Las relaciones del hombre posmoderno

Pontecorvo

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3 Ene 2018
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Es flipante lo que los hombres están dispuestos a tragar. Este extracto se lo iba a dedicar a @Ferris en su hilo antes del candado ya que quería reducirlo todo a "la fórmula del éxito" como si fuera una especie de fórmula de la Coca-Cola cuyo desconocimiento te destierra automáticamente a la isla Santa Elena del nuncafollismo. No es mío, es de un amigo:

El hombre moderno carece de contundencia para tomar acción por un exagerado miedo a equivocarse, una excesiva empatía y un enorme temor a ser desaprobado.

Una de las cosas que más me sorprenden del hombre actual es su incapacidad para considerar la justicia. Cuando observamos a quienes dirigen las naciones la gran mayoría son incapaces de actuar ante situaciones de injusticia, de caos social, de vandalismo. Su herramienta, y a la vez, excusa: el diálogo.

El diálogo aparece como un elemento que nos hace parecer más racionales, más razonables, menos impulsivos, menos caprichosos, pero que termina por dilatar la toma de acción, aumentar la injusticia, premiar a aquellos que operan con violencia y desanimar moralmente a quienes esperan gobernantes fuertes y decididos.

El hombre moderno ha perdido su esencia de guerrero y su esencia de rey. Su esencia de guerrero porque ha perdido el espíritu combativo, ha perdido el deseo de defenderse, ya no puede sacar la espada sin sentirse culpable o sentirse intimidado porque socialmente no se llama violento al agresor sino a aquel que se defiende. Su esencia de rey porque es incapaz de operar a través del principio de justicia, darle a las personas lo que se merecen, es incapaz de gobernarse, es incapaz de actuar de forma decidida, pospone, procastina, se deja influenciar exageradamente por el parecer de otros, por el espíritu conformista y empático de los tiempos y ello lo lleva a volverse un inútil en administrar su propia vida.

Quiero aterrizar el caso a las relaciones de pareja, porque he visto dos fenómenos particulares: primero son los hombres los que más se apegan a una pareja y, segundo, son los hombres a los que más dificultad les trae terminar una relación. Lo cual tiene una implicación preocupante: estoy viendo más casos de hombres que soportan lo insoportable para no perder una relación que ya está condenada. Soportar comportamientos malcriados, soportan falta de reciprocidad, soportan a parejas que están con ellos solamente por el interés financiero, soportan infidelidades, soportan que sus parejas muestren un enorme y cínico desinterés sexual.

A ello atribuyo varias causas, una de ellas es cultural, estamos en una sociedad que pretende ser más civilizada, más abierta al diálogo, más negociadora. Se ha abusado y prostituido de la palabra empatía, de tal manera que somos más sensibleros, más emocionales, menos racionales y ello hace que exageremos la compasión en menosprecio de la justicia. Por otra parte, el hombre moderno ha sido víctima de una serie de ataques culturales sistemáticos que, muy a mi pesar, noto que han entrado a hacer parte de la psique colectiva del hombre. Ahora encuentro más hombres que optan por la corrección política, por callar, por evitarse problemas silenciando su voz y su criterio. Muchos hombres han cedido al discurso donde se dice que son machistas, sexistas, opresores, y por ello, sutilmente, prefieren ceder y conceder, al menos en espacios sociales. Es más, muchos se han convertido en aliados sumisos, poniéndose a las completas órdenes de aquella mujer que les atrae. Incluso, en muchas escuelas de masculinidad se dice que esta es una masculinidad sensible e incluyente.

Sin embargo, es una masculinidad que se deja faltar el respeto. Una masculinidad que está pendiente del qué dirán, una masculinidad atada a la corrección política, una masculinidad que de tanto escuchar que el futuro es femenino ha terminado por creerse que ya no vale y que las mujeres son el trofeo, no él. Una masculinidad adicta a instagrameras, influencers con poca ropa, a pagar planes premium no para aprender a conocerse, para estudiar sobre cómo comunicarse mejor, sino planes premium para acceder a la desnudez de mujeres que desde la virtualidad explotan la necesidad masculina, la escasez del hombre actual, la incapacidad de controlar su necesidad de masturbarse con cuanto escote aparece en las redes.

