Cosa Nostra
Forero del todo a cien
- Registro
- 17 Mar 2009
- Mensajes
- 154
- Reacciones
- 0
Hoy podría mojar, pero no voy a hacerlo.
La semana pasada conocí a una tipa estupenda, qué cojones: inteligente, graciosa, irónica, mordaz, autónoma, atractiva y con una llamativísima (desde mi punto de vista, que soy del gremio) camiseta de "Avid Consolidando" (para quien no lo sepa, se refiere a uno de los procesos más aburridos y desesperantes de un editor de vídeo profesional). La mera idea de introducir mi cámara cinematográfica en su cálida localización interior, para así poder practicarle un interminable sucesión de travellings avant y retro, provocó una imposible inestabilidad de plano bajo mi bragueta. Estuvimos hablando durante horas, el feeling era innegable, hasta el punto de que ambos terminamos separándonos de nuestros respectivos grupos de amigos.
Como es de suponer, terminé liándome con ella. Y, tras una noche jodidamente divertida (sin folleteo), intercambiamos números de teléfono.
Me ha ofrecido quedar esta noche.
En su piso.
La cosa pinta bien, sí. El problema es que, pese a lo mucho que me atraen su personalidad y físico, hay algo de ella que me estuvo martirizando todo el tiempo que pasamos juntos: su voz. Es áspera, nasal, molesta... parece la hija no deseada de Humphrey Boggart y Lauren Bacall, incluso puede que contratasen a Bugs Bunny como logopeda familiar.
Al principio lo consideré un detalle sin importancia, el clásico rasgo molesto que no lo es tanto. Pero, a medida que se acercaba el amanecer, escucharla se fue haciendo más y más insoportable. Volví contento a casa, no lo voy a negar, diciéndome a mí mismo que ya me acostumbraría.
No lo he conseguido. Todo lo que cuenta me interesa, se hace incluso apasionante, pero esa frecuencia sonora no deja que mis oídos se relajen.
Los hertzios me separan de su coño.
Como el Telón de Acero.
Puta mierda.
¿Alguna vez os habéis visto en una situación similar?
La semana pasada conocí a una tipa estupenda, qué cojones: inteligente, graciosa, irónica, mordaz, autónoma, atractiva y con una llamativísima (desde mi punto de vista, que soy del gremio) camiseta de "Avid Consolidando" (para quien no lo sepa, se refiere a uno de los procesos más aburridos y desesperantes de un editor de vídeo profesional). La mera idea de introducir mi cámara cinematográfica en su cálida localización interior, para así poder practicarle un interminable sucesión de travellings avant y retro, provocó una imposible inestabilidad de plano bajo mi bragueta. Estuvimos hablando durante horas, el feeling era innegable, hasta el punto de que ambos terminamos separándonos de nuestros respectivos grupos de amigos.
Como es de suponer, terminé liándome con ella. Y, tras una noche jodidamente divertida (sin folleteo), intercambiamos números de teléfono.
Me ha ofrecido quedar esta noche.
En su piso.
La cosa pinta bien, sí. El problema es que, pese a lo mucho que me atraen su personalidad y físico, hay algo de ella que me estuvo martirizando todo el tiempo que pasamos juntos: su voz. Es áspera, nasal, molesta... parece la hija no deseada de Humphrey Boggart y Lauren Bacall, incluso puede que contratasen a Bugs Bunny como logopeda familiar.
Al principio lo consideré un detalle sin importancia, el clásico rasgo molesto que no lo es tanto. Pero, a medida que se acercaba el amanecer, escucharla se fue haciendo más y más insoportable. Volví contento a casa, no lo voy a negar, diciéndome a mí mismo que ya me acostumbraría.
No lo he conseguido. Todo lo que cuenta me interesa, se hace incluso apasionante, pero esa frecuencia sonora no deja que mis oídos se relajen.
Los hertzios me separan de su coño.
Como el Telón de Acero.
Puta mierda.
¿Alguna vez os habéis visto en una situación similar?