la pantalla de los móviles en los que cotorrea la puta madre de todos ustedes quizás tenga dificultades para encontrar hygge entre las chinches y los anopheles de su choza al acabar su jornada de trabajo. No se imagina uno el hygge en el zulo del amigo Verruga, buscando orgasmos interiores entre una descarga de chatarra y una comida de esfínter a una nativa de Shuozhou. Ni tampoco en el cuchitril de arrabal madrileño con el que estafaron al pobre Zurraspas. Limitemos pues el jugga a determinados estratos sociales de ciertos países y a personas con un mínimo de sensibilidad introspectiva. Creo que llegar a casa con la tensión del trabajo puesta y la presencia de algún cretino tóxico también imposibilitan esta especie de zen nórdico.
Haciendo recopilación de posibles momentos hygge vividos en la particular idiosincrasia hispánica, encuentro ciertas coincidencias con los teóricos daneses: la lectura en un rincón cómodo y relajado, la música clásica sonando a moderado volumen, una entretenida actividad de bricolage casero, la luz tenue y las chimeneas, una cena con amigos en hogar propio o ajeno (en el restaurante las sensaciones son muy diferentes), un buen copazo de ron con peli de cine clásico, una mascota perezosa, un habano lento y reflexivo, una bañera acogedora con tormenta fuera... Me sobran quizás los cojines, la decoración colorista, los calcetines y jerseis de lana y las magdalenas de la tía soltera. Diferencias tal vez culturales, climáticas o de la propia idiosincrasia. Pero en esencia, creo que el hygge existe. Y si ustedes también lo creen, relaten sus momentos hygge y de paso propongan palabras para definirlo en castellano.
Hasta hace unas horas jamás había oído ese aparatoso palabro danés, cuando en mi repaso diario de la prensa me encontré con esto:
El hombre más feliz del mundo
Se trata de un palabro adaptado del noruego para describir una idiosincrasia puramente danesa: los momentos de bienestar facilitados por el confort del hogar, los pequeños detalles y la compañía de personas especiales. Habla de luz de velas, tazas de chocolate caliente junto a la chimenea servidas en el juego de porcelana de los bisabuelos, decoración de colores vivos, cenas con los amigos, juegos de mesa, etc. Conceptos algunos demasiado claustrofóbicos o amariconados según determinados gustos, pero no olvidemos que hablamos de un país que muchos meses ni se imagina ver la luz del sol. El concepto no excluye circunstancias de soledad ni actividades al aire libre. Al parecer, pocos idiomas tienen una palabra equivalente; los ingleses tras darle muchas vueltas lo traducen por coziness. No sé cual podría ser el equivalente hispano.
La información en la red es abundante:
Los 12 pasos para incorporar a tu vida el S
Los daneses declaran ser felices por el Hygge, pero ¿qué es el Hygge? - La Mente es Maravillosa
En principio parece que el concepto puede encontrarse severamente limitado por las circunstancias socioeconómicas, ya que no creo posible que lo que nace en un barrio residencial de Copenhague pueda ser exportado a determinados ambientes. Un minero congoleño del coltán que se usa para la pantalla de los móviles en los que cotorrea la puta madre de todos ustedes quizás tenga dificultades para encontrar hygge entre las chinches y los anopheles de su choza al acabar su jornada de trabajo. No se imagina uno el hygge en el zulo del amigo Verruga, buscando orgasmos interiores entre una descarga de chatarra y una comida de esfínter a una nativa de Shuozhou. Ni tampoco en el cuchitril de arrabal madrileño con el que estafaron al pobre Zurraspas. Limitemos pues el jugga a determinados estratos sociales de ciertos países y a personas con un mínimo de sensibilidad introspectiva. Creo que llegar a casa con la tensión del trabajo puesta y la presencia de algún cretino tóxico también imposibilitan esta especie de zen nórdico.
Haciendo recopilación de posibles momentos hygge vividos en la particular idiosincrasia hispánica, encuentro ciertas coincidencias con los teóricos daneses: la lectura en un rincón cómodo y relajado, la música clásica sonando a moderado volumen, una entretenida actividad de bricolage casero, la luz tenue y las chimeneas, una cena con amigos en hogar propio o ajeno (en el restaurante las sensaciones son muy diferentes), un buen copazo de ron con peli de cine clásico, una mascota perezosa, un habano lento y reflexivo, una bañera acogedora con tormenta fuera... Me sobran quizás los cojines, la decoración colorista, los calcetines y jerseis de lana y las magdalenas de la tía soltera. Diferencias tal vez culturales, climáticas o de la propia idiosincrasia. Pero en esencia, creo que el hygge existe. Y si ustedes también lo creen, relaten sus momentos hygge y de paso propongan palabras para definirlo en castellano.
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