Los estupas

etaxys

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10 May 2004
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Carlos y Ángel se empeñaron en ir en metro al centro, yo soy de los de arriba y eso que los bajos fondos me atraen, Corleone siempre cuido de los suyos. Me senté por que guardo muy mal el equilibrio en estos sitios, me balanceo y me doy con la gente, pego mi hombro al de una mujer que ni me mira, esta escribiendo en una agenda grande, demasiado grande, concentrada y cayéndole algunos rizos por su cara, deja de escribir y se lía con el móvil, escribe y manda algún mensaje, cuando me doy cuenta esta saliendo del metro, deja su agenda a mi lado, la cojo y me levanto, las puertas se cierran y ella se vuelve a por su agenda, pero el metro empieza andar y nuestros ojos se cruzan, me la voy a quedar y creo que ella lo sabe. La agenda tiene algunos teléfonos, podría localizarla fácilmente y devolvérsela, tiene un montón de paginas escritas. Pasan los días y voy leyendo, es como un diario sin fechas, con cada pagina la envidio más por su forma de contar sus cosas, me araña el corazón leerla, me siento un ladrón de sus letras, elijo al azar una para contarla aquí y me convierto en un cuenta cuentos de otra persona, de una mujer, aquí tenéis algo de lo robado, al compartirlo con vosotros y una vez que lo hayáis leído os volvéis cómplices de mi delito ...

" ..para un lunes por la mañana, en el cercanías, camino del curro:
No se por qué te voy a contar esto ahora diario. Porque quiero, supongo, simple y llanamente.
Pues sí, to el mundo lo sabe: cuesta un poquito convencer al ánimo cada mañana de lunes, para que se venga de los paraísos de la inconsciencia y se meta de nuevo en los huesos y cargue con ellos al curro otra semana más, pero ahí lo íbamos consiguiendo, duchaos y perfumaos quien más, quien menos, a base de costumbre y adiestramiento.

Yo iba por cierto, feliz en mis mundos.

Me reía pa dentro, con mis cosas. Ayudaba la mañana: su brillo, la profundidad perfecta del azul, las ramitas movidas por una brisa que aliviaba el calor, cosas que alimentan...no hace falta mucho más...

Entonces aparecieron esos tres por el fondo del pasillo.
Antes de verse claramente las insignias en las camisetas oscuras, abultadas sobre pechos hormonados como los vigilantes de la playa, ya se adivinaba quienes eran, por su manera de moverse, amenazante y antinatural, como si quisieran abarcar más aire del que les corresponde, a base de quitarnos a los demás el nuestro.

Avanzó primero el estupa, que de secreta no tenía nada. Nos barrió por el pasillo, nos invadió con su mirada hostil, con su pipa en la mariconera ladeá -¿de qué tienes tanto miedo, pequeño estúpido?-
Recorrió el tren de punta a punta, mientras los dos maderos uniformados al estilo "esto es américa" esperaban en medio del vagón central, oteándonos a todos, reclamando nuestra atención, nuestro -qué está pasando aquí, qué quieren estos?, qué criminal me amenaza entre los asientos de este tren de currelas?-

Se volvió el estupa hasta donde estaban los otros dos y cuchichearon, señalando con la cabeza y las manos, aquí y allá.
Entonces avanzaron dos mientras que el otro se quedaba en la retaguardia esta vez, moviéndose con pasos forzados, mucho más largos y bruscos de lo necesario, dejando caer las botas, como pa asustar al suelo, midiendo, calibrando, observando el ganao...

-A esté!- dijo uno de los maderos, señalando a un chavalito marroquí que iba dormido como un leño. Se llamaba Said, como todo el que estaba cerca tuvo ocasión de averiguar.

Se despertó Said a medias, lo justo pa dejar pasar a otro pasajero al asiento de al lado. Entreabrió un ojo y ahí sí, en fracciones de segundo tenía su hermoso par de ojos, bien abiertos, como platos!.
Los dos maderos le rodeaban. Le hablaban agachando mucho la cabeza, doblando el espinazo para ponerse a su altura, indicándole que permaneciera sentado, con la mano como tope en su hombro, con el tono de amenaza contenida, la justa dosis, no hace falta más.


-Documentación-, -¿antecedentes tienes?-shsshsh- sisea Said, que quiere contestar a los señores agentes y no les quiere mentir, que no quiere más problemas, -Si...una vez, hace mucho- busca dar con el tono, con el adecuado, el del respeto -señores agentes-, el del ni tan bajo que parezca que no quiero contestar, ni tan alto que se me note mucho el miedo, -Si, hace mucho, si...-

-Bien, vamos a hacer unas comprobaciones-

El más cachalote del par, comienza a hacer sus gestiones telefónicas en medio del pasillo.

A este no le preocupa dar con el tono, no le preocupa que se vaya a enterar todo el vagón...él solo cumple con su deber, tiene una misión, él vela por nosotros, nos protege de Said....

