Kramer99
venga, no llores: "El Rey de las Monas"
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Ayer me quedé patidifuso escuchando a una policía explicar en la radio el caso de estos niños, inimputables algunos de ellos por tener 12 y 13 años, que, en comisaría y en presencia de sus padres y habogao (el que tengo aquí colgao), se reían y tomaban a guasa el haber publicado en sus redes sociales vídeos con los hechos que aquí se resumen:
El vídeo es tan salvaje que impacta incluso a dos curtidos policías que combaten desde hace años la pornografía infantil y la pederastia. La cámara capta a una niña, de solo dos años, rubia y de rostro angelical, que da saltos sobre un sofá, jugando de forma inocente, y corre a los brazos de un hombre. Cuando la cría llega hasta él, este la obliga a hacerle una felación. Por eso, cuando los dos agentes muestran las imágenes a un chico de 17 años para que explique por qué las publicó en su cuenta de Instagram y el joven responde riendo a carcajadas, la madre y el abogado del menor, que lo acompañan mientras la policía le toma declaración, le reprenden. El chaval insiste: "Me hace gracia".
Según se puede leer en varios medios, la operación Koda se ha saldado con 40 y tantos detenidos repartidos por toda la geografía española, la gran mayoría menores de edad, por, presuntamente, distribuir material pornográfico infantil, en una operación en colaboración con el Homeland Security Investigations (HSI a.k.a. Hemoh Sío Ingañaoh) de la Embajada de Estados Unidos.
Los relatos pondrán los pelos del mismísimo @Fucker de la vida como escarpias:
Los policías que se dedican a combatir la pornografía infantil en la red lo han visto todo. O eso creían. «Estábamos con el chaval de 14 años en su habitación, la madre llorando sin parar, el abogado allí plantado y él no recordaba de qué vídeo le estábamos hablando. No se te puede olvidar. Es la violación de un bebé, te revuelve el estómago». La escena ocurrió en un barrio de clase media-alta de Madrid. La Policía había entrado en la casa para detener al menor y registrar su habitación porque había compartido ese vídeo a través de Instagram.
Le enseñamos las imágenes en su propio ordenador porque no se acordaba y el crío empezó a reírse a carcajadas. La madre estaba descompuesta»
Se repetían tres vídeos, compartidos miles de veces, igual de repulsivos. En uno, un adulto violaba a un bebé de meses y en otro a una niña de dos o tres años. «Nos pareció rarísimo cuando identificamos hasta a 51 personas, pero nuestra sorpresa fue cuando vimos que la mayoría (45) tenían entre 14 y 17 años. De ellos, siete carecían de responsabilidad penal; ni siquiera habían cumplido los 14 años. Los vídeos de esa dureza son los que se pasan pedófilos y pederastas consumados».
El salto cualitativo y preocupante es cómo había llegado a todos esos menores y cómo ellos lo habían compartido tantas veces hasta convertirlo en viral. La tortura de la criatura fue pasando a través de grupos de whatsapp de amigos, de clase, de desconocidos... como una diversión, como si en lugar de la violación de un niño fuera una broma de colegiales o un chat de fútbol.
Los agentes se encontraron con padres llorosos, horrorizados, desconcertados cuando se presentaron a las ocho de la mañana en casas de familias normales para detener a sus hijos y registrar la vivienda. «Esto no me puede estar pasando a mí. Si nosotros llevamos años explicando a nuestro hijo los peligros de la red», se sinceró @THORNDIKE desde el futuro.
Los agentes se han encontrado con un cambio de paradigma. A muchos de los menores les había cerrado la cuenta la propia red social al ver lo que habían compartido. Se habían creado otra y no lo habían contado. Algunos ni siquiera relacionaron este cerrojazo con el vídeo sexual del bebé. Hubo uno al que lo único que le preocupaba es que le cogieran su teléfono porque guardaba fotos de su novia adolescente desnuda. Y no quería que lo supieran sus padres.
Pero eso no es todo. La cosa sigue, con giro de guión que ni el mismísimo Shyamalan:
"No se trata de una red de pornografía infantil, sino de usuarios independientes que suelen ser chicos, es muy raro que encontremos a alguna mujer”, ha añadido Castro, quien ha formado parte de esta investigación en la que se ha identificado a 51 personas, de las cuales 45 eran menores de edad y, de estas, siete carecían de responsabilidad penal al ser menores de 14 años.
