Asta
Freak
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- 26 Nov 2003
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La nena es menudita y morena. Tiene esa edad eterna de los niños con mayúsculas, de la infancia inalterable. La nena corretea toda vaporosa, con una camisa blanca que le viene algo grande, por entre trigales cortados de finales de verano. Parece un anuncio de suavizante, pero mucho menos ficticio porque no la ve nadie. Se rie sola, de nada o de cualquier cosa, da igual, pero se rie. Y su risa se cae en la paramera caliente y vuelve a ascender para quedar suspendida un poco más lejos, como hacen las aves rapaces con las corrientes térmicas.
Hay momentos en los que se agacha de pronto y queda así, inmóvil, durante muchas horas, aguantándose la risa con la mano. Como no la ve nadie, luego da un salto y sigue correteando sin preocuparle nada porque la verdad es que no sabe lo que es el escondite.Tiene el pelo largo y con olor a harina y unos ojos enormes y sin color definido, únicamente son suyos.
La nena va descalza y no se hace daño con los cañotes del trigo porque es una niña de sueño y puede correr por donde quiera. ¿por donde quiera?. La niña tiene una cárcel abierta, que no la forman rejas sino el final del campo de trigo. La nena no puede correr más allá de donde acaba el rubio de la llanura, no puede aunque sea una niña de sueño. Por eso, a veces tiene que frenar de un golpe su carrera y cuando esto sucede se queda un instante desorientada hasta que recuerda que puede seguir corriendo, pero hacia otro lado. No está triste porque es una niña y, aunque no es buena ni mala, no hay nadie que la regañe.
Algunas tardes se sienta en silencio y en sus ojos enormes se pone el sol. El sol que más le gusta es el que se cae en otoño susurrandole su nombre. Ese sol que se queda congelado unos minutos, suspirando, y luego desaparece súbitamente. Es entonces cuando la nena se duerme, que la noche le da un poquito de miedo y durmiendo ni se entera de que a su alrededor está oscuro.Y respira con el compás de la brisa y, a veces, sueña que no es una niña de sueño.
Una noche la nena despierta con el beso de una luna perfectamente llena y se frota los ojos como todos los niños cuando se despiertan y no saben dónde están. El campo está pintado de plata, y la nena se da cuenta, entonces, de que ahora todo tiene el mismo color, que no hay límites, que el trigo cortado ocupa mucho más espacio que antes. De hecho, todo el horizonte es de trigo cortado del color de la plata. Se levanta con cuidadito y se mira los pies y eleva su cabeza morena y lo mira todo con ojos de plata. Y empieza a correr, depacito primero y luego más deprisa. Más deprisa. Y se rie.
Algunas tardes me siento en silencio y veo ponerse el sol. Y me imagino que veo a la nena corriendo con su camisa blanca, un poco grande, y su risa con olor a harina. Me la imagino, aunque no me pertenezca, ni a mi ni a nadie, porque ya no es una niña de sueño. A veces creo oirla reir. Quizás sea el trigo segado el que ahora me sueña a mi...
Hay momentos en los que se agacha de pronto y queda así, inmóvil, durante muchas horas, aguantándose la risa con la mano. Como no la ve nadie, luego da un salto y sigue correteando sin preocuparle nada porque la verdad es que no sabe lo que es el escondite.Tiene el pelo largo y con olor a harina y unos ojos enormes y sin color definido, únicamente son suyos.
La nena va descalza y no se hace daño con los cañotes del trigo porque es una niña de sueño y puede correr por donde quiera. ¿por donde quiera?. La niña tiene una cárcel abierta, que no la forman rejas sino el final del campo de trigo. La nena no puede correr más allá de donde acaba el rubio de la llanura, no puede aunque sea una niña de sueño. Por eso, a veces tiene que frenar de un golpe su carrera y cuando esto sucede se queda un instante desorientada hasta que recuerda que puede seguir corriendo, pero hacia otro lado. No está triste porque es una niña y, aunque no es buena ni mala, no hay nadie que la regañe.
Algunas tardes se sienta en silencio y en sus ojos enormes se pone el sol. El sol que más le gusta es el que se cae en otoño susurrandole su nombre. Ese sol que se queda congelado unos minutos, suspirando, y luego desaparece súbitamente. Es entonces cuando la nena se duerme, que la noche le da un poquito de miedo y durmiendo ni se entera de que a su alrededor está oscuro.Y respira con el compás de la brisa y, a veces, sueña que no es una niña de sueño.
Una noche la nena despierta con el beso de una luna perfectamente llena y se frota los ojos como todos los niños cuando se despiertan y no saben dónde están. El campo está pintado de plata, y la nena se da cuenta, entonces, de que ahora todo tiene el mismo color, que no hay límites, que el trigo cortado ocupa mucho más espacio que antes. De hecho, todo el horizonte es de trigo cortado del color de la plata. Se levanta con cuidadito y se mira los pies y eleva su cabeza morena y lo mira todo con ojos de plata. Y empieza a correr, depacito primero y luego más deprisa. Más deprisa. Y se rie.
Algunas tardes me siento en silencio y veo ponerse el sol. Y me imagino que veo a la nena corriendo con su camisa blanca, un poco grande, y su risa con olor a harina. Me la imagino, aunque no me pertenezca, ni a mi ni a nadie, porque ya no es una niña de sueño. A veces creo oirla reir. Quizás sea el trigo segado el que ahora me sueña a mi...