P
pulga
Guest
Es un placer desolado visitar un silencioso cementerio de montaña.
Son cementerios pequeños, que aprovechan alguna era en el desmonte.
Están cuidados estos cementerios, como reverdecidos.
¿Quién los cuida si nunca se ve a nadie?
Esto es ya un misterio.
En el Pirineo aragonés estos lugares son asombrosos.
Guarda esa tierra los restos de montañeses robustos, andariegos y curtidos, amigos del frío y la tormenta, hoscos y solitarios, de orejas grandes, de ojos verdes, corpulentos y cautivos de un coraje sin nombre.
Por culpa del turismo, se oye algún ajetreo cercano: todoterrenos se aproximan con sus rugidos, y adolescentes con anoraks brillantes y caras morenas pasan cerca de las tapias, ignorantes de los huesos que se pudren en un cruel abandono.
La mezcla de los colores vivos de sus modernas y artificiosas ropas de esquí o de montaña con las mortajas negras y recias ofende el pensamiento del que, como yo, busca refugio en la montaña y se zafa de los ritos satisfechos del presente.
Al que quiere morir sin demasiado convencimiento le fascina lo que ya murió.
Son cementerios pequeños, que aprovechan alguna era en el desmonte.
Están cuidados estos cementerios, como reverdecidos.
¿Quién los cuida si nunca se ve a nadie?
Esto es ya un misterio.
En el Pirineo aragonés estos lugares son asombrosos.
Guarda esa tierra los restos de montañeses robustos, andariegos y curtidos, amigos del frío y la tormenta, hoscos y solitarios, de orejas grandes, de ojos verdes, corpulentos y cautivos de un coraje sin nombre.
Por culpa del turismo, se oye algún ajetreo cercano: todoterrenos se aproximan con sus rugidos, y adolescentes con anoraks brillantes y caras morenas pasan cerca de las tapias, ignorantes de los huesos que se pudren en un cruel abandono.
La mezcla de los colores vivos de sus modernas y artificiosas ropas de esquí o de montaña con las mortajas negras y recias ofende el pensamiento del que, como yo, busca refugio en la montaña y se zafa de los ritos satisfechos del presente.
Al que quiere morir sin demasiado convencimiento le fascina lo que ya murió.