cuellopavo
El hombre y la caja
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- 23 Abr 2006
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No quieren recordar los sociallistas y sus acólitos la que liaron en las calles con el asunto del Prestige -al fin y al cabo un petrolero que se rompió accidentalmente-, o con el asunto de la guerra de Irak , cuando la política exterior también es competencia del Gobierno; y sobre todo tras los atentados del 11M, que en vez de hacer piña junto a su Gobierno contra los terroristas -fueran los que fuesen-, se echaron a la calle contra las sedes del PP, llamando asesinos a sus líderes y sentando el gravísimo precedente de no rerspetar la jornada de reflexión previa a las elecciones. Todo valía con tal de hacerse con el poder tres días después.
Esperaban que la derecha, mucho menos canallesca siempre, se limitara a seguir haciendo una oposición tan cándida como siempre.
Todo eso sin hablar de la política radical, sectaria y revisionista de Zapatero desde el primer día:
-Se cargó la reforma educativa aprobada por el Parlamento en la legislnatura anterior.
-Se cargó la política hidráulica, que aunque impopular en algunas comunidades autónomas, seguía la línea de gobiernos anteriores.
-Ni siquiera accedió a que no se llamara matrimonio a las uniones entre homosexuales, como han hecho en los demás países europeos, incluido el Reino Unido, a pesar de que era demanda de una gran parte de la sociedad, conforme en cambio en que a dichas uniones se le reconocieran todos los derechos.
-Rompió unilateralmente el Pacto Antiterrorista que tan buenos resultados estaba dando.
-Inició la revisión del Estatuto catalán con tal de contentar a sus socios nacionalistas, a pesar de que nadie más lo demandaba ni estaba en su programa electoral, provocando una revisión en cadena de otros estatutos que nos ha hecho entrar en un nuevo período constituyente al margen de la Constitución.
El ambiente de fractura social que se respira en Espana la alentaron los socialistas durante el segundo Gobierno de Aznar, la llevaron a su límite entre el 11 y el 14 de Marzo de 2004, y lo han seguido caldeando con una política radical, sectaria, revisionista y, sobre todo, torpe y muy peligrosa para la unidad de España, asunto éste por el que muchos no estamos dispuestos a pasar. Y eso debe saberlo muy claro Zapatero: que por lo menos la mitad de los españoles no vamos a consentir que se ponga en juego la unidad de Espana. No-lo-va-mos-a-con-sen-tir.
Esperaban que la derecha, mucho menos canallesca siempre, se limitara a seguir haciendo una oposición tan cándida como siempre.
Todo eso sin hablar de la política radical, sectaria y revisionista de Zapatero desde el primer día:
-Se cargó la reforma educativa aprobada por el Parlamento en la legislnatura anterior.
-Se cargó la política hidráulica, que aunque impopular en algunas comunidades autónomas, seguía la línea de gobiernos anteriores.
-Ni siquiera accedió a que no se llamara matrimonio a las uniones entre homosexuales, como han hecho en los demás países europeos, incluido el Reino Unido, a pesar de que era demanda de una gran parte de la sociedad, conforme en cambio en que a dichas uniones se le reconocieran todos los derechos.
-Rompió unilateralmente el Pacto Antiterrorista que tan buenos resultados estaba dando.
-Inició la revisión del Estatuto catalán con tal de contentar a sus socios nacionalistas, a pesar de que nadie más lo demandaba ni estaba en su programa electoral, provocando una revisión en cadena de otros estatutos que nos ha hecho entrar en un nuevo período constituyente al margen de la Constitución.
El ambiente de fractura social que se respira en Espana la alentaron los socialistas durante el segundo Gobierno de Aznar, la llevaron a su límite entre el 11 y el 14 de Marzo de 2004, y lo han seguido caldeando con una política radical, sectaria, revisionista y, sobre todo, torpe y muy peligrosa para la unidad de España, asunto éste por el que muchos no estamos dispuestos a pasar. Y eso debe saberlo muy claro Zapatero: que por lo menos la mitad de los españoles no vamos a consentir que se ponga en juego la unidad de Espana. No-lo-va-mos-a-con-sen-tir.