“Con el auge de las nuevas tecnologías hay muchos menores que practican el sexting [envío de mensajes de contenido sexual o pornográfico a través de móviles] entre ellos, pero en el momento en que eso pasa a una tercera persona es pornografía infantil y es un delito. Los menores que tienen una relación y creen que será para siempre intercambian imágenes de contenido sexual a través de las redes sociales, pero esas relaciones no duran y lo que sí es para siempre son las fotografías que se cuelgan en Internet”, explica la doctora en Psicología Silvia Álava, quien considera que en las redes sociales los menores necesitan “una labor de acompañamiento y formación”.
Para evitar este tipo de comportamientos, desde la Fundación de Ayuda a Niños y Adolescentes en Riesgo (ANAR) piden que la ley exija a las redes sociales un “filtro técnico” para evitar que los menores tengan acceso a la pornografía a través de Internet. “Pedir el DNI o algún otro documento que acredite la mayoría de edad sería de gran ayuda, siempre garantizando la privacidad de los datos”, precisa Sonsoles Bartolomé, directora del Departamento Jurídico del Teléfono de ANAR.
“Actualmente hay un acceso demasiado rápido y fácil a la pornografía en la que la mujer es utilizada como objeto y, además, el mayor placer se obtiene cuando hay violencia. Esto está influyendo en el desarrollo evolutivo y sexual de los jóvenes que ven como normales este tipo de comportamientos”, apunta Bartolomé. “El consumo de pornografía favorece las conductas machistas y sexistas que, en el futuro, pueden dar lugar a violencia contra la mujer. Cuando se producen agresiones sexuales entre varios menores que las graban con sus móviles y ellos mismos las cuelgan en la Red, no son conscientes de que lo que están haciendo no es un hecho normalizado”, añade.
“Desde la Policía Nacional se quiere advertir a los usuarios de cualquier red social de la importancia de no compartir o almacenar este tipo de imágenes y vídeos sexuales protagonizados por menores, ya que se estaría incurriendo en la comisión de un delito”, advierte la Dirección General de la Policía.
Señoras, señores, señoros: el mundo se va a la mierda.
El vídeo es tan salvaje que impacta incluso a dos curtidos policías que combaten desde hace años la pornografía infantil y la pederastia. La cámara capta a una niña, de solo dos años, rubia y de rostro angelical, que da saltos sobre un sofá, jugando de forma inocente, y corre a los brazos de un hombre. Cuando la cría llega hasta él, este la obliga a hacerle una felación. Por eso, cuando los dos agentes muestran las imágenes a un chico de 17 años para que explique por qué las publicó en su cuenta de Instagram y el joven responde riendo a carcajadas, la madre y el abogado del menor, que lo acompañan mientras la policía le toma declaración, le reprenden. El chaval insiste: "Me hace gracia".
Según se puede leer en varios medios, la operación Koda se ha saldado con 40 y tantos detenidos repartidos por toda la geografía española, la gran mayoría menores de edad, por, presuntamente, distribuir material pornográfico infantil, en una operación en colaboración con el Homeland Security Investigations (HSI a.k.a. Hemoh Sío Ingañaoh) de la Embajada de Estados Unidos.
Los relatos pondrán los pelos del mismísimo @Fucker de la vida como escarpias:
Los policías que se dedican a combatir la pornografía infantil en la red lo han visto todo. O eso creían. «Estábamos con el chaval de 14 años en su habitación, la madre llorando sin parar, el abogado allí plantado y él no recordaba de qué vídeo le estábamos hablando. No se te puede olvidar. Es la violación de un bebé, te revuelve el estómago». La escena ocurrió en un barrio de clase media-alta de Madrid. La Policía había entrado en la casa para detener al menor y registrar su habitación porque había compartido ese vídeo a través de Instagram.
Le enseñamos las imágenes en su propio ordenador porque no se acordaba y el crío empezó a reírse a carcajadas. La madre estaba descompuesta»
Se repetían tres vídeos, compartidos miles de veces, igual de repulsivos. En uno, un adulto violaba a un bebé de meses y en otro a una niña de dos o tres años. «Nos pareció rarísimo cuando identificamos hasta a 51 personas, pero nuestra sorpresa fue cuando vimos que la mayoría (45) tenían entre 14 y 17 años. De ellos, siete carecían de responsabilidad penal; ni siquiera habían cumplido los 14 años. Los vídeos de esa dureza son los que se pasan pedófilos y pederastas consumados».
