Comparto con cualquier hijo de puta que me lea una agradable sorpresa de este mismo sábado. Por supuesto, con el brebaje que nos ocupa en este hilo como
leitmotiv.
Me fui a tomar unos vermutes mañaneros al que últimamente está siendo mi bar de whisky favorito. Me senté en la terraza, copa y cigarrillo en ristre, y al ratejo apareció el dueño del garito, un profesional de hostelería de los que ya apenas se ven, de esos que aman su oficio y de los que no se conforman con sacar su negocio adelante a base de las típicas cañas, vinos, cafés y pinchos de tortilla, sino que cuenta con una sólida formación en alta coctelería sin las chorradas por el nuevo auge de este sector en los últimos años, con sus
bartenders,
mixologists y toda esa mercadotecnia vendehumos de ahora. Aunque bien es cierto que este mundillo es un tanto chorra en sí mismo, por lo poco que he podido ver y, claro está, en mi puta mierda de opinión, pero bueno. Se sentó conmigo a fumar y charlamos un rato de trivialidades. En un momento, y sin venir a cuento de la conversación, saltó de la silla y dijo: "acompáñame a la bodega, tengo algo para ti". No, no se sacó la chorra, me regaló esta botella:
Se trata de un whisky
blended bastante viejo que ya no se produce, mezclado por la conocida destilería Glenmorangie y bautizado con el nombre de un personaje de la novela
Rob Roy (gracias, wikipedia). No tiene valor de compraventa porque está abierta y le faltan un par de copas, pero para un freak de la malta como este que escribe es todo un tesoro. Lo he catado y está en buenas condiciones, a pesar de que el tapón de corcho estuviera roto ha sido suficiente para mantenerlo cerrado sin mucho aire dentro que lo pudiera oxidar. Una vez en casa lo trasvasé a un cutredecantador que no uso, pero me vino de perlas esta vez, a través de un filtro de café para eliminar las partículas de corcho y acto seguido, por supuesto, me puse una copa. Me gustaría relatar que la experiencia fue sublime y que se trata del eslabón perdido entre lo artesano y lo industrial del gremio whiskero y blao. Pero no. Es un whisky correcto, sin más, diría que muy del estilo Speyside, pero me gusta, eso yes, y es una formulación, porque se trata de un blended, que es muy posible que ya no exista. Y eso me gusta aún más.
Pues eso, que fue mi día de suerte, pese a todo.
A cascarla.