Lo pondré claro: si eres el tipo de hombre que no es capaz de terminar su relación cuando se ha convertido en una relación de irrespeto, si no eres capaz de terminar tu relación cuando hay una infidelidad, cuando se ha traicionado tu confianza, cuando una mujer sigue con los mismos vicios, cuando una mujer ha dejado de comprometerse sexualmente, cuando una mujer deja de comunicarse contigo, cuando eres infeliz en una relación, eres un hombre posmoderno.

¿Cómo se gobernaban los hombres de hace un siglo? Con principios de valor, con el gobierno de su casa basado en el cáracter y en lo que hoy se llama “una mano fuerte”, es decir, el criterio y la fortaleza para decir lo necesario, para imponer su marco, para no ser de medias tintas, para decir “esta relación funciona basado en estos principios y si no te sirve entonces adiós”.

Cada vez que un hombre me escribe a decirme que su novia le ha sido infiel, que la ha sorprendido, que la ha confrontado, pero que se siente tremendamente débil por haber cedido tras un tímido perdón y una promesa, allí encuentro a un hombre que en su interior grita por ser un hombre fuerte y sacarla de su vida, pero no puede, se siente injusto, se siente opresor, se siente poco empático.

Lo que importa, apreciado lector, es que no eres capaz. Y no entraré en un discurso donde te trate mal, o te diga que te has emasculado, te diré que necesitas revisar qué quieres y necesitas encontrar tu fortaleza interior, necesitas despertar, necesitas encontrar esos puntos de ingenuidad que han vuelto un sensiblón, en alguien que tiene el la frente un letrero que dice “Fáltame al respeto. Pruébame y te perdonaré.”
 
Es flipante lo que los hombres están dispuestos a tragar. Este extracto se lo iba a dedicar a @Ferris en su hilo antes del candado ya que quería reducirlo todo a "la fórmula del éxito" como si fuera una especie de fórmula de la Coca-Cola cuyo desconocimiento te destierra automáticamente a la isla Santa Elena del nuncafollismo. No es mío, es de un amigo:

Es de lo mejor que leí en mucho tiempo, muy acertado.
 
Es flipante lo que los hombres están dispuestos a tragar. Este extracto se lo iba a dedicar a @Ferris en su hilo antes del candado ya que quería reducirlo todo a "la fórmula del éxito" como si fuera una especie de fórmula de la Coca-Cola cuyo desconocimiento te destierra automáticamente a la isla Santa Elena del nuncafollismo. No es mío, es de un amigo:
¿De dónde sale esto? Me gusta.
 
Es flipante lo que los hombres están dispuestos a tragar. Este extracto se lo iba a dedicar a @Ferris en su hilo antes del candado ya que quería reducirlo todo a "la fórmula del éxito" como si fuera una especie de fórmula de la Coca-Cola cuyo desconocimiento te destierra automáticamente a la isla Santa Elena del nuncafollismo. No es mío, es de un amigo:

Mis dieses. Brutal.
 
Un texto simplemente irreprochable, redondo y sobre todo veraz.

Merece hilo propio y debate sobre la fuente.
 
¿Cómo se gobernaban los hombres de hace un siglo? Con principios de valor, con el gobierno de su casa basado en el cáracter y en lo que hoy se llama “una mano fuerte”, es decir, el criterio y la fortaleza para decir lo necesario, para imponer su marco, para no ser de medias tintas, para decir “esta relación funciona basado en estos principios y si no te sirve entonces adiós”.