Grita a voz en cuello, transmitiendo a su compañera de la central: -sierra- alfa- india- delta-...la gente y sus pelis... Este gilipollas está en una peli de esteven seagal, dónde los buenos y los malos están definidos a la perfección y no por la sangre o los muertos que arrastran sus conciencias por ejemplo, no; quien con tal soltura los distribuye es la Ley y el Orden, ni más ni menos: -de qué lado de la ley y el orden se encuentra usted?- yo de bueno-, -pase por aquí-

Por suerte, hay sin duda, otras películas, otras tramas, luces y sombras y personajes que no son lo que parecen...

En el lateral opuesto del vagón, un hombrecito sudamericano, intenta recobrar la compostura y la color...que no se le note que se ha hecho agüita al ver pararse al lado a los maderos, que no se le note el tembleque de las piernas, la mueca que no sabe escoger para su cara: una de esas sonrisas tímidas y amistosas?, un gesto curioso y casual del que no tiene nada que perder?, el alivio de no ser él mismo el identificado?, la preocupación de que todavía se escape algo?

Said se agarra a su asiento para no temblar. El otro madero, el de delicados ojos azules que hace hoy el papel de poli bueno, mientras espera a ver si se lo llevará del tren detenido, o le dejará seguir camino a su trabajo, pregunta comprensivo, casi cariñoso:


-Qué, qué tal va todo? difícil no?-
-Si, el trabajo difícil, yo trabajo en Nuevos Ministerios, voy a Nuevos Ministerios a mi trabajo- de nuevo el punto de pánico que se le quiere salir, explicaciones atropelladas al mencionar el trabajo, que quién sabe lo que le costó conseguir, al que no sabe si podrá llegar.


Y a mí, este dulce madero, me recuerda al torturador que menciona Galeano en el libro de los abrazos, a ese que cuando cada tarde desenchufaba la picana eléctrica cansado de torturar, mientras iba recogiendo sus cosas, le contaba a la víctima sus preocupaciones domésticas

-Aláh Uackbar!- piensa Said, -Ay Diosito, no me desampare ahorita, nomás-, piensa el sudamericano

Y yo, la que menos tiene que perder del cuadro flamenco, me inflo y me desinflo a cada instante: desvío la mirada de odio -venga, va, que si les cabreas va a ser peor pa él y va a tener poco que agradecerte- calma. Ya se van-…. pero no se van todavía.

Y me retuerzo y vuelvo a mirarles, porque no quiero sentir que ahora me da miedo mirarles, porque quiero escupirles mi desprecio, aunque sea con la mandíbula bien apretada:

-Cómo va a ir todo? Pues mucho mejor en cuanto te borres de nuestros ojos, cabrón y nos dejes de joder, que vamos a currar. Por qué no hacéis vosotros lo mismo y os vais a perseguir a los delincuentes dónde ellos están, en sus buenos carros y en sus buenas kelos y no en el cercanías, pedazo de mierda?.

Pienso en las dos multas por desacato que ya me cayeron y me vuelvo a calmar -a ver qué pasa, que no va a pasar ná- y vuelta la burra al trigo....o quizá más suavecito -no está haciendo nada malo a nadie, va a trabajar-

Vamos pasando por distintas estaciones, Said, rodeado de los dos maderos, que para eso es moro. Yo calladita, ahí sí, como una puta.

Al cabo de diez minutos eternos, llega la confirmación de sierra- alfa- india- delta:

Está limpio, los antecedentes son por ir indocumentado hace años.

-Bueno, ya está- le dice sonriente el madero cachalote, como quien felicita a un buen cliente que ha quedado satisfecho, después de reclamar sus servicios- ya hemos acabado. Ya sabes que cuando se tiene antecedentes hay que ir con mucho cuidado, verdad?- le aconseja solícito. No le dice, porque ya se sobreentiende, que tendrá que cuidarse sobre todo, de ellos mismos, los ángeles custodios, que cumplido el deber, se retiran, con sus grandes zancadas, con sus fuertes pisadas...

Said, tiembla como una hoja, levitando casi sobre el asiento, sin apenas rozarlo. Qué momentos, qué recuerdos de dolor se le arremolinan ante los ojos ahora?.
Despejado, bien despejado, Said ya no tiene ni gotita de sueño...

Llegamos a Sol y me bajo. Quiero hablarle, decirle que ya pasó, que una parte de su dolor se vendrá conmigo, darle siquiera una palmadita en el hombro, con un simple -hijos de puta!- dicho entre dientes, sin mucha ira, en el tono en que se dice lo que sabe todo el mundo.

Pero sé que cuando alguien está en plena lucha por mantener la compostura, una muestra de comprensión, un gesto cercano, puede soltarle las amarras a toda la pena y hacer que se venga abajo. Así que no le digo nada y me voy.


