Desmond Humes
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#118
Hola a todos. Muchos conoceréis de sobra al “personaje Navarro” televisivo. Para los que no, simplemente me presentaré como un periodista que, acertadamente o no, siempre ha intentado hacer las cosas a su manera.
Obviamente no espero que quienes lean esto vayan a creerse que soy el verdadero Navarro, pero precisamente por eso, todo lo que a continuación voy a repasar y comentar, lo expresaré tal y como lo siento, sin ningún temor o censura.
He escogido este lugar porque en internet por fortuna aún se respira libertad para opinar,
He escogido este momento porque en estos últimos tiempos se están vertiendo demasiados juicios de valor completamente desacertados sobre mi persona, y por ende devaluando y minimizando mi trayectoria profesional.
No es algo que me pille por sorpresa, muchos grandes profesionales del medio han sufrido y siguen sufriendo las consecuencias de enfrentarse directamente con sus opiniones al partido político gobernante de turno. Nunca la televisión ha sido menos libre. Aunque se hayan concedido licencias para decenas de nuevos canales, aseguro que no hay libertad.
Pero eso es otro tema, pasaré pues a comentar varios aspectos de la historia televisiva del Mississippi que le sitúan sin duda como el primer late night televisivo con éxito de este país y que revolucionó la forma de hacer televisión.
Tras mi regreso de Miami, donde de verdad aprendí todo lo de verdad importante en esta profesión, y tras finalizar mi contrato en Televisión Española, decido irme a Antena3 para desarrollar y potenciar su parrilla, y también en cierta medida para disponer de mayor libertad de decisión en materia de programas. La entrada de Murdoch y del grupo Banesto en el accionariado lleva a un cambio radical de caras y contenidos. Se ficha a periodistas curtidos como Hermida, Milá y Olga Viza, y profesionales del espectáculo como Arús, Pedro Ruiz o el malogrado Pepe Carroll.
Es entonces cuando expongo por primera vez mi proyecto de late night a los entonces jefes del grupo, pero lo consideran arriesgado.
Se me ofrece en cambio la oportunidad de presentar “El gran juego de la oca”, sustituyendo a Emilio Aragón. Esto serviría para tener más exposición en pantalla y tratar de llevar a cabo mi proyecto más adelante . O eso pensaba yo.
A la postre sirvió para poco o nada. Yo me encontraba como pez fuera del agua en ese formato, y no me satisfacía en absoluto. Todo estaba preparado, las pruebas, los concursantes, los guiones… no había frescura ni espontaneidad. Las horas de grabación se hacían insoportables.
En esa época conozco a uno de mis actuales lastres vitales, Ivonne Reyes. Siempre he sido débil con todo lo femenino. Incluso estando enamorado de la que era por entonces mi esposa. Pero no me arrepiento, y seguramente volvería a repetir todos mis errores porque simplemente no puedo evitarlo.
En muchos círculos se nos conocía a Pedro Ruiz, Ramón Langa y a mi como la santísima trinidad del fornicio en las noches madrileñas. Sabina también estaba siempre ahí, recuerdo reuniones memorables, pero lo suyo era otro rollo, y con otra gente. Nunca llegamos a conectar.
Lo cierto es que doy un ultimátum a la casa y amenazo con irme a Telecinco, donde no solamente daban luz verde a mi proyecto sino que mejoraban notablemente mis emolumentos.
Tras una breve pero intensa reunión con los ejecutivos de programación, la ruptura es un hecho, me voy de Antena3.
El proceso de adaptación es rápido y frenético;
Por mi parte, tengo muy claro como quiero que sea el programa y sus contenidos, llevo diseñándolo en mi cabeza durante dos años.
Por parte de telecinco, todo son facilidades y apenas restricciones. Me quieren, como dicen en américa, “up and running” lo antes posible, e intento mezclar y potenciar lo mejor de su buena disposición y entusiasmo con mis ideas y mi forma de trabajar.
