Nervios ante la democracia que viene
La encuesta explica cómo siete de cada diez iraquíes esperan que el
país y sus situación personal mejoren en los próximos cinco años,
mientras que un 32 por ciento va más allá y dice que las cosas
mejorarán mucho. Asimismo, tres de cada cuatro encuestados opinan
que las mayores dificultades para la reconstrucción del país serán
políticas y no económicas. Muchos de ellos, sin embargo, recelan de
la instauración de la democracia, acostumbrados durante los últimos
cuarenta años a una férrea y sanguinaria dictadura.
Preguntados sobre si la democracia funcionará bien en Irak o si ésta
es la forma de hacer las cosas de Occidente, cinco de cada diez se
decantan por esta última respuesta, otro no está seguro y los cuatro
restantes estiman que la democracia puede funcionar bien en el país.
En este apartado surgen interesantes divergencias entre los
distintos grupos de población. Los sunníes son más recelosos y más
de la mitad no ve con buenos ojos la democracia, mientras que la
mayoría de los chiíes creen que favorecerá a los iraquíes. Las
mujeres son más positivas que los hombres, así como el grupo de edad
de entre 18 y 29 años.
En contra de un Gobierno islamista
La siguiente pregunta planteada fue a qué modelo de país les
gustaría que se pareciera Irak, y se ofrecían cinco posibilidades:
Siria, Arabia Saudí, Irán, Egipto y EEUU. La respuesta fue
esclarecedora: el 37 por ciento se decantaron por el modelo
norteamericano, más que por Siria, Irán y Egipto juntos, mientras
que un 28 por ciento optó por el modelo de Arabia Saudí. En este
campo de nuevo hay interesantes reflexiones al analizar los votos
por grupos. Los jóvenes se decantan más abiertamente por EEUU, al
igual que los chiíes, que sienten más admiración por el sistema
norteamericano en contra del modelo de Gobierno islamista de Irán, a
pesar de que en ese país la mayor parte de la población es chií. A
la pregunta de si el próximo Gobierno de Irak debería ser islámico o
si, por el contrario, debería dejar libertad de culto, un 60 por
ciento se mostró en contra de un Gobierno islámico, frente a un 33
por ciento que apoyó esta opción.
Un 66 por ciento de los chiíes, a menudo presentados como auténticos
fanáticos religiosos por la prensa internacional, está en contra de
un gobierno islamista, por un 27 a favor. Quizá la indicación más
fuerte de que Irak no se convertirá en un Estado religioso sea la
profunda secularización instaurada por Sadam Husein. Para conocer
más acerca de los hábitos religiosos de los iraquíes, los
encuestadores también les preguntaron con qué frecuencia atendieron
las oraciones de los viernes durante el mes anterior (julio). La
respuesta muestra que sólo cumplió con este precepto religioso un 43
por ciento, lo que limita la posibilidad de que un Jomeini II
alcance el poder en Irak.
Optimismo, aunque difícil tarea
Respecto de la opinión de los iraquíes sobre el líder terrorista de
Al-Qaeda, Osama ben Laden, un 41 por ciento de los encuestados tiene
una imagen muy desfavorable de él (las mujeres, especialmente).
Excepto en el triángulo sunní, donde se concentran los escasos
seguidores de Ben Laden, se ha extendido una imagen negativa del
terrorista saudí por todas las regiones de Irak, teniendo en cuenta
que la encuesta se realizó días antes de que la nueva poilicía
iraquí anunciara que Al-Qaeda fue la responsable de la masacre de
fieles en Najaf con un camión bomba. El sondeo también preguntó
sobre la posibilidad de un resurgimiento del Baasismo -el partido
único dominante durante la dictadura de Sadam Husein- y sobre si los
líderes iraquíes del anterior régimen deberían ser juzgados y
castigados, o si por el contrario se debería pasar página en la
historia de Irak. Por un 74 contra un 18 por ciento, los iraquíes
piden que los antiguos dirigentes que cometieron crímenes bajo la
dictadura de Sadam Husein sean castigados.
Las respuestas a esta encuesta sugieren que el país puede ser
gestionado por EEUU y que los responsables de los sabotajes y
asesinatos en Irak pueden ser poco a poco controlados o eliminados
por las fuerzas estadounidenses, como en realidad ya está
ocurriendo. Sin embargo, los iraquíes no piensan que la tarea de la
libertad vaya a ser fácil. Es más, un 50 frente a un 36 por ciento
expresan el temor de que en los próximos cinco años la presencia de
EEUU dañe más que ayude a Irak. Como dato positivo dentro de esta
idea, menos de un 30 por ciento de los encuestados conocen a alguien
muerto durante la guerra de la pasada primavera. Asimismo, más de un
sesenta por ciento de los iraquíes encuestados prefieren que las
tropas de EEUU y Reino Unido permanezcan en el país al menos un año
más, frente a las opciones de seis meses o dos años.