Al salir a Sol no me recibe el paisaje cotidiano. Se me han caído del plano los artistas callejeros, los guiris al sol, tan felices de vacaciones, la fauna humana diversa y colorida. Esta mañana solo es evidente a mis ojos la otra corriente que fluye siempre sobre el mismo espacio: los chaperos casi adolescentes que simulan hablar entre amigos, como chavales normales, mientras se dejan escoger por viejos babosos, las putas de montera, tan jóvenes y hermosas unas, tan horrorosas y rotas otras, los chulos controlando desde las esquinas, las muchachillas rumanas que trapichean con oro y roban carteras en pandilla, descaradas y altivas, las mismas que cuando lleguen esta noche a la estación de Getafe, se quitarán los vaquerillos ajustados y se pondrán de nuevo las faldas hasta los tobillos antes de volver a casa, las que cada vez que pasa ese chico sin brazos pidiendo por el tren, sacan los monederillos robados y le llenan de calderilla el mini de plástico que sujeta entre los dientes…


Un senegalés esculpido a capricho por la naturaleza a lo largo de sus dos metros de altura, ha tenido menos suerte que Said y que el hombrecito sudamericano. Mira al frente, al tropiezo que acaba de dar con su vida, a la que se le viene encima y se sujeta con calma las lágrimas y los brazos, alrededor del cuerpo. Unos brazos que con un puño para cada uno, podrían partir en dos de un solo golpe a los tipos que le sujetan con sus musculillos de gimnasio.


Muchas veces también ganamos los otros: de hecho, ahí siguen los márgenes y las orillas, pa tó el que las quiera, que así están que echan humo…


Por eso, pa reconciliarme con el paisaje y que confluyan de nuevo en el plano los buenos y los malos, juntos todos y revueltos, tengo tres maneras yo de poder con esto, como tres pasos de baile:


Primer movimiento: hacer lo que pueda. Lo que no, no. Pero si, lo que buenamente pueda. Sólo eso.

Segundo movimiento: salirme por la tangente.

Buscarme yo solita mis significados para las cosas, moverme en el mundo con mis propias opiniones sobre la bondad y sobre la decencia y sobre la justicia y sobre los parientes y sobre lo que es ley y lo que es orden.

Tercer movimiento: darme cuenta siempre de que tengo mucha suerte, porque puedo ir por el mundo escogiendo mis pasos de baile. "

Según voy leyendo su agenda y conociéndola me gustaría quererla como a sus palabras, más triste que nunca escribo yo mis palabras de betún, más alegre que nunca por tener algo suyo.


Me dijo, -prepara algo de picar en tu casa que te voy a comer mañana por la noche-. Y espere y pasaron las horas mientras su móvil estaba apagado o fuera de cobertura, compartí la cerveza con la planta de mi comedor, trago yo buchito ella, le hable a la araña de mi terraza -cuando hayas tejido el ático te mato-, mate neuronas al vuelo, discutí con la pared, llame a contestadores automáticos para no sentirme solo en la espera de la malvada, se convirtió en la Jezabel de mis ganas, la perraca de mis sueños húmedos. Y pasaron dos días, quince neuronas locas y dos taquicardias sin muerte aparente, apagado y casi fuera de cobertura baje al bar, necesitaba una iglesia donde confesar no haber pecado y un cura que en caso necesario me diese un hostia de verdad.

camarero facha - lo de siempre para el señorito
triste - Pepe, hoy no estoy para coñas
camarero facha - un mal día
triste - dos Pepe, dos días y dos noches matando moscas
camarero facha - mucho rabo para tantas moscas
triste - limítate a atenderme haz el favor
camarero facha - el cliente siempre tiene razón

Pepe es calvo, de mi edad, lleva un bigoton, una pulsera con la bandera de España, un llavero por fuera del pantalón de la Guardia Civil, camisa abierta justo para que se vea el colgante de oro de la Legión.

camarero - café templado y bollo de dieta
yo - Pepe un pepito de crema no es de dieta
camarero - quiere el señorito sacarina
yo - no, solo que me atiendas
camarero - vale, ahí poco curre

Pepe dos días esperando a que me llamase una tía, no hay quien las entienda, a ti no te pasa
(Pepe) deje hace años de interesarme por ellas
Como puedes vivir sin una mujer
(Pepe) pues igual que ellas sin nosotros
Yo no puedo
(Pepe) ya podrás, solo es cuestión de tiempo y edad
Y que haces para matar tus moscas
(Pepe) me gusta jugar con mis sobrinos, llevarles al parque, al cine, al Burguer
Y el sexo
(Pepe) cual?
Joder Pepe, echar un polvo, agarrar unas buenas tetas, que te la coman
(Pepe) eso lo tengo en el baúl de los recuerdos
Entonces tú no tienes necesidad de follar
(Pepe) no, es un problema menos, tampoco tengo coche y dos problemas menos

Salí del bar y entre en los chinos, compre una lata de cerveza e instintivamente frote el borde para limpiarla, de repente apareció un genio-mujer y me dijo - la vida es como un tango, quien no lo baila muere, te concedo un deseo, tienes cinco segundos -.
Empezó a contar,- uno, dos, tres ... -, me di un largo trago de cerveza.
 
Le ha faltado aquello de pedir respeto por la veterania y la edad, a parte de pedir disculpas por no deleitarnos con fotos de sus presas como antaño. :1

Saludos!
 
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