Hace muchos años, siendo mozalbete, cuando el fenómeno de los chats empezaba a decaer, recuerdo que tenía un grupo de hamijos cibernéticos con los que entrábamos a insultar diciendo barbaridades, lanzando ofensas hirientes para los bienpensantes y las charos de la época (por aquel entonces no tan empoderadas como hoy), y recuerdo particularmente el caso de una tipa de 48 años, cuyo hijo había quedado moñeco poco tiempo atrás. Pues bien, yo y mis compinches, al detectar el problema de la tipa nos ensañamos de mala manera con ella y le llegamos a decir que nos íbamos a follar a su hijo muerto, que lo disfrazaríamos de lagarterana y terminaría en una bukkake gayer interracial y barbaridades por el estilo. También atacamos a su marido, y a los calvos de su familia, además de incidir con notable maldad en su incipiente menopausia y en lo golfa que era, sugiriendo incluso una relación incestuosa postmortem con el hijo moñeco. En fin, que la pusimos a caer de una burra, y aunque aguantó con cierta entereza al principio, luego se largo hundida por todo lo que le dijimos. Y nos partíamos haciendo estas cosas, sin ningún tipo de piedad por nadie, y en cuanto descubríamos debilidades allí que nos lanzábamos. Cualquier historia truculenta, normalmente contada por charos, era campo propicio para mostrar nuestras habilidades para hundir moral y espiritualmente a estos seres.
A día de hoy, toda esta mierda está orientada a las ingenierías sociales ya conocidas, para seguir ahondando en las guerras de sexo inducidas por este régimen criminal, en su voluntad de destruir la familia, la natalidad de españoles étnicos, y polarizar, porque es lo que hacen continuamente, dividir a hombres y mujeres, siempre que no sean de fuera, porque con esos hay manga ancha. Ayer un nigga sin brazo apalizó a un traini en Tortosa, lo cual, también hay que decirlo, tiene mérito por parte del nigga, porque los trainis tienen muy mala leche y saben pelear, los he visto tumbando incluso a porteros de discoteca en algún vídeo, son poderosísimos.