cuellopavo
Frikazo
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Desde niños se nos enseña que existen malas palabras, palabras tabúes reservadas sólo para adultos, e incluso sólo para adultos vulgares. Y a las mujeres, esta prohibición suele presentárseles con más rigor. Un hombre mal hablado, pasa; pero no una mujer.
La vida después nos enseña otra cosa. Las malas palabras, por lo menos para mí, tienen tres funciones esenciales:
La primera es el emplearlas como arma. ¿Cuántas veces somos agredidos por alguien y nos vemos obligados a responderles con algún insulto? Tal vez no sea del todo correcto (o cristiano), pero tiene su valor.
La segunda es como refuerzo psicológico. Soltar de repente un ¡coño! suele resultar un desahogo ante la presión del mundo.
La tercera es como perfección en el lenguaje. El gilipollas es gilipollas: no es tonto, ni pelma, ni pesado, sino gilipollas.
En sí, las malas palabras van adquiriendo un significado propio, preciso, definitivo, y después nos hacen falta en el lenguaje cotidiano.
Un “hijo de puta” no es una “mala persona” ni un “desgraciado”, sino un “hijo de puta”.
La propuesta de este hilo es liberar y reconocer las malas palabras en cada país hispanoparlante –vale, sudaca- presente en este foro. Insisto en que la llamadas “malas palabras” ocupan ya un lugar en nuestro idioma español, pero, para que nos entendamos mejor entre nosotros, debemos conocer lo que significan en cada país.
Por ejemplo, en México hay un dulce de leche quemada de cabra al que llaman CAJETA. En Argentina, cajeta significa “vagina”.
Ya empezaré con las expresivas malas palabras mexicanas. Hay algunas sensacionales.
La vida después nos enseña otra cosa. Las malas palabras, por lo menos para mí, tienen tres funciones esenciales:
La primera es el emplearlas como arma. ¿Cuántas veces somos agredidos por alguien y nos vemos obligados a responderles con algún insulto? Tal vez no sea del todo correcto (o cristiano), pero tiene su valor.
La segunda es como refuerzo psicológico. Soltar de repente un ¡coño! suele resultar un desahogo ante la presión del mundo.
La tercera es como perfección en el lenguaje. El gilipollas es gilipollas: no es tonto, ni pelma, ni pesado, sino gilipollas.
En sí, las malas palabras van adquiriendo un significado propio, preciso, definitivo, y después nos hacen falta en el lenguaje cotidiano.
Un “hijo de puta” no es una “mala persona” ni un “desgraciado”, sino un “hijo de puta”.
La propuesta de este hilo es liberar y reconocer las malas palabras en cada país hispanoparlante –vale, sudaca- presente en este foro. Insisto en que la llamadas “malas palabras” ocupan ya un lugar en nuestro idioma español, pero, para que nos entendamos mejor entre nosotros, debemos conocer lo que significan en cada país.
Por ejemplo, en México hay un dulce de leche quemada de cabra al que llaman CAJETA. En Argentina, cajeta significa “vagina”.
Ya empezaré con las expresivas malas palabras mexicanas. Hay algunas sensacionales.