Los hombres de hace un siglo no se separaban, ni se divorciaban, salvo que este autor esté hablando de una línea de tiempo alternativa en un universo paralelo. Las relaciones no se basaban en el respeto, en el amor, o en la libre elección y por tanto, la toxicidad pululaba a sus anchas de manera totalmente normalizada, porque a esta vida has venido para sufrir y mierdas de ese estilo.

El aguantar carros y carretas como modelo relacional ya viene de antiguo, no ha surgido ahora por generación espontánea.

El artículo está bien escrito, y tiene algún punto curioso, pero el contenido no tiene demasiado sentido, partiendo de la base de que inventa algo que nunca existió para una comparativa que tampoco tiene demasiado sentido.

Tan fácil como decir, la gente lleva generaciones aguantando relaciones de mierda por mor de la sociedad, los hijos, el qué dirán, una falsa idea de la seguridad, por economía...y seguimos así, pero al menos por suerte han inventado ya el divorcio.
 
Última edición:
Bueno, lo que toda la vida se ha llamado "estar uno en su sitio" (o llevar los pantalones, como se quiera). Si perdemos nuestro sitio, es luego muy fácil echar la culpa a las zorras.
Autocrítica, señores.
 
Los hombres de hace un siglo no se separaban, ni se divorciaban, salvo que este autor esté hablando de una línea de tiempo alternativa en un universo paralelo. Las relaciones no se basaban en el respeto, en el amor, o en la libre elección y por tanto, la toxicidad pululaba a sus anchas de manera totalmente normalizada, porque a esta vida has venido para sufrir y mierdas de ese estilo.

El aguantar carros y carretas como modelo relacional ya viene de antiguo, no ha surgido ahora por generación espontánea.

El artículo está bien escrito, y tiene algún punto curioso, pero el contenido no tiene demasiado sentido, partiendo de la base de que inventa algo que nunca existió para una comparativa que tampoco tiene demasiado sentido.

Tan fácil como decir, la gente lleva generaciones aguantando relaciones de mierda por mor de la sociedad, los hijos, el qué dirán, una falsa idea de la seguridad, por economía...y seguimos así, pero al menos por suerte han inventado ya el divorcio.
Los hombres de hace un siglo no se separaban ni se divorciaban si vivían en un país católico. Por regla general, cuando no soportaban a su mujer o ésta no le soportaba a él se iban de putas o se echaban querida. Y la mujer llevaba los cuernos como mejor pudiera con su tocado.

Por otro lado, la frase "hasta que la muerte os separe" tenía un significado que no tiene nada que ver con la esperanza y el ritmo de vida actual. Normalmente esa frase quería decir "hasta que un mal parto o una enfermedad os separe". No era raro que un hombre, al menos con posibles, o al menos con capacidad de llevar un mendrugo de pan a su prole, tuviera dos o más mujeres a lo largo de su vida e hijos de varios matrimonios. Tampoco era raro el término "madrastra", y la imagen que se tiene de ese perfil en cuentos y novelas dando preferencia a su prole por encima de la de la anterior esposa, no se diferencia tanto a lo que en la realidad pasaba. No ocurría en todos los casos, pero era frecuente. Algo que por otro lado al padre le importaba una higa. Él tenía sus necesidades cubiertas, mujer que le cuidaba la prole, su casa y a él.

Ahora, las mujeres tienen el mismo ritmo de vida que los hombres. La muerte por parto apenas existe. La esperanza de vida es muy superior a la que había antes y la gente no se soporta ni se perdona ni una. Añade que éstas han abrazado un feminismo que más que liberador les ha convertido en esclavas del sistema, porque el supuesto emponderamiento que se han otorgado las ha convertido poco a poco en los mismos curritas tontas y útiles al mismo nivel que los hombres. La ventaja es que ahora no dependen de su marido económicamente, y tienen más fácil y ven ejemplos de mujeres que dejan a sus parejas sin mayor problema. Incluso saliendo muy favorecidas con la ruptura.
 
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