La dirección me asigna un realizador perteneciente al grupo, pero me da plena capacidad de elección para el resto. De esta forma la práctica totalidad de la redacción y los actores del programa se cierran en apenas dos semanas. Puedo decir que era un equipo joven y con talento, con las excepción quizá del grupo técnico y la realización, que a menudo alcanzaban unos niveles de mediocridad desesperantes. Incluso cuando en ocasiones tan solo debían presionar un botón para que entrase el vídeo, o ceñirse a la escaleta y el orden que se había establecido en la reunión previa a la emisión del programa.
El nombre del Mississippi surgió escuchando en un programa la famosa frase de Tip y Coll: “Y la próxima semana, hablaremos del gobierno” Al escuchar esa frase, el nombre Mississippi surgió de mi cabeza.(No tiene sentido, lo sé). A muchos les parecía demasiado abstracto, pero a mi me parecía que tenía fuerza, y la otra opción, “La noche de Navarro”, no me convencía.
El decorado del programa estaba copiado sin disimulo de los formatos americanos que tan arraigados están desde hace décadas y que siempre han triunfado. El ritmo del programa también, aunque adaptado a nuestro país. Básicamente se dividía en cuatro bloques, cada uno con un formato “actualidad-sketch-entrevista-sketch-publicidad. En el segundo bloque se incluía alguna sección fija semanal o la entrevista principal a un personaje famoso o alguien de la cadena que estrenaba programa/serie y necesitaba promoción.
Cierta música de fondo en directo, aunque sin orquesta, y mis admirados Stones para dar paso a los cortes.
Siempre he gozado de buen olfato para rodearme de colaboradores. El grupo de actores que ponían el humor en el Mississippi era de lo mejor que podía encontrarse, con Carlos Iglesias a la cabeza. Más tarde también se incorporaría Florentino, al que le dí su primera oportunidad en televisión, hecho que siempre me ha agradecido cuando hemos coincidido y hablado sobre aquella época.
El único problema con algunos actores fue el dinero. El éxito del programa fue tal que pensaron que el presupuesto aumentaría, cuando precisamente fue al revés; la productora buscaba todavía más audiencia con un menor coste de producción. Esto hizo que algunos de ellos acabaran por marcharse. Erróneamente, en mi opinión. En el caso de Florentino no hubo tal problema, entendió perfectamente que el Mississippi no era el programa para hacerse rico, sino el programa para hacerse famoso.
Recuerdo con gracia los “rankings” que preparaba Carlos Iglesias junto a los guionistas y su famoso “Juanma, chiquitín, pónmelo”.
En confianza puedo confesaros que muchos de aquellos rankings sobre el mejor culo o pechos de las famosas se realizaban a veces con mujeres que ya hubiesen pasado por mi cama, o que la redacción intuía que asi era, quedándome con cara de póker en alguna ocasión y en otras simplemente desternillándome. Era una especie de juego interno y un momento de relajación dentro del programa.
Actualmente la carroña del corazón parece siempre dispuesta a recordar mi colección de amantes, pero solamente citan a las Sonia Monroy, Yola Berrocal o Marlene Mourreau de turno, nunca mencionan a mujeres como Isabel Gemio o Isabel Sartorius, aunque sea vox pópuli que he estado con ellas en un determinado momento
Todo por intereses mercantiles.
Dentro del equipo, no puedo olvidar por supuesto a Santiago Urrialde. Su reportaje con Sylvester Stallone dió un buen espaldarazo al programa, puesto que al día siguiente de su emisión, el hecho fue comentado en todas partes.
Siempre he pensado, medio en broma medio en serio, que ese fue el mejor reportaje de la historia de “Caiga quíen Caiga”;
Medio en broma, porque ese programa aún no existía…
Medio en serio, porque al ver factible esa cercanía y confianza del “reportero cojonero” hacia el famoso, quedó patente que podía adaptarse ese formato a nuestro país, como así sucedió posteriormente.
Del equipo de producción y de la redacción, mi recuerdo cariñoso hacia Machús, José Hermida y mención especial a la memoria de Ernesto López Feito.
Con muchos de ellos tendría la oportunidad de trabajar en otros proyectos similares más adelante.
En antena3 se arrepintieron muy mucho de no haberme concedido el formato de programa que les demandaba, y me consta que escoció la buena acogida del Mississippi. Más de una vez intentaron copiar el formato, con Francis Lorenzo y con Máximo Pradera, pero sin resultados.