La encuesta explica cómo siete de cada diez iraquíes esperan que el
país y sus situación personal mejoren en los próximos cinco años,
mientras que un 32 por ciento va más allá y dice que las cosas
mejorarán mucho. Asimismo, tres de cada cuatro encuestados opinan
que las mayores dificultades para la reconstrucción del país serán
políticas y no económicas. Muchos de ellos, sin embargo, recelan de
la instauración de la democracia, acostumbrados durante los últimos
cuarenta años a una férrea y sanguinaria dictadura.
Preguntados sobre si la democracia funcionará bien en Irak o si ésta
es la forma de hacer las cosas de Occidente, cinco de cada diez se
decantan por esta última respuesta, otro no está seguro y los cuatro
restantes estiman que la democracia puede funcionar bien en el país.
En este apartado surgen interesantes divergencias entre los
distintos grupos de población. Los sunníes son más recelosos y más
de la mitad no ve con buenos ojos la democracia, mientras que la
mayoría de los chiíes creen que favorecerá a los iraquíes. Las
mujeres son más positivas que los hombres, así como el grupo de edad
de entre 18 y 29 años.
En contra de un Gobierno islamista
La siguiente pregunta planteada fue a qué modelo de país les
gustaría que se pareciera Irak, y se ofrecían cinco posibilidades:
Siria, Arabia Saudí, Irán, Egipto y EEUU. La respuesta fue
esclarecedora: el 37 por ciento se decantaron por el modelo
norteamericano, más que por Siria, Irán y Egipto juntos, mientras
que un 28 por ciento optó por el modelo de Arabia Saudí. En este
campo de nuevo hay interesantes reflexiones al analizar los votos
por grupos. Los jóvenes se decantan más abiertamente por EEUU, al
igual que los chiíes, que sienten más admiración por el sistema
norteamericano en contra del modelo de Gobierno islamista de Irán, a
pesar de que en ese país la mayor parte de la población es chií. A
la pregunta de si el próximo Gobierno de Irak debería ser islámico o
si, por el contrario, debería dejar libertad de culto, un 60 por
ciento se mostró en contra de un Gobierno islámico, frente a un 33
por ciento que apoyó esta opción.
Un 66 por ciento de los chiíes, a menudo presentados como auténticos
fanáticos religiosos por la prensa internacional, está en contra de
un gobierno islamista, por un 27 a favor. Quizá la indicación más
fuerte de que Irak no se convertirá en un Estado religioso sea la
profunda secularización instaurada por Sadam Husein. Para conocer
más acerca de los hábitos religiosos de los iraquíes, los
encuestadores también les preguntaron con qué frecuencia atendieron
las oraciones de los viernes durante el mes anterior (julio). La
respuesta muestra que sólo cumplió con este precepto religioso un 43
por ciento, lo que limita la posibilidad de que un Jomeini II
alcance el poder en Irak.
Optimismo, aunque difícil tarea
Respecto de la opinión de los iraquíes sobre el líder terrorista de
Al-Qaeda, Osama ben Laden, un 41 por ciento de los encuestados tiene
una imagen muy desfavorable de él (las mujeres, especialmente).
Excepto en el triángulo sunní, donde se concentran los escasos
seguidores de Ben Laden, se ha extendido una imagen negativa del
terrorista saudí por todas las regiones de Irak, teniendo en cuenta
que la encuesta se realizó días antes de que la nueva poilicía
iraquí anunciara que Al-Qaeda fue la responsable de la masacre de
fieles en Najaf con un camión bomba. El sondeo también preguntó
sobre la posibilidad de un resurgimiento del Baasismo -el partido
único dominante durante la dictadura de Sadam Husein- y sobre si los
líderes iraquíes del anterior régimen deberían ser juzgados y
castigados, o si por el contrario se debería pasar página en la
historia de Irak. Por un 74 contra un 18 por ciento, los iraquíes
piden que los antiguos dirigentes que cometieron crímenes bajo la
dictadura de Sadam Husein sean castigados.
Las respuestas a esta encuesta sugieren que el país puede ser
gestionado por EEUU y que los responsables de los sabotajes y
asesinatos en Irak pueden ser poco a poco controlados o eliminados
por las fuerzas estadounidenses, como en realidad ya está
ocurriendo. Sin embargo, los iraquíes no piensan que la tarea de la
libertad vaya a ser fácil. Es más, un 50 frente a un 36 por ciento
expresan el temor de que en los próximos cinco años la presencia de
EEUU dañe más que ayude a Irak. Como dato positivo dentro de esta
idea, menos de un 30 por ciento de los encuestados conocen a alguien
muerto durante la guerra de la pasada primavera. Asimismo, más de un
sesenta por ciento de los iraquíes encuestados prefieren que las
tropas de EEUU y Reino Unido permanezcan en el país al menos un año
más, frente a las opciones de seis meses o dos años.