El salto cualitativo y preocupante es cómo había llegado a todos esos menores y cómo ellos lo habían compartido tantas veces hasta convertirlo en viral. La tortura de la criatura fue pasando a través de grupos de whatsapp de amigos, de clase, de desconocidos... como una diversión, como si en lugar de la violación de un niño fuera una broma de colegiales o un chat de fútbol.
Los agentes se encontraron con padres llorosos, horrorizados, desconcertados cuando se presentaron a las ocho de la mañana en casas de familias normales para detener a sus hijos y registrar la vivienda. «Esto no me puede estar pasando a mí. Si nosotros llevamos años explicando a nuestro hijo los peligros de la red», se sinceró @THORNDIKE desde el futuro.
Los agentes se han encontrado con un cambio de paradigma. A muchos de los menores les había cerrado la cuenta la propia red social al ver lo que habían compartido. Se habían creado otra y no lo habían contado. Algunos ni siquiera relacionaron este cerrojazo con el vídeo sexual del bebé. Hubo uno al que lo único que le preocupaba es que le cogieran su teléfono porque guardaba fotos de su novia adolescente desnuda. Y no quería que lo supieran sus padres.
Pero eso no es todo. La cosa sigue, con giro de guión que ni el mismísimo Shyamalan:
La Policía Nacional advierte de que cada vez son más los niños que se graban y cuelgan las imágenes en las redes sociales
Los arrestados están acusados de cometer varios delitos de prostitución y corrupción de menores a través de la red social y no están relacionados entre sí. “El incremento en España de este tipo de delitos es alarmante y cada vez hay más menores implicados. La mayoría de los casos se detectan en plataformas como Instagram, YouTube o Tik Tok y suele ser material pornográfico autoproducido por menores que ellos mismos suben a las redes sociales”, ha explicado Marcos Castro, del Grupo Tercero de Protección al Menor de la Unidad Central de Ciberdelincuencia de la Policía Nacional."No se trata de una red de pornografía infantil, sino de usuarios independientes que suelen ser chicos, es muy raro que encontremos a alguna mujer”, ha añadido Castro, quien ha formado parte de esta investigación en la que se ha identificado a 51 personas, de las cuales 45 eran menores de edad y, de estas, siete carecían de responsabilidad penal al ser menores de 14 años.
“Con el auge de las nuevas tecnologías hay muchos menores que practican el sexting [envío de mensajes de contenido sexual o pornográfico a través de móviles] entre ellos, pero en el momento en que eso pasa a una tercera persona es pornografía infantil y es un delito. Los menores que tienen una relación y creen que será para siempre intercambian imágenes de contenido sexual a través de las redes sociales, pero esas relaciones no duran y lo que sí es para siempre son las fotografías que se cuelgan en Internet”, explica la doctora en Psicología Silvia Álava, quien considera que en las redes sociales los menores necesitan “una labor de acompañamiento y formación”.
Para evitar este tipo de comportamientos, desde la Fundación de Ayuda a Niños y Adolescentes en Riesgo (ANAR) piden que la ley exija a las redes sociales un “filtro técnico” para evitar que los menores tengan acceso a la pornografía a través de Internet. “Pedir el DNI o algún otro documento que acredite la mayoría de edad sería de gran ayuda, siempre garantizando la privacidad de los datos”, precisa Sonsoles Bartolomé, directora del Departamento Jurídico del Teléfono de ANAR.
“Actualmente hay un acceso demasiado rápido y fácil a la pornografía en la que la mujer es utilizada como objeto y, además, el mayor placer se obtiene cuando hay violencia. Esto está influyendo en el desarrollo evolutivo y sexual de los jóvenes que ven como normales este tipo de comportamientos”, apunta Bartolomé. “El consumo de pornografía favorece las conductas machistas y sexistas que, en el futuro, pueden dar lugar a violencia contra la mujer. Cuando se producen agresiones sexuales entre varios menores que las graban con sus móviles y ellos mismos las cuelgan en la Red, no son conscientes de que lo que están haciendo no es un hecho normalizado”, añade.
“Desde la Policía Nacional se quiere advertir a los usuarios de cualquier red social de la importancia de no compartir o almacenar este tipo de imágenes y vídeos sexuales protagonizados por menores, ya que se estaría incurriendo en la comisión de un delito”, advierte la Dirección General de la Policía.
Señoras, señores, señoros: el mundo se va a la mierda.
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