La rivalidad con Sardá vendría algo después, pero no quiero extenderme demasiado en este tema, creo que para este punto utilizaré una imagen y abandonaré las mil palabras. Podéis comparar el talento creativo de unos y de otros.
Es cierto que se produce un desgaste, pero también influyó en el fin de la emisión los temas que se trataban y su repercusión en los despachos. El tratamiento del caso Alcasser, junto a los comentarios de Álvaro Baeza en su sección sobre el GAL y el PSOE, hicieron removerse a altas esferas de la política española y comenzaron así las llamadas y quejas por tocar temas demasiado delicados, o más bien incómodos para varios políticos de este país.
Estas mismas llamadas también acabarían con la sonrisa del pelícano en antena3, tras varias apariciones de Amedo, Mario Conde, y hasta del auténtico sello de los GAL. Pero lo que de verdad acabó con todo fueron las maniobras fascistas de Pedro J. para detener cualquier comentario sobre su famoso vídeo.
Podría escribirse un libro con todos los acontecimientos que se produjeron en la sombra para intentar cancelar el programa. La realidad es que al final, y tras las continuas presiones de Pedro J, el nuevo dueño del grupo, Juan Villalonga, cede y el pelícano es cancelado definitivamente. Baste decir que a día de hoy aún sufro las consecuencias de todo aquello en forma de veto y censura.
No me extenderé más, tan solo quería repasar por encima algunos aspectos de la gestación y desarrollo del Mississippi, quince años después de que todo empezase.
Que cada cual me conceda el crédito que considere oportuno, pero mientras pueda, no voy a permitir que solamente se me vaya a recordar en este país por asuntos de mi vida privada que en ningún momento he pretendido hacer públicos.
Gracias al miembro del foro Desmond por su ayuda con el formato del escrito y las imágenes, y un saludo para Nacho. No olvido que tenemos todavía pendiente esa escapada en barco…
Saludos.
Un famoso si nos lee. Noticias pronto.
Hola a todos. Muchos conoceréis de sobra al “personaje Navarro” televisivo. Para los que no, simplemente me presentaré como un periodista que, acertadamente o no, siempre ha intentado hacer las cosas a su manera.
Obviamente no espero que quienes lean esto vayan a creerse que soy el verdadero Navarro, pero precisamente por eso, todo lo que a continuación voy a repasar y comentar, lo expresaré tal y como lo siento, sin ningún temor o censura.
He escogido este lugar porque en internet por fortuna aún se respira libertad para opinar,
He escogido este momento porque en estos últimos tiempos se están vertiendo demasiados juicios de valor completamente desacertados sobre mi persona, y por ende devaluando y minimizando mi trayectoria profesional.
No es algo que me pille por sorpresa, muchos grandes profesionales del medio han sufrido y siguen sufriendo las consecuencias de enfrentarse directamente con sus opiniones al partido político gobernante de turno. Nunca la televisión ha sido menos libre. Aunque se hayan concedido licencias para decenas de nuevos canales, aseguro que no hay libertad.
Pero eso es otro tema, pasaré pues a comentar varios aspectos de la historia televisiva del Mississippi que le sitúan sin duda como el primer late night televisivo con éxito de este país y que revolucionó la forma de hacer televisión.
Tras mi regreso de Miami, donde de verdad aprendí todo lo de verdad importante en esta profesión, y tras finalizar mi contrato en Televisión Española, decido irme a Antena3 para desarrollar y potenciar su parrilla, y también en cierta medida para disponer de mayor libertad de decisión en materia de programas. La entrada de Murdoch y del grupo Banesto en el accionariado lleva a un cambio radical de caras y contenidos. Se ficha a periodistas curtidos como Hermida, Milá y Olga Viza, y profesionales del espectáculo como Arús, Pedro Ruiz o el malogrado Pepe Carroll.
Es entonces cuando expongo por primera vez mi proyecto de late night a los entonces jefes del grupo, pero lo consideran arriesgado.
Se me ofrece en cambio la oportunidad de presentar “El gran juego de la oca”, sustituyendo a Emilio Aragón. Esto serviría para tener más exposición en pantalla y tratar de llevar a cabo mi proyecto más adelante . O eso pensaba yo.
A la postre sirvió para poco o nada. Yo me encontraba como pez fuera del agua en ese formato, y no me satisfacía en absoluto. Todo estaba preparado, las pruebas, los concursantes, los guiones… no había frescura ni espontaneidad. Las horas de grabación se hacían insoportables.
En esa época conozco a uno de mis actuales lastres vitales, Ivonne Reyes. Siempre he sido débil con todo lo femenino. Incluso estando enamorado de la que era por entonces mi esposa. Pero no me arrepiento, y seguramente volvería a repetir todos mis errores porque simplemente no puedo evitarlo.
En muchos círculos se nos conocía a Pedro Ruiz, Ramón Langa y a mi como la santísima trinidad del fornicio en las noches madrileñas. Sabina también estaba siempre ahí, recuerdo reuniones memorables, pero lo suyo era otro rollo, y con otra gente. Nunca llegamos a conectar.
Lo cierto es que doy un ultimátum a la casa y amenazo con irme a Telecinco, donde no solamente daban luz verde a mi proyecto sino que mejoraban notablemente mis emolumentos.
Tras una breve pero intensa reunión con los ejecutivos de programación, la ruptura es un hecho, me voy de Antena3.
NACE EL MISSISSIPPI
El proceso de adaptación es rápido y frenético;
Por mi parte, tengo muy claro como quiero que sea el programa y sus contenidos, llevo diseñándolo en mi cabeza durante dos años.
Por parte de telecinco, todo son facilidades y apenas restricciones. Me quieren, como dicen en américa, “up and running” lo antes posible, e intento mezclar y potenciar lo mejor de su buena disposición y entusiasmo con mis ideas y mi forma de trabajar.
La dirección me asigna un realizador perteneciente al grupo, pero me da plena capacidad de elección para el resto. De esta forma la práctica totalidad de la redacción y los actores del programa se cierran en apenas dos semanas. Puedo decir que era un equipo joven y con talento, con las excepción quizá del grupo técnico y la realización, que a menudo alcanzaban unos niveles de mediocridad desesperantes. Incluso cuando en ocasiones tan solo debían presionar un botón para que entrase el vídeo, o ceñirse a la escaleta y el orden que se había establecido en la reunión previa a la emisión del programa.
El nombre del Mississippi surgió escuchando en un programa la famosa frase de Tip y Coll: “Y la próxima semana, hablaremos del gobierno” Al escuchar esa frase, el nombre Mississippi surgió de mi cabeza.(No tiene sentido, lo sé). A muchos les parecía demasiado abstracto, pero a mi me parecía que tenía fuerza, y la otra opción, “La noche de Navarro”, no me convencía.
El decorado del programa estaba copiado sin disimulo de los formatos americanos que tan arraigados están desde hace décadas y que siempre han triunfado. El ritmo del programa también, aunque adaptado a nuestro país. Básicamente se dividía en cuatro bloques, cada uno con un formato “actualidad-sketch-entrevista-sketch-publicidad. En el segundo bloque se incluía alguna sección fija semanal o la entrevista principal a un personaje famoso o alguien de la cadena que estrenaba programa/serie y necesitaba promoción.
Cierta música de fondo en directo, aunque sin orquesta, y mis admirados Stones para dar paso a los cortes.
EL EQUIPO
Siempre he gozado de buen olfato para rodearme de colaboradores. El grupo de actores que ponían el humor en el Mississippi era de lo mejor que podía encontrarse, con Carlos Iglesias a la cabeza. Más tarde también se incorporaría Florentino, al que le dí su primera oportunidad en televisión, hecho que siempre me ha agradecido cuando hemos coincidido y hablado sobre aquella época.
El único problema con algunos actores fue el dinero. El éxito del programa fue tal que pensaron que el presupuesto aumentaría, cuando precisamente fue al revés; la productora buscaba todavía más audiencia con un menor coste de producción. Esto hizo que algunos de ellos acabaran por marcharse. Erróneamente, en mi opinión. En el caso de Florentino no hubo tal problema, entendió perfectamente que el Mississippi no era el programa para hacerse rico, sino el programa para hacerse famoso.
Recuerdo con gracia los “rankings” que preparaba Carlos Iglesias junto a los guionistas y su famoso “Juanma, chiquitín, pónmelo”.
En confianza puedo confesaros que muchos de aquellos rankings sobre el mejor culo o pechos de las famosas se realizaban a veces con mujeres que ya hubiesen pasado por mi cama, o que la redacción intuía que asi era, quedándome con cara de póker en alguna ocasión y en otras simplemente desternillándome. Era una especie de juego interno y un momento de relajación dentro del programa.
Actualmente la carroña del corazón parece siempre dispuesta a recordar mi colección de amantes, pero solamente citan a las Sonia Monroy, Yola Berrocal o Marlene Mourreau de turno, nunca mencionan a mujeres como Isabel Gemio o Isabel Sartorius, aunque sea vox pópuli que he estado con ellas en un determinado momento
Todo por intereses mercantiles.
Dentro del equipo, no puedo olvidar por supuesto a Santiago Urrialde. Su reportaje con Sylvester Stallone dió un buen espaldarazo al programa, puesto que al día siguiente de su emisión, el hecho fue comentado en todas partes.
Siempre he pensado, medio en broma medio en serio, que ese fue el mejor reportaje de la historia de “Caiga quíen Caiga”;
Medio en broma, porque ese programa aún no existía…
Medio en serio, porque al ver factible esa cercanía y confianza del “reportero cojonero” hacia el famoso, quedó patente que podía adaptarse ese formato a nuestro país, como así sucedió posteriormente.
Del equipo de producción y de la redacción, mi recuerdo cariñoso hacia Machús, José Hermida y mención especial a la memoria de Ernesto López Feito.
Con muchos de ellos tendría la oportunidad de trabajar en otros proyectos similares más adelante.
LA COMPETENCIA
En antena3 se arrepintieron muy mucho de no haberme concedido el formato de programa que les demandaba, y me consta que escoció la buena acogida del Mississippi. Más de una vez intentaron copiar el formato, con Francis Lorenzo y con Máximo Pradera, pero sin resultados.
La rivalidad con Sardá vendría algo después, pero no quiero extenderme demasiado en este tema, creo que para este punto utilizaré una imagen y abandonaré las mil palabras. Podéis comparar el talento creativo de unos y de otros.
No renovación: Fin del programa
Es cierto que se produce un desgaste, pero también influyó en el fin de la emisión los temas que se trataban y su repercusión en los despachos. El tratamiento del caso Alcasser, junto a los comentarios de Álvaro Baeza en su sección sobre el GAL y el PSOE, hicieron removerse a altas esferas de la política española y comenzaron así las llamadas y quejas por tocar temas demasiado delicados, o más bien incómodos para varios políticos de este país.
Estas mismas llamadas también acabarían con la sonrisa del pelícano en antena3, tras varias apariciones de Amedo, Mario Conde, y hasta del auténtico sello de los GAL. Pero lo que de verdad acabó con todo fueron las maniobras fascistas de Pedro J. para detener cualquier comentario sobre su famoso vídeo.
Podría escribirse un libro con todos los acontecimientos que se produjeron en la sombra para intentar cancelar el programa. La realidad es que al final, y tras las continuas presiones de Pedro J, el nuevo dueño del grupo, Juan Villalonga, cede y el pelícano es cancelado definitivamente. Baste decir que a día de hoy aún sufro las consecuencias de todo aquello en forma de veto y censura.
No me extenderé más, tan solo quería repasar por encima algunos aspectos de la gestación y desarrollo del Mississippi, quince años después de que todo empezase.
Que cada cual me conceda el crédito que considere oportuno, pero mientras pueda, no voy a permitir que solamente se me vaya a recordar en este país por asuntos de mi vida privada que en ningún momento he pretendido hacer públicos.
Gracias al miembro del foro Desmond por su ayuda con el formato del escrito y las imágenes, y un saludo para Nacho. No olvido que tenemos todavía pendiente esa escapada en barco…